Nadie puede negar que los concursos de cocina, pese a que despiertan tanta pasión como irritación entre la gente, han supuesto que muchas personas hayan decidido dar un paso adelante en ese arte, que ya se creía perdido y olvidado en favor de la comida preparada y/o la comida rápida. De hecho, la gente se ha interesado más por el mundillo y la repercusión que puede tener la gastronomía en los negocios que se ocupan de ello, merced a sistemas como las estrellas Michelín que son al mismo tiempo el sueño y la perdición de cualquier restaurante. Algo parecido sucede con las cadenas hoteleras, que desesperadas por sumar una estrella más a su casillero o al menos no perder las que tienen, cubren de gloria a todo aquel inspector que se pase por su hotel a echar un vistazo. Si lo logran descubrir, claro.
Uno de estos sujetos es la protagonista de Viajo sola, película italiana que dirige Maria Sole Tognazzi (más conocida por ser hija del ya fallecido actor Ugo Tognazzi que por su todavía escaso bagaje cinematográfico) y que sitúa a la prolífica romana Margherita Buy (que se llevó el premio David de Donatello a la mejor actriz por esta película) en el papel de Irene, una inspectora de hoteles de lujo que siente que su vida se está viniendo abajo, en una especie de “crisis de los 40”. Irene pertenece a ese grupo que hemos descrito anteriormente, un selecto colectivo que muchos podrían calificar de “mafia”, un término bastante despectivo y que evitaremos usar porque además estamos ante una película italiana y eso siempre podría herir sensibilidades. Pero también sería faltar a la verdad el no aclarar que, como bien muestra la película, la sola opinión de una persona puede hacer que todo un complejo hotelero entre en crisis y tenga que tomar medidas drásticas o, por el contrario, que reciba un subidón considerable y su negocio comience a crecer como la espuma (guarda alguna semejanza con el oficio de crítico de cine, ejem).
En el caso de Irene la cosa está difícil, porque en Viajo sola queda retratada como una mujer de apariencia férrea, que controla todos los detalles, desde la sonrisa del camarero hasta un cubierto fuera de su sitio. Pero por dentro está poco menos que destrozada, ya que ha llegado ese momento en el que, como reza el título, se encuentra sola y debe lidiar con ello. Aquí hay que hacer un inciso, y es que en principio esta idea de estar solo se toma como algo malo en cuanto a que la protagonista en su momento tenía que haber optado por dar un paso adelante con Andrea, su ex pareja, y ese paso adelante no es otro que casarse y formar una familia. Volvemos por tanto a esa idea clásica de la felicidad, cuando la realidad es que hay personas, mujeres concretamente, que se han mantenido en la soltería y han vivido más que felices. En este sentido, la película deja un poso algo amargo, ya que no se termina de definir por más que veamos la relación amor-odio que la protagonista mantiene con su hermana o la pasión todavía latente respecto a su antiguo novio.
Y la verdad es que resulta un tanto desesperanzadora toda esta senda a la que se encamina Viajo sola, porque la idea inicial es estupenda. Quiero decir, para alguien a quien le gusten las historias de espías y demás, aquí tiene una ligera pero certera dosis, ya que la protagonista no deja de ser una pequeña espía, como se define ella en una escena. Toda la parte de los hoteles está bastante bien lograda, tanto por su planteamiento como por su propia ejecución a la hora de retratarlo (empieza pareciendo el típico trabajo que todos desearíamos, pero después de cinco cambios de escenario se nota que no es un trabajo fácil), pero la película pierde bastante en cuanto trata de plantear dilemas morales que al final acaban redundando en lo mismo de siempre y, en consecuencia, el poso final que deja es muy distinto (para mal) del que debería haber sido.