Encontrar el dispositivo formal adecuado es la clave de cualquier película, pero cuando la película en sí misma trata de un proceso de búsqueda ¿cómo transmitir ese concepto manteniendo algún tipo de estructura que sirva a su discurso? Ese es el principal desafío al que Éric Baudelaire parece haberse enfrentado en la realización de Un film dramatique. La obra captura un proceso de cuatro años trabajando con un grupo de alumnos de secundaria del colegio Dora Maar, otorgándoles desde el principio el poder de la imagen con la utilización personal de videocámaras. De tal manera se construye por un lado la autorrepresentación individual subjetiva de cada alumno, mientras el director propone cierto sentido en determinadas actividades conjuntas y documenta el proceso y sus reacciones. El resultado es una amalgama formada entre declaraciones espontáneas, tomas y pensamientos originales en la búsqueda por registrar todo aquello que se les pasa por la cabeza y una dialéctica orgánica, horizontal y de reciprocidad entre Baudelaire y sus colaboradores —que permite elaborar todo un laboratorio de experimentación y descubrimiento del cine con los adolescentes como centro del relato—.
A diferencia de algunos largometrajes recientes como Premières solitudes (Claire Simon, 2018) —cuya base también era la interacción directa con adolescentes para llevar al espectador los hallazgos desde un naturalismo y observación con la cámara de diálogos y testimonios sobre familias, anhelos y su visión del mundo—. O Nos défaites (Jean-Gabriel Périot, 2019), en donde la propuesta de recreación de secuencias de films posteriores a 1968 y la canalización de su director mediatizan notablemente el resultado, determinado muy apriorísticamente por unas intenciones muy evidentes que impregnan todo su metraje en su deducciones políticas, rozando cierta falta de ética y una perspectiva profundamente condescendiente hacia sus protagonistas, Un film dramatique mantiene en todo momento una incertidumbre y subversión permanentes. Conversaciones que abordan asuntos sociales y políticos desde certezas envueltas en una candidez sorprendentemente aproximadas a una realidad que por defecto asumimos es demasiado compleja para ellos; también la convivencia del día a día entre jóvenes de orígenes y condiciones diversas. Su trabajo en equipo y el diálogo constructivo constante forman la infraestructura principal de la narración de un auténtico ejercicio de representación y estudio de la sociedad francesa actual a partir de sus futuras generaciones, siempre desde un optimismo apoyado en la mirada humanista y cómplice de su director.
Y en medio de todo esto surge la pregunta: ¿qué es una película? ¿esto que están haciendo es cine de ficción, documental o qué es? ¿qué tipo de película surge de esta discusión en curso, de esta mezcla de situaciones, palabras y dinámica sin rumbo definido? Se suceden las prácticas que descubren distintas ideas asociadas a la imagen y el sonido, que permiten también reflexionar sobre su función e interrelaciones, además del vínculo entre quién filma y el sujeto filmado. Cada personalidad de los alumnos acaba teniendo su espacio suficiente, explorando las conexiones con otros y dejando que se expresen sin filtros. El paso del tiempo quizá forma parte de uno de los mayores problemas por resolver para la cinta, que durante muchos minutos se integra sutilmente mientras la obra les acompaña en su desenvolvimiento narrativo. El mínimo hilo principal que mantiene con el montaje un universo disperso de individuos unidos por su centro educativo y la creación se puede percibir insuficiente para mantener la cohesión del conjunto, lastrado en ocasiones en exceso por la apertura continuada de puntos de fuga y digresión lúdica. Pero nunca debe olvidarse que se trata de una película inacabada por naturaleza, reflejo no sólo del desarrollo de la relación del cineasta con los alumnos, sino también de un proceso de aprendizaje, de un lapso de sus vidas en incesante adaptación y de la imposibilidad de seguir filmando indefinidamente para llegar a una conclusión que sólo puede proveer la totalidad de experiencias de sus historias completas.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.