El cine indio clásico no solo vive de las obras maestras de Satyajit Ray sino que posiblemente posee en Ritwik Ghatak a su mejor representante. El cine del autor bengalí es incomparable tanto por su enorme belleza visual como sobre todo por su profundo sentido intelectual, legando a la historia del cine auténticos monumentos documentales que retrataban el temperamento y la naturaleza más esencial de la sociedad india de la época. Coetáneo de Ray, el cual sentía una intensa devoción por el cine de Ghatak, su arte no gozó de la popularidad internacional que disfrutó su compatriota a pesar de que el propio Ray trató en vano de promocionar a nivel internacional el cine de su compañero y amigo. Mientras Ray era el cineasta del pueblo que llenaba hasta la bandera los cines de Bengala, Ghatak era el cineasta preferido por las minorías intelectuales y los jóvenes estudiantes. Su adicción al alcohol y su vida desordenada provocaron la muerte del genio a la temprana edad de cincuenta años. El cine de Ghatak permaneció más o menos oculto hasta que a mediados de los años ochenta gracias a la re-edición de su obra, a la reivindicación de parte de la crítica internacional e igualmente por mediación de una apasionada veneración de una nueva generación de cineastas indios (como Mira Nair) salió de nuevo a la luz para deleite de los cinéfilos amantes del cine profundo y con sustancia.
Si bien la obra más conocida y emblemática de Ghatak es sin duda Estrella nublada (una hipnótica historia rural considerada como una de las mejores películas de la historia del cine, en la que predominaba una visión feminista a favor de la liberación de la mujer frente a las obligaciones familiares y las tradiciones, las cuales impedían el desarrollo y la felicidad individual de la mujer en su plenitud) en mi humilde opinión la cinta que vamos a reseñar a continuación es la mejor y más grande obra maestra de la historia del cine indio (opinión personal como no cabe de otra forma). Y es que Un río llamado Titash es la Capilla Sixtina del cine realista y trascendental. Pocas películas reflejan con tanta sensibilidad y maestría la vida en su más amplio sentido.
Porque la cinta versa casi exclusivamente sobre los misterios de la vida, pero sin rebuscar ninguna explicación científica ni letrada en dogmas universitarios o filosóficos ininteligibles, sino que el complejo enigma el cual es la vida es dibujado desde la sencillez y la cotidianidad, sin pretender lanzar discursos tajantes e irrefutables, sino simplemente dejando que fluya la vida a través de los ojos en los que se convierte la cámara de Ghatak, con su ritmo rutinario, como si del Río Titash que titula la cinta se tratara, sin adornos ni artificios. Porque la vida es lo que pasa a través de nuestros ojos cuando contemplamos la película: es iniciación, descubrimiento, amor, dolor, sacrificio, tedio, oportunidad,tragedia, esperanza, locura, integración, desilusión, familia, pobreza, solidaridad, maternidad.
Como ya hiciera en Estrella nublada, Ghatak opta por captar la esencia de la vida desde el universo femenino. La mujer y su cosmos es el epicentro que hace girar la trama y que confiere sentido a la epopeya narrada por Ghatak, siendo éstas las auténticas heroínas que hacen emanar a partes iguales bondad e integridad, si bien no son dibujadas como las típicas personas sumisas y recatadas que aceptan las inmoralidades impuestas por la sociedad, sino que en Un río llamado Titash encontraremos mujeres valientes y guerreras que no dudarán en enfrentarse de cara con los mezquinos, cobardes y corruptos hombres que plagan la trama. Dualidad ésta (la de mostrar a unas mujeres íntegras y libres frente a unos hombres mezquinos y pusilánimes) de la que se vale Ghatak para trazar un maravilloso alegato en favor de la maternidad, la cual es detallada desde un punto de vista místico a través de la asimilación de la maternidad con la diosa madre de todos los hindúes. Para Ghatak la maternidad es el auténtico Dios creador de vida desde la nada, un faro que guía las enseñanzas y vivencias de los hijos. La carencia de maternidad solo puede conllevar infelicidad y tragedia, tal como le sucede a la protagonista principal de la trama de Titash.
El otro protagonista indiscutible de la obra es sin duda el Río Titash, el cual sirve como metáfora del discurrir de la vida. El río desborda caudal en los momentos de mayor felicidad, fluye reposadamente mientras discurren lentamente los acontecimientos cotidianos y se seca cuando la miseria y los miedos atrapan con su mortal abrazo a los habitantes de los poblados que se asientan en su orilla. El hecho de situar la historia en el marco de los poblados de pescadores que habitan los bordes del río ofrece a Ghatak la oportunidad de fotografiar con estilo documental las prácticas y costumbres rurales de la India profunda (impresionantes son las tomas de la competición de remos llevada a cabo en la festividad del poblado, así como las exóticas fotografías en los márgenes del Río que muestran en todo su esplendor la flora selvática y fauna humana de los míseros poblados de pescadores, los mercadillos, la elaboración artesanal de postres de arroz por parte de las mujeres hindúes, la calidez presente dentro de las humildes cabañas que sirven de hogar a los moradores rurales, etc).
Y el otro protagonista silencioso que exhibe Titash es la dignidad de los pobres. A pesar de las desgracias, pobreza e infortunios que persiguen a los protagonistas de la cinta, éstos afrontan los mismos siempre con esperanza y confianza, no dejando que los miedos y las lamentaciones se apoderen de su conciencia. A diferencia de la quejica y apesadumbrada forma de afrontar los problemas que caracteriza al mundo occidental, en la cinta de Ghatak no hay cabida para lloros y quejas autocomplacientes, sino que son la fortaleza moral y la fe los ejes que promueven la serena resolución de los conflictos.
El ritmo tedioso y pausado plagado de largos planos secuencias en los que las actrices demuestran su tremenda capacidad interpretativa (la cinta cuenta con una de las mejores interpretaciones femeninas que recuerdo haber visto recientemente en cine, la de Rosy Samad) unido a la crudeza realista de las imágenes del film causan un enorme impacto interior en el espectador. Aunque si bien la cinta es intrínsecamente trágica y desgarradora, no produce los efectos devastadores en la aquiescencia del espectador que suscitan los films más nihilistas de corte occidental, al revés, a pesar de la tristeza que brota de todos los rincones de la película, mi sensación al finalizar el film fue la de una penetrante paz interior. Quizás el hecho de que la estrategia de Ghatak se base en mostrar sin artimañas ni trucos emocionales las vivencias de los protagonistas ayude a evitar que penetren en la mente del espectador efectos impostados o subliminales. Esto es lo que me parece más magistral de la película: el hecho de reflejar la vida tal y como es, sin artificios.
La trama sigue la línea argumental de las películas río, es decir aquellas que se basan en contar la vida de los personajes desde la infancia hasta llegar al punto culminante de la existencia, narrando las vivencias de cuatro personajes cuya vida se ve truncada por el mutuo contacto. [Spoiler] Así la primera secuencia nos muestra a una niña (Basanti) que hechizada por la magia del río Titash ansía casarse cuando crezca con el joven Kishore, un joven pescador que la regaló un viaje por el río en una pequeña barca construida por él mismo. Kishore cuenta como mejor amigo a Subol, el cual está a su vez enamorado en secreto de Basanti. Pasados los años y dejado atrás el universo infantil, Kishore salva de ser secuestrada por el ataque de unos bandidos a Rajar Jhi, la hija del jefe del poblado vecino en el cual se encontraba vendiendo pescado. En acto de agradecimiento éste ofrece a su hija como esposa de Kishore, el cual a pesar de los recelos iniciales acepta el casamiento a pesar de que prácticamente desconoce a su esposa. Sin embargo en el viaje nupcial a través del río camino del pueblo de Kishore un ataque bandido provoca que Rajar Jhi desaparezca en las fauces del río Titash. En un principio Kishore creerá que su esposa ha muerto ahogada, hecho éste que trastocará su débil mente hacia los designios de la locura. Sin embargo el río transporta el cuerpo de Rajar Jhi hasta un remanso del río, siendo de este modo rescatada por unos pescadores que habitan un poblado cercano.
Pasados diez años, Rajar Jhi decide abandonar el poblado que la acogió para visitar el pueblo de origen de su marido junto a su hijo Ananta (fruto de su primer y único contacto carnal con su esposo Kishore), con el objetivo de localizar a su marido y que éste pueda conocer a su retoño. A la llegada de Rajar Jhi al pueblo de su marido ésta conocerá a Basanti, una joven viuda, cuyo marido (Subol) se ahogó en un accidente de pesca el mismo día en el que se celebró la boda que unió a ambos. Poco a poco Rajar y Basanti forjarán una profunda amistad que va más allá de la mera formalidad, de modo que Basanti auxiliará a Rajar y a su hijo como si fueran dos familiares ocupándose de procurarles cobijo y alimentación. Sin embargo la extrema pobreza persistente en el seno de la familia de Basanti provocará los recelos de su madre, la cual no entiende la ayuda desinteresada que Basanti administra a su amiga, hecho éste que provocará el enfrentamiento entre madre e hija. En el transcurso de una noche Basanti contará a Rajar la historia del loco Kishore, relato éste que descubrirá a Rajar que el loco del relato es en realidad su anhelado marido. Los chismes y mezquindades acerca del origen de Rajar difundidos por los habitantes del poblado inducirán que en un fugaz encuentro entre los antiguos amantes, los moradores del pueblo crean que Kishore está intentando ultrajar a Rajar, por lo que una turba enfurecida terminará con la vida del demente. Rajar desesperada ante el fallecimiento de su marido se suicidará lanzándose al río.
La muerte de Rajar dejará huérfano a Ananta, de modo que la atormentada Basanti adoptará al pequeño ejerciendo las labores de madre que los designios del destino la habían impedido desempeñar. Sin embargo la cada vez más ruinosa perspectiva económica inherente en el poblado motivada por el descenso del cauce del río, obligará a Ananta a ser enviado con una familia terrateniente, por lo que la aspiración de Basanti de realizarse como madre se verá de nuevo truncada. Sin embargo el curso del Río seguirá fluyendo y atrayendo hacia el mísero poblado de pescadores a nuevos y usureros personajes que llenaran de vida los lodazales del Titash. [/spoiler]
Este argumento aparentemente complejo sirve a Ghatak para trazar una película de dos horas y media en la que a pesar de su ritmo pausado y parsimonioso el tiempo avanza sin pausa. El cuadrilátero amoroso ideado por el cineasta indio es una mera excusa para plasmar una mirada limpia y reflexiva sobre las interrelaciones humanas y los esquemas que las promulgan. Si bien se trata de una película coral, el punto fuerte del cuadrilátero es sin duda el personaje de Basanti, es decir, el reflejo de una mujer viuda, pero independiente que no dudará en enfrentarse con su familia y con las tradiciones para defender su liberdad y aquello que considera justo. Con un punto de vista muy progresista y moderno, Ghatak filma una de las más grandiosas obras de arte que ha deparado el cine de una penetrante carga moral y humanismo que seguramente no dejará indiferente a ningún espectador. Es posible que para cierto perfil de público Un río llamado Titash sea una película inabarcable debido a su espíritu reposado en el cual parece que nunca pase nada. Sin embargo, si se consigue vencer al tedio, este film atrapa como pocos son capaces de hacerlo. Sin duda una obra de arte que merece ser contemplada y disfrutada desde lo más profundo del alma.
Todo modo de amor al cine.