«Elegir es detenerse, y yo tengo miedo de detenerme, porque si me paro tendré que confrontar el vacío que hay en mi.»
Hay tragedias que nos despedazan, que nos obligan a mirar al absurdo, a observar más allá donde no hay historias, donde no cuenta ni el valor, ni la sangre, ni el sudor, ni las lágrimas… y simplemente no estamos preparados para ello, hemos creado demasiados héroes, demasiados villanos, demasiadas razones para odiar, para creer y sentir como para que unos dados cargados con un azar funesto nos lo arrebaten todo, sin apenas apuesta, aviso o por lo menos ocasión de gritar y clamar por un último giro, por la mano de un cínico que responda nuestras suplicas y sea capaz de darle sentido al dolor. Pero bueno, esto ultimo nunca pasa, y ahí quedó Boychuck. nuestro protagonista de turno cargado con una horrible herida que no pudo matarlo, incapaz de volver la mirada a un mundo en el que ya no puede creer, solitario y añejo con la compañía de su perro, viendo pasar los años en medio del bosque, llevando la única vida que fue capaz de vivir después de perderlo todo, una vida simple, salvaje, estancada en el presente, con una tristeza que arropa el silencio.
Nos encontramos en Canadá, en un entorno boscoso, plagado de verde y marrón donde la bruma de los lagos y la altura de los montes nos deleitan con una naturaleza imponente que logra nutrir de vida a una historia que en su sinopsis parece pertenecer a una realidad mas turbia y sombría, y hay que aclarar que si bien la película gira alrededor de Boychuck, este personaje muere muy pronto en la película y lo que se desarrolla a continuación es una indagación a través de distintos personajes que eran cercanos a él, además de una mujer que está interesada en su tragedia por motivos artísticos (ya que Boychuck fue pintor y escribió unos cuantos buenos textos); entre estos personajes destaca Marie-Desneige, última hermana de Boychuck, la cual ha pasado la mayor parte de su vida en un sanatorio y, de hecho, se puede entender como un polo opuesto a él, ya que fue privada de la vida a causa de sus desvaríos mentales y es el momento en que descubre la muerte de su hermano en el que aprovecha para disfrutar de la realidad silvestre en la que este habitaba. Porque a pesar de lo que plantee al comienzo, este termina siendo un filme reivindicativo de la vida en el que el amor juega un papel fundamental como motor y herramienta capaz de brindar segundas oportunidades; en ese sentido, es un filme ambiguo porque si bien por un lado tenemos a varios personajes que recurren al bosque para aislarse de las aspiraciones de una vida en sociedad y tener una experiencia menos transcendente y más propia a la de un preso que se autoexcluye de la realidad que no merece, por el otro lado hay una exaltación de este mundo rico en verde que es revitalizante y necesario para experimentar la vida de manera plena.
También se plantea un dilema sobre la obra del artista, sobre si es correcto o ético publicar su trabajo después de que haya muerto sin haber contado con su consentimiento, un dilema que es complejo de afrontar, y más teniendo en cuenta que si no fuera por el atrevimiento de algunos no tendríamos obras como las de Pessoa o Kafka en las estanterías.
El filme divaga entre los diferentes puntos construyendo algunos momentos verdaderamente emotivos y otros que, a pesar de ser bienintencionados, pierden fuerza al mezclarse con las demás tramas. A pesar de ello, la cinta en general resulta sólida y plantea más de una cuestión para tener en cuenta.