Un beau soleil intérieur (Claire Denis)

Mujeres. Cuando se han vivido los suficientes años y se está sin pareja, mujeres y hombres perciben dos mundos muy distintos en el aspecto amoroso. El personaje de Juliette Binoche en Un beau soleil intérieur (Claire Denis) es una madre divorciada de mediana edad y no quiere resignarse a estar sola el resto de su vida. Una vida que a corto plazo se compone de una serie de citas y relaciones con hombres nuevos y reencuentros con otros del pasado que no parecen ir a ninguna parte. A través de enérgicos diálogos en secuencias que fragmentan su lucha cotidiana con las expectativas románticas, el sexo y los problemas de entendimiento con sus pretendidos amantes, Denis crea un retrato impresionista de su protagonista. Uno que no se compadece de los fracasos o sus anhelos incumplidos, sino que se ríe a través de la misma de lo patético, indignante y trágico de la situaciones en que acaba encontrándose una y otra vez.

Hombres. El humor está aquí separado del drama de una fina línea por un tono establecido de forma específica a través de situaciones que juegan constantemente con el subtexto para crear secuencias que permiten lucir el inconmensurable talento de Binoche, que transmite con gran naturalidad todo un abanico de emociones, desde lo más contenido a lo extremadamente exagerado. Y a partir de esa exageración y por el contraste continuo de intensidades y mensajes contradictorios que experimenta, surgen momentos de gran comicidad. El joven que no asume su atracción hacia una mujer mayor, el hombre casado incapaz de sacrificar su matrimonio por ella, otro que parece entender todavía el amor como si tuviera todo la vida por delante y el eterno retorno al ex son algunos de los miembros de esta auténtica galería de los horrores de individuos de distintos grados de patetismo con los que obtiene placer y esperanza, pero también desconsuelo y frustración.

Y viceversa. Gran parte de la narración del film de Denis utiliza los problemas de comunicación y el miedo a transmitir los deseos propios hacia el otro como principal catalizador del cortejo y de la socialización en general. El peso formal lo llevan los intercambios hablados de sus actores, con una cámara que parece introducir nuestra mirada —ajena al film— dentro de las conversaciones privadas de su protagonista, atendiendo minuciosamente a los detalles que permitan desvelar sus verdaderas intenciones y sentimientos. ¿Y si Isabelle por fin encontrara a alguien como ella que busque a esa persona especial con la que sentir de nuevo amor de verdad? ¿Sabría reconocer las señales? Como el impagable personaje de Depardieu le hace constatar, lo mejor es ser feliz consigo misma y no precipitarse con cada posible opción que se aparezca en su camino. Mantenerse “abierta” a que cualquiera podría ser el indicado, pero ni mucho menos dejarse llevar por la simple necesidad y esperar que todos lo sean en potencia. Pero todos sabemos que cada oportunidad puede ser la última. O la primera. O ninguna en absoluto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *