De vez en cuando me gusta comenzar las opiniones con un trozo del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Es un poco pedante, pero útil para mi futura exposición.
Corrupto, ta
1. adj. Que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar. U. t. c. s.
2. adj. desus. Dañado, perverso, torcido.
Corrupción
1. f. Acción y efecto de corromper o corromperse.
2. f. Alteración o vicio en un libro o escrito.
3. f. Vicio o abuso introducido en las cosas no materiales. Corrupción de costumbres, de voces.
4. f. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.
5. f. desus. diarrea.
Visto así, parece que el diccionario hace una diferenciación clara entre la corrupción del individuo por sí mismo y la que un mismo individuo realiza en organizaciones por su propio beneficio. Es decir, los casos de corrupción que salen en los Telenoticias a diario pertenecerían a esta segunda clase, mientras que en la primera cabe cualquier cosa que consista en (dejarse) sobornar, pervertir o viciar hasta quedar dañado (esto me lo invento porque está en desuso y no se tiene que cumplir).
Por poner un ejemplo (que es en realidad una pregunta). Un hombre con pareja estable, relación consolidada, mujer a la que llama novia y con la que tiene planes de futuro o de casarse —no tiene por qué ser lo mismo— va una noche a un bar con los amigos y conoce a otra mujer. Hablan y se entienden y en algún momento acaban juntos en la cama. ¿Es esto un tipo de corrupción o te convierte este momento en un corrupto? Es obvio que no es dinero ni soborno, pero miente a una persona que le da su plena confianza y se pervierte y vicia su perfecta relación.
Este preámbulo tan largo sirve a servidor para dar pie a hablar de Why Me?, cinta rumana dirigida por Tudor Giurgiu, protagonizada por Emilian Oprea y cuyo argumento se basa en un hecho real. A un joven fiscal, con futuro y con talento, se le es asignado un caso de corrupción contra un fiscal más viejo y experimentado que él, y este le hará bastante la puñeta en el proceso (pues se conoce todos los trucos y recovecos de la Justicia). Cristian, el personaje protagonista, deberá aprender de los errores de cada nuevo enfrentamiento y será sometido a gran presión. La trama, que mezcla su vida personal con los avances en la investigación, es un thriller moderno de corte clásico, que ofrece buenas dosis de espionaje, de intriga, política y de relaciones sensuales personales.
Su único problema es que es muy larga y se resiente de esa longitud. Todo es muy interesante, de verdad, pero a la vez que vas sabiendo trazos de cada personaje, sientes que no todos tienen interés, aunque después lo tengan. Why Me? es una cinta interesante y necesaria, que en su país de origen ha tenido gran calado y que merece cierto reconocimiento, aunque en el fondo no deja de ser una película que pretende mostrar, como ya hizo hace poco Cédric Jimenez en Conexión Marsella, que existe gente buena en este mundo de codicia y de ambición, y que intenta hacer las cosas de la forma más correcta (también con ambición), aunque no siempre eso implique ser perfectos, más tontos, más listos o enterarse de la misa la mitad.
Respondiéndome a mí mismo, supongo que la cuestión es simple: Hay diferentes grados de corrupción. Unos son perdonables (salvo para el que le toca llevar cuernos) y otros deberían ser penados con la cárcel y con la devolución de los dineros que han robado (me gusta usar ‘dineros’). La realidad, como demuestra esta ficción, es que uno nunca sabe dónde empieza y dónde acaba cada cosa, ni el papel que cada uno desempeña en el proceso, como chivo expiatorio o como experto en la materia, y si los márgenes están tan claros. Y eso me deja el estómago un poco con corrupción (en desus.).