Desprovistas de cualquier tipo de simbolismo y mensaje obvios, las imágenes de Young & Beautiful son capaces de diseccionar la realidad social de la España de nuestra época sin evocar relaciones directas con ese intratable fuera de campo del contexto político y económico del momento. Un contexto que ha predeterminado la situación de toda una generación en el límite de la treintena. Marina Lameiro y su cámara siguen a un grupo de jóvenes en su día a día, interactuando con ellos en un reflejo de la cotidianidad repleta de insignificantes detalles en la que nada parece extraordinario. Lo primero que destaca es la asunción de una situación de precariedad permanente, de inseguridad e indefinición en sus vidas. La falta de oportunidades laborales es sólo una parte del abismo al que se tienen que enfrentar. Uno del que nadie les avisó cuando pasaban años preparándose para un futuro que, al mismo tiempo que ahora les proporciona frustración, sigue castigando el fracaso en la consecución de unas expectativas que nunca han tenido garantía de cumplirse. Aunque se exijan para sentirse parte integrante de la sociedad.
Lo más complejo del acercamiento de la directora en la captura de su desbordante autenticidad —en esta colección de pequeños instantes aparentemente intranscendentes que componen su metraje— es la ausencia de cualquier rastro de mediatización por parte del objetivo de su cámara o de ella como cineasta en relación a los sujetos que observa, escucha y replica con una profunda complicidad. En el proceso se despliega un dispositivo cinematográfico que conecta con los recursos y la tradición del ‹cinéma vérité›. Los sueños y las ambiciones imposibles, la reafirmación de la identidad a través de la expresión artística, de la estética y las referencias culturales dejan entrever la amargura de las oportunidades perdidas, de las relaciones rotas y de una mirada a un pasado que no volverá. Porque el tiempo (que parece no transcurrir en las vidas de sus protagonistas ni en esta película) es uno de los ejes que a modo de espectro está presente sin notar su existencia, como un enemigo al que es imposible reconocer para evitar la derrota. Este retrato emerge además no sólo como reflejo del espectador, sino también como un diálogo interno de Lameiro proyectado hacia su entorno. Uno que expresa a través de las voces a las que da presencia, en la precisión de su montaje y de una autoconsciencia palpable en la narrativa que se construye a través de ellas.
El conflicto entre la diversidad de maneras de mirar el mundo y de concebir la vida como algo más que la suma de objetivos conseguidos, la resignación a no poder alcanzar una felicidad y plenitud cuyas posibilidades parecen haberse escapado de las manos sumidos en la incertidumbre de sus existencias. Este es el poso profundamente amargo que deja Young & Beautiful mientras elabora con sumo cuidado un retrato repleto de humanidad, desde la delicadeza de la absoluta cercanía en la elaboración de su punto de vista y el respeto a la intimidad de la que tiene acceso de sus protagonistas. La rigurosidad en su planteamiento no deja dudas de la honestidad discursiva de Lameiro, que no le hace dudar en cierto punto en desviar la mirada como expresión máxima de su sensibilidad, negándose a ella misma y a nosotros el registro de un gesto de extrema fragilidad de uno de sus personajes. Logra expresar así dentro de su película los propios límites autoimpuestos que encuentra en la construcción de su relato a través del cine, evitando transgredir la dignidad de los participantes en su film de carácter documental y cercano en este aspecto a las premisas morales del neorrealismo italiano.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.