Después de convertirse en un éxito desmedido en la taquilla japonesa y de ganarse las mejores palabras de la crítica española, la última película de Makoto Shinkai llega a las salas de nuestro país para proponer un viaje radical de esos que tan bien nos vienen en Occidente. Your Name parte de una premisa simple y manida como ella sola pero siempre atractiva: dos jóvenes se levantan un determinado día en un cuerpo que no les corresponde. Esta idea da lugar a una primera parte puramente dinámica y llena de un humor centrado en lo surreal como en la reiteración de acciones. En este comienzo, totalmente físico, empieza a desenvolverse ese juego de almas que habitan cuerpos desconocidos que han de experimentar, lo que puede ser leído en un primer momento como los primeros contactos con la extrañeza que supone en la adolescencia el cuerpo en pleno desarrollo. Es en este proceso de asimilación de la extraña situación que les ha sobrevenido en el que Taki y Mitshua, los dos adolescentes, van recomponiendo lo acontecido y construyendo así ciertas estrategias que faciliten sus intermitentes intercambios. Empezará a surgir así un inicial tonteo entre ambos que se someterá a una progresiva evolución prototípica de amor adolescente. Hasta aquí todo bien, no hay pérdida alguna. Es cuando ese carácter elevado que caracteriza a los japoneses comienza a salir a flote cuando la narración empieza a tornarse compleja, ascendiendo del plano físico a una dimensión totalmente trascendente. Es así que Makoto Shinkai elaborará una síntesis en la que tengan cabida junto a la historia de amor elementos propios de la tradición del ‹shinto› así como de concepciones que atañen a teorías acerca de la concepción del tiempo.
Makoto Shinkai consigue con Your Name construir un batiburrillo desconcertante que, a pesar de su densidad, logra fundir al espectador en la pantalla. Y es que, pese al espesor que adquiere la narración en su desarrollo, el director japonés consigue mantener siempre latente esa frescura que se deriva tanto de las relaciones adolescentes como de un clima siempre limpio y cristalino. La película posee la cualidad de mantener unidos intuición cósmica, trabajo intelectual y detalles de juventud el rasgo que ha logrado que abarque un público tan sumamente amplio. Es decir, Makoto Shinkai está juntando elementos propios de cada etapa vital en un único producto coherente. Es ese no estar destinado a nadie en concreto sino a todo aquel que quiera verla uno de los rasgos que hacen atractiva la película. Más allá de esta amplitud de público, el que el director de Viaje a Agartha se vuelve una esperanza demostrando que la adolescencia no tiene por qué estar relacionada necesariamente con la ausencia de intereses intelectuales y metafísicos; así como también nos revela que el adulto, si se le ponen los ingredientes necesarios, puede volver a ser un crío. Pero, en último término, lo que hace realmente seductora la película es que, al fin y al cabo, y a pesar de su creciente complejidad, Your Name parece querer dar una explicación imaginativa a un acontecimiento que sucede con frecuencia a todo cristo como es el de cruzarte con una persona a la que estás seguro de no haber visto antes mientras que a su vez estás convencido de conocerla. Ese shock instantáneo producido por esta paradoja tan común, que aunque te pueda perseguir durante unos días tiene todo su poder concentrado en apenas un fragmento mínimo de tiempo, será llevado por Shinkai hasta un grado extremo, pero no deja de ser un punto común en la experiencia de todo humano que, al ser percibido en la pantalla, desplegará una batería de emociones que, por poco que te identifiques con uno de los protagonistas (y Shinkai te lo pone fácil al retratar personajes simples y estereotipados que por poco que sea algo tendrán en común contigo), permitirán que disfrutes y te pongas ñoño por un rato largo.