Jorge Forero se estrena en el largometraje con Violencia, obra atípica fiel a las nuevas olas del cine latinoamericano. Este joven realizador nacido en Bogotá sitúa al espectador ante tres acontecimientos diferentes que tienen como denominador común la violencia salvaje que se presencia en el día a día de Colombia. Ya sea tratada desde el punto de vista de la víctima o del verdugo, la violencia que se desprende de esta película es llevada a cabo por un ritmo lento y pausado, despojado de todo tipo de decoro y artificio. Sin introducir de manera alguna el suceso, Forero tan solo seguirá con la cámara de cerca y de forma continuada el caminar del protagonista de cada historia. Figura humana y entorno serán retratados de manera descriptiva y natural en todo momento.
Violencia es original por dos motivos. En primer lugar, pese a tratar el tema de la violencia, Forero parece huir de las escenas violentas al uso. Y ya no se trata de que la acción y el dinamismo que suele buscarse al rodar tales momentos para reflejar el fuerte flujo sanguíneo propio del arrebato y de la tensión brille por su ausencia, sino que directamente el realizador pasa de mostrar al espectador el acto violento dejándolo fuera de campo o mostrándolo durante un instante breve de tiempo. Este tratamiento de la violencia basado en el seguimiento permanente del personaje durante su vida cotidiana para escabullirse en el momento en que tiene lugar el acto de agresividad, algo muy similar al también huidizo retrato de la violación que tiene lugar en la también reciente Anatomy of Violence (Deepa Mehta, India/ Canadá, 2016), es seguro que echará para atrás a más de uno que se dirija hacia ella por su título y argumento, pero es precisamente en esta pausa y en esta asepsia donde radica el interés de la cinta. En segundo lugar, parece que Jorge Forero no busca concienciar al público del mal que supone el ataque al otro, ni tan siquiera parece que intente plantear dilemas morales sin resolverlos. Este cineasta tan solo muestra que en las calles de Colombia cualquier segundo puede ser cubierto por la violencia, pero sin indagar (ni tampoco incitar al espectador a hacerlo) en el porqué y el para qué de esa violencia. Este aspecto puramente fenomenológico carente de todo moralismo y de interpretación alguna rompe con la mayoría de obras que se proponen abordar la violencia en el hombre (no hablemos de crueldad, los juicios morales quedan fuera).
Pese a tener un título tan general, Violencia no se puede considerar algo así como un estudio antropológico con aspiraciones de universalidad. La falta de hondura en el fenómeno de la violencia, así como su enfoque en la guerrilla de Colombia, no alcanza más allá de ser un retrato de lo que sucede en este país convulso de América del Sur (sin tratar de hurgar en su por qué ni de proponer un “debería ser”, como se ha dicho anteriormente). Ahora bien, esto no es algo que le reste importancia a la película, pues su valor principal reside en representar una serie de acontecimientos que resuenan en Occidente así como en el resto del mundo y de los que se habla con frecuencia, pero los cuales no conocemos de primera mano. Jorge Forero nos enseña, con todo lo verosímil que pueda contener una obra de ficción, lo que hay en el día a día del ciudadano colombiano.