En un plano secuencia un vehículo recorre una carretera llena de niebla, en medio del camino el vehículo choca con la barandilla y cae por un barranco. De tal forma abre el realizador la película presentando el detonante del relato y a la vez su estilo. Esta es la historia de Ingimundur, un policía en retiro que perdió recientemente a su esposa (en el accidente del comienzo). En apariencia Ingimundur es impasible ante el deceso, vive tranquilo dedicando sus días a arreglar su vivienda y a pasar tiempo con su nieta, pero a lo largo de la historia nos iremos dando cuenta que dentro del protagonista se esconden violentas emociones que luchan por surgir.
Este es un drama sobre la masculinidad clásica, sobre aquellos hombres que reprimían sus sentimientos como si estos fuesen debilidades, que rehuían las caricias o muestras de afecto, y que solo sabían resolver sus problemas a golpes. Para Ingimundur la pérdida es solo un trago agrio que debe digerir, una situación natural a la que se debe acostumbrar, dominando sus pensamientos con un discurso que parece lógico. Sus verdaderas emociones se revelan cuando descubre una posible infidelidad, cuando su hombría es transgredida, es este el momento en que el personaje puede al fin liberar su rabia.
El estilo del filme pareciera empapado del carácter de su protagonista, priman los planos largos, la búsqueda del realismo en los diálogos y la austeridad en la mayor parte del montaje, cosa que genera una sensación de contención del drama. Los objetivos y emociones de Ingmundur no son claros en gran parte de la película, el espectador debe estar atento de las acciones del personaje para deducir sus propósitos; en este sentido me recuerda a algunas obras de la nueva ola rumana, en especial al trabajo de Corneliu Porumboiu, pues al igual que los primeros trabajos de este director la cinta tiene dos mitades claras, una enfocada en presentar al personaje, parte de su universo y cotidianidad de manera objetiva y la otra en generar un clímax donde el relato deja de ser confuso y las acciones se vuelven más definidas. La cinta logra algunas escenas bastante poderosas en su segunda mitad gracias a una tensión bien manejada a través de las actuaciones del protagonista y los demás personajes. El papel de Salka, la nieta de Ingmundur, también es fundamental para el desarrollo de la historia, a través de ella podemos observar una faceta más cálida del protagonista, si bien con ella no llega a ser en extremo cariñoso, sí demuestra mayor tolerancia y empatía.
El tema narrativo puede ser un arma de doble filo en ciertos momentos de la película ya que el director explora varias ideas que son interesantes pero que no terminan de funcionar, tales como rompimientos temporales, algún plano que roza lo surreal y un par de escenas que pueden generar la expectativa de que la cinta va hacia otros derroteros, ideas que hacen al filme a veces más confuso de lo necesario.
Sin mucho por criticar, A White, White Day es una película recomendable que hace un estudio bastante interesante del protagonista en el que permite observar diferentes facetas de su realidad de una manera objetiva, permitiendo estudiar y reconocer cómo se desarrollan las emociones del personaje y el porqué de estas. El drama propuesto por el director Hlynur Pálmason es uno importante de analizar en los tiempos que corren, donde se habla de la necesidad de deconstruir los estándares de la masculinidad clásica, pues nos permite observar al individuo entendiendo no solo su carácter sino también su contexto y modos de vida.