Un jurado internacional presidido por el director Neil Jordan (Greta, 2018) decidirá el palmarés de la inminente 67ª edición del Festival de San Sebastián. Junto a él estarán las actrices Bárbara Lennie (El reino, Rodrigo Sorogoyen, 2018) y Mercedes Morán (Familia sumergida, María Alché, 2018), los productores Pablo Cruz (Zama, Lucrecia Martel, 2017) y Katriel Schori (Free Zone, Amos Gitai, 2005) y la directora de fotografía Lisabi Fridell (And Then We Danced, Levan Akin, 2019). La Sección Oficial —que como siempre es fácil adelantar que generará división de opiniones muy polarizadas respecto al criterio de selección de sus títulos— la inaugurará Blackbird de Roger Michell (Notting Hill, 1999). Con un reparto bastante llamativo en el que se incluye Susan Sarandon, Mia Wasikowska, Kate Winslet, Lindsay Duncan o Sam Neill, poco se puede esperar de ella salvo el típico largometraje crowdpleaser que suele ser habitual que abra un certamen que centra gran parte de sus esfuerzos de programación y organización en satisfacer las expectativas y necesidades del público asistente, para bien y para mal. El riesgo habrá que buscarlo en propuestas como el nuevo largometraje de Malgorzata Szumowska (The Other Lamb), en lo que promete ser otra incisiva mirada de la directora polaca a los cimientos de la sociedad polaca y la influencia de la religión en ella. O también en Thalasso, el nuevo film de Guillaume Nicloux que recupera al escritor Michel Houellebecq interpretándose a sí mismo (El secuestro de Michel Houellebecq, 2014) junto a Gérard Depardieu.
Este año el festival ha decidido otorgar el reconocimiento honorífico de sus Premios Donostia a la actriz española Penélope Cruz, el actor canadiense Donald Sutherland y el cineasta griego Costa-Gavras. Acompañarán a los galardones con la proyección de sus recientes producciones: Wasp Network de Olivier Assayas, Una obra maestra de Giuseppe Capotondi y Adults in the Room del propio Costa-Gavras, respectivamente. Mientras tanto, la proyección de clásicos restaurados amplía su actividad con El ladrón de caballos (Tian Zhuangzhuang, 1986), Mishima: Una vida en cuatro capítulos (Paul Schrader, 1985) y Sátántangó (Béla Tarr, 1994). Esta mirada al pasado se expande como cada año con una completa retrospectiva que en esta ocasión se centra en el director mexicano Roberto Gavaldón.
En las Perlas como siempre suponen un repaso inabarcable a un buen puñado de películas de las que más ruido y reconocimiento han tenido en el panorama internacional los pasados meses. Empezando por la flamante ganadora de la Palma de Oro en Cannes, Parasite (Bong Joon-ho), pero también con las nuevas cintas de Pablo Larraín (Ema), Hirokazu Koreeda (La verdad), Céline Sciamma (Retrato de una mujer en llamas), Oliver Laxe (Lo que arde), Robert Eggers (El faro), Steven Soderbergh (The Laundromat) o Ciro Guerra (Waiting for the Barbarians). Frente a nombres ya reconocibles destaca como siempre en el Zinemaldia su sección dedicada a nuevos cineastas (New Directors), en la que cada año se descubren nuevos valores con gran potencial. Algunas obras bastante prometedoras a priori parecen ya perfilarse con La inocencia de Lucia Alemany, Las letras de Jordi de Maider Fernández Iriarte o Las buenas intenciones de Ana García Blaya.
En la selección de títulos de Horizontes Latinos destacan los últimos trabajos de Jayro Bustamante (Temblores y La llorona) y La cordillera de los sueños, el último film documental de la trilogía de Patricio Guzmán —cuyas entregas previas fueron Nostalgia de la luz en 2010 y El botón de nácar en 2015—. También se incluye Los tiburones, el largometraje de la directora uruguaya Lucía Garibaldi que le valió un premio en el último Sundance, o De nuevo otra vez, el debut de la actriz, escritora y dramaturga argentina Romina Paula. Zombi Child (Bertrand Bonello) sería la película más relevante de ese apartado del cine con tendencia autoral y estética más radical que es Zabaltegi, dentro de la que es notable la presencia del quizá excesivamente prolífico Takashi Miike (First Love), el cortometraje La leyenda dorada (Ion de Sosa, Chema García Ibarra) y el mediometraje Urpean lurra de Maddi Barber. Además se proyectará el documental Delphine et Carole, insoumuses (Callisto McNulty), que registra el activismo feminista y audiovisual de la actriz Delphine Seyrig junto a Carole Roussopoulos en los años 70 con la tecnología del vídeo y a través de su mirada y su carrera. Y sin olvidar Giraffe de Anna Sofie Hartmann, la cinta que se pudo ver en el pasado festival de Locarno fuera de competición.
Leticia Dolera (Requisitos para ser una personal normal, 2015) tendrá en la sección Velódromo la proyección íntegra (8 episodios) de su serie Vida perfecta —coescrita con Manuel Burque, coprotagonizada junto a Celia Freijeiro y Aixa Villagrán, dirigida junto a Elena Martín y Ginesta Guindal—, que ganó el máximo galardón en el Festival Internacional de Series de Cannes (Canneseries 2019) además de un premio especial a sus actrices protagonistas. La presencia del cine español siempre prominente entre todas sus secciones se completa en Made in Spain, una selección recopilatoria de lo más relevante del año que incluye La virgen de agosto (Jonás Trueba), La ciudad oculta (Víctor Moreno) y Staff Only (Neus Ballús). Lo mismo que se aplica con el cine vasco y su Zinemira, donde encuentra su hueco Paso al límite (Maider Oleaga) y el largometraje El doble más quince de Mikel Rueda, basado en su corto previo Caminan (2016). Una sección que inaugura la última obra de Helena Taberna, Varados, que aborda la crisis migratoria de refugiados en el Mediterráneo.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.