A su paso por el Festival de Cine de Sevilla, el joven cineasta polaco Tomasz Wasilewski presentó United States of Love, su tercer largometraje, que llegó al certamen avalado por su premio en Berlín al mejor guión y con la presencia en la dirección de fotografía de uno de los nombres más importantes del cine rumano y del actual panorama europeo, Oleg Mutu (4 meses, 3 semanas y 2 días o La Muerte del señor Lazarescu).
Wasilewski nos lleva a la Polonia de 1990. El comunismo hace un año que colapsó y ahora Polonia se abre al capitalismo y a Europa. Pero su cineasta no está interesado en los asuntos políticos. Su punto de partida son cuatro mujeres que deben vivir en un mundo sin opciones, condenadas a diferentes tipos de amores imposibles, consumidas por la infelicidad y reprimidas sexualmente, lo que termina por llevar a cada una de ellas a situaciones extremas tocadas por un drama seco que imprime todo el relato.
La historia seguirá a estas cuatro mujeres sumidas en una crisis a la que no se vislumbra solución. Agata se encuentra en un matrimonio vacío, con un marido al que ya sólo le une una hija en común mientras se encuentra irremediablemente atraída por el joven párroco local. Iza es la aparentemente fría y sofisticada directora del colegio donde estudia la hija de Agata, pero su mundo se derrumba cuando su amante decide terminar la relación tras la muerte de su mujer. Renata es una profesora del colegio, ya cercana a la edad de jubilación, que lleva una vida solitaria, casi invisible, y que está secretamente enamorada de la joven y bella Marzena, profesora de aeróbic para gente mayor, antigua reina de la belleza, cuyo marido está trabajando en la Alemania Occidental y hace tiempo que no ve.
Si hay algo en común a todas estas mujeres, es la sensación que no pueden elegir sus caminos. Aunque el comunismo haya caído por fin, la sociedad polaca tardaría años en normalizar según que cosas, como el divorcio o la homosexualidad. Es una época de cambios, donde la iglesia católica volverá a tener su posición de poder en la sociedad tras casi 50 años pisoteada por el marxismo, como se puede ver en la película, cuando el cura va casa por casa bendiciendo los hogares polacos. Pero como decía anteriormente, también hay otros cambios que no llegan.
Podría pensarse que las mujeres de la cinta de Tomasz Wasilewski actúan de manera irracional, pero esto se debe al mundo de opresión en el que siguen viviendo y sobre todo, al silencio que impera. No hay confidentes, ni encuentros con otras personas que puedan entender su situación, cada una de ellas debe sonreír de cara a la galería y consumirse por dentro. Podría haber un espacio común de entendimiento y apoyo, pero cada una lleva la guerra por dentro y aunque coincidan en escenas, ninguna sabe el sufrimiento de las otras. Su cineasta sigue con interés a los personajes, contando cada una de las historias de principio a fin y retornando al punto de partida para empezar otra historia, por lo que en ocasiones observamos la misma escena desde diferentes puntos de vista.
La película tiene una fotografía sin colores vivos, en unos tonos pastel que impresiona con el efecto del blanco y la nieve. Wasilewski y Oleg Mutu, el director de fotografía, comentaban en una entrevista que ellos no recordaban la época de la transición del comunismo al capitalismo con colores. Ambos eran niños en dicho momento, y bien podrían tener en la actualidad la edad de algunos de los personajes de la obra.
Hay que mencionar también el tour turístico que se está marcando nuestro amigo Oleg Mutu, que tras años como uno de los directores de fotografía más importantes de su país y consagrado como uno de los valores más en alza de la llamada nueva ola rumana, lleva tiempo compaginando sus trabajos en su Rumanía natal con proyectos por toda Europa, que le han llevado en los últimos tiempos desde Georgia (In Bloom, 2013), Bielorrusia (In the Fog, 2012), Bosnia (With Mom, 2013), Moldavia (The Unsaved, 2013) o ahora Polonia. Parece ser que media Europa llama a su teléfono, pero él sólo escoge los trabajos que le entusiasman de manera selecta.
Volviendo a la película, los hombres que aparecen son seres que no logran, ni quieren, ni nadie les ha dicho que no estaría mal probar a hacerlo, comprender el universo femenino. Entre su rigidez y la crisis de las protagonistas sólo puede surgir el drama. Incluso tal vez en ocasiones su cineasta parezca recrearse en la humillación a sus personajes, o cuanto menos, no evita cierto tremendismo.
United States of Love es una obra en la que cuesta entrar, con unos personajes que se muestran herméticos, salvo tal vez la entrañable Renata, la de mayor edad y que se comporta como una adolescente enamorada, en un piso lleno de pajaritos y colorido, poblado con enormes plantas. La idea queda clara, ella misma vive en una jaula hermosa. Las cuatro mujeres siguen un orden de edad donde mientras más adulta se es, mayor es la opresión, hasta llegar a una Renata a la que intuimos que lleva toda su vida encerrada, temerosa de que se sepa su condición y la que acepta con mayor entereza su situación, a la que sabe irreversible. En suma, quien ha terminado aceptado la derrota y se contenta con esporádicos encuentros amistosos con Marzena.
Muy posiblemente esas mujeres en la actualidad podrían tomar otro tipo de elecciones. Pero era otra época. Esa falta de oportunidades parece ser la obsesión del cineasta en la película, unido a una mirada femenina de la que su responsable se siente cómodo e identificado en el drama y la incomprensión, pero también las muestra valientes.
Una película que nos habla de elecciones, o la ausencia de ellas, en un mundo que empezaba a abrirse de manera lenta pero decidida. Ese silencio, llevar por dentro el drama, acaba por marchitar el alma, en un amor donde la obsesión, el sexo reprimido, las mentiras y el egoísmo están presentes, consumiendo todo lo que toca.
Ah sí, el título de la película resulta bastante irónico, por cierto.