Pocos se ponen de acuerdo sobre cuando comenzó la guerra en los territorios que formaron Yugoslavia. Incluso podemos encontrar la definición «Guerra de la independencia» en Croacia y «Guerra civil» en Bosnia.
Son muchos los que comentan de manera metafórica que cuando el Dinamo de Zagreb viajó meses antes del estallido de la guerra a la capital serbia para disputar un partido de fútbol contra sus archienemigos del Estrella Roja de Belgrado se puede dar por enterrada Yugoslavia. Los seguidores del Dinamo, muchos de ellos ultra nacionalistas croatas de extrema derecha, viajaban, más que para animar a su equipo, para pegarse de leches con la afición del Estrella, también ultra nacionalista, pero en este caso serbia.
Nadie recuerda el resultado del encuentro. Lo que viene a la memoria de toda una generación fue la batalla campal entre ambas aficiones y como la policía persiguió con ahínco a la hinchada croata.
Zg80 nos lleva al viaje que los croatas realizan a Belgrado y las locas situaciones en las que se desenvuelven. Una comedia de enredos con el típico humor exagerado de la zona, donde se dan de la mano cánticos racistas, hooligans, peleas, robos y banderitas para todos. Y es que no habría que olvidar que en Yugoslavia, más que en ningún otro lugar, cada equipo de fútbol significaba la pertenencia a una nacionalidad o incluso a una ideología. En la película queda asociado el Dinamo al nacionalismo croata más excluyente, el Estrella roja al nacionalismo serbio y el Partizan de Belgrado al comunismo. Y todos se odian, por supuesto.
Estamos a pocos meses antes de que todo salte por los aires. Yugoslavia está moribunda, los lazos de hermandad perdidos y el nacionalismo ha recuperado las asociaciones y fobias (mal)enterradas por Tito que destrozaron la zona en la Segunda Guerra Mundial.
De ritmo endiablado, la cinta sigue a un puñado de seguidores del Dinamo de Zagreb por Belgrado. En ningún momento hay un interés por mostrar una sola imagen del partido. De hecho, hasta los propios aficionados parecen jalear y aplaudir las acciones que cometen como si fuera realmente un espectáculo deportivo.
En esta película coral seguimos a varios personajes. Todo resulta una endiablada comedia de enredos donde podemos encontrar a un serbio y un croata que, encadenados por la policia, huyen por la capital serbia obligados a colaborar, mientras tres amigos de Zagreb, escapando de unos extremistas serbios, deben refugiarse en la casa de la tía de uno de ellos, que es serbia. Por último, tenemos a un grupo de aficionados que intentan regresar a la estación de tren sin ser interceptados por la afición del equipo rival, ocultándose en un puticlub o incluso en una iglesia ortodoxa.
A parte de las risas, de las tortas, de la droga que ya empezaba a golpear duramente a una generación retratada magistralmente en Metastaze (Zg80 es su precuela. Metastaze trascurre en un tiempo posterior a la guerra, donde la droga ha hecho estragos en los aficionados, todavía traumatizados por la terrible contienda), La película de Igor Seregi nos habla de un concepto al que me gusta llamar ″yugosfera″. La idea de una cultura, de un lazo fraternal entre los distintos pueblos de la extinta Yugoslavia. De países hermanos pero distintos, que comparten rasgos comunes en su cultura a la vez que tienen ciertas claras diferencias. Al fin y al cabo, un escritor croata sobrevive no con lo que vende en su país, sino con lo que vende también en Bosnia y en Serbia. Esta idea no es ideológica y se basa desde el respeto a los estados surgidos tras la terrible guerra.
Y esto se observa en todas las tramas, como a pesar de todo el odio y la ignorancia (los hooligans croatas no dejan de referirse a los serbios con el adjetivo ″gitano″, lo que resulta curioso por el doble racismo que desprende esa acepción cargada de desprecio) juntos pueden convivir y ayudarse mutuamente, como es el caso de la trama entre el serbio y el croata que esposados deben colaborar si quieren huir de la policía, que ninguno de los bandos los encuentren o incluso huir del equívoco en el que se ven envueltos al ser confundidos por una pareja homosexual. Más claro aún puede resultar a ese croata que hace cinco minutos cantaba canciones contra los serbios y se refugia ni más ni menos que en casa de su tía y descubre para su sorpresa (y sobre todo de sus amigos) que su prima ya no es la niña pequeña que era. O la relación que establece con su tío político, un hombre de ideales comunistas que despotrica contra los separatistas que quieren destruir su país. Y aún así, a pesar de sus diferencias, pueden llevarse bien.
De todas formas hay que señalar un detalle que me parece importante y que hace que la cinta no caiga en un buenrollismo apestoso y sensiblero con moraleja fácil. A pesar de lo descrito en estás últimas líneas, la película no muestra un cambio en ninguno de los personajes. No aprenden nada. No es un viaje a de A a B, como mucho y siendo optimistas es un viaje de A a B para acabar de vuelta en la casilla de salida.
Otro detalle que agradezco es que no hay ningún problema es mostrar a los personajes como una pandilla de malnacidos, extremistas e ignorantes, llenos de racismo y fobias. Esto encaja con lo de no mostrar un cambio de actitud en ellos. Queda en los ojos del espectador la idea que no hay tanta diferencia entre ellos, independientemente de su sentimiento de nacionalidad o sentir ideológico.
Zg80 acaba siendo una obra tremendamente sencilla y eficaz, que cumple perfectamente su cometido mientras las disparatadas situaciones se suceden, poblado de decenas de extraños y exagerados personajes pincelados al inicio con una brocha gorda que acaban mostrando sus grises internos por mucho que no hayan aprendido nada en el viaje.
Porque ellos no habrán sacado nada en claro de su viaje a Belgrado, pero el espectador, entre carcajadas y chistes baratos, entiende el mensaje.
Tal vez por su sencillez y su buen hacer, su ritmo endiablado y su manera de contar la road movie urbana que es la película croata sin que el espectador sepa que va a pasar a continuación, hagan de Zg80 una de las mejores obras que ha pasado por el Festival de cine de Sarajevo.