«El futuro del país está en las mujeres ¿no te has enterado?»
When the Day Had No Name es el cuarto trabajo de Teona Strugar Mitevska tras las cámaras, presentado la semana pasada en el Sarajevo Film Fest. Antes de ponerme a diseccionar la cinta, habría que hacer un pequeño repaso a los responsables de la película. Y es que estamos ante uno de los tríos artísticos más estimulantes de los Balcanes, compuestos por la propia Teona Strugar, la directora, acompañada de su hermana Labina, la actriz más reconocida del pequeño país, con una impresionante carrera a sus espaldas donde destaca, aparte de sus papeles en las cintas de su hermana, uno de sus primeros trabajos, Antes de la lluvia (Milcho Manchevski, 1994). Además, aunque su presencia delante de las cámaras no sea constante, lleva tiempo en labores de producción, donde destaca, ojo al dato, su participación en la impresionante Sieranevada (Cristi Puiu, 2016). El tercer integrante es otro hermano, Vuk Mitevski, pintor, cineasta en ciernes y con el que los tres integrantes forman la productora Sisters and Brother Mitevski Production.
Aunque sus orígenes familiares y los proyectos paralelos que llevan a cabo podría dar para hacer un artículo propio, digamos simplemente que los hermanos llevan tiempo detrás de los proyectos más interesantes de Macedonia. Para su nuevo trabajo han contado con la participación en el guión de la bosnia Elma Tataragic, que ya trabajó con la directora Aida Begic —tal vez la mirada más maravillosa del cine bosnio junto con la de Jasmila Zbanic— y en la fotografía encontramos a la afamada Agnès Godard. Esta macedonia de nacionalidades —el chiste era tan malo que era obligado— se explica ante la inexistente industria cinematográfica del país, donde levantar cualquier proyecto resulta toda una odisea y sus responsables llevan tiempo moviéndose por media Europa para reunir a un equipo dispar, pero que paradójicamente habla de historias personales y ancladas siempre en la región balcánica.
When the Day Had No Name sigue durante 24 horas el viaje a la deriva de seis chicos en unos sucesos que conmocionaron al país. Seis chicos pertenecientes a una generación perdida, anclados en un lugar donde impera un conservadurismo y una forma de entender la masculinidad que anula cualquier atisbo de aires de cambio. Uno de los temas e intenciones más retratado durante el Festival de Sarajevo ha sido una poderosa mirada femenina junto con una visión de la masculinidad arcaica que se resiste a morir. Teona Strugar vuelca todas sus ideas sobre estos seis chicos, en un relato donde las mujeres brillan por su ausencia.
Estamos ante uno de esos relatos que hacen gala de una consciente falta de evolución de sus personajes, donde se intenta imprimir una sensación de realidad que empieza a imperar en el cine de autor de la región. Los protagonistas planean un viaje a un lago a pescar, parando antes en un hotel de mala muerte con tenebrosas intenciones, producto de esa masculinidad podrida que hacen gala en todo momento. Tal vez, la secuencia del hotel sea uno de esos momentos que no se olvidan. No tanto porque lo que se ve, si no por la parsimonia que demuestran, esperando en el pasillo y charlando sobre el sexo y el amor. También sirve como resumen para entender las formas y fórmulas de su responsable y entender su mirada. Una mirada que no juzga a unos muchachos que de otra forma serían sentenciados por el espectador por su forma de actuar. Hay un gris dentro de cada uno de ellos, y hay momentos donde parecen querer evolucionar a otras posiciones, pero los estímulos externos les prohíben cualquier transformación. Todos quedan retratados con pequeñas pinceladas pero se deja entrever que podría ser mucho más. El machismo, la homosexualidad, el maltrato al diferente… todo impregna la obra por mucho que no se hable directamente de ello.
El final, abrupto, deja al espectador anclado en su butaca, reflexionando sobre lo que acaba de ocurrir y pensando de dónde sale esa trama, si es que estaba presente en el relato aunque fuera en segundo plano.
When the Day Had No Name es una interesante cinta que se sigue con interés, con unos amigos llenos de malestar por todo lo que les rodea, que no se atreven a desviarse de un camino que los lleva a cometer un acto cruel tras otro hasta su irremediable final, anunciado al inicio de la película.
Las hermanas y el hermano Mitevska deberían ser tenidos en cuenta en el cine autoral europeo contemporáneo. La fuerza de su mirada y su extraordinaria realización de actores —salvo la propia Labina, el resto son actores no profesionales— otorgan a la obra un interés apreciable. Tal vez echo de menos la manera de mecer la cámara de Teona Strugar. Y es que aún recuerdo con salvajismo placer el inicio de su anterior obra, The Woman Who Brushed Her Tears, cuya reseña dejo aquí. Pero su responsable es coherente en la forma de mirar y rodar a sus personajes y sus ideas.
Por último, quiero destacar que el feminismo en el cine es sin duda algo remarcarle, pero no por ello hace a una película mejor o peor, aunque siempre es de agradecer una mirada fresca sobre el tema. El séptimo arte está lleno de buenas y loables intenciones que, personalmente, me parecen un desastre. Ejemplos hay miles. Teona Strugar lleva tiempo mostrando una mirada combativa y sí, feminista. Y su cine es maravilloso por y aparte de eso.