Se dice que la vida va de cruzar puentes, y los directores Tyler Nilson y Mike Schwartz se lo han tomado siempre al pie de la letra. Ahora están promocionando una película entre el indie y lo sureño, que tiene de celebración por la vida de los perdedores tanto como tufillo a pescado y sudor, y es que The Peanut Butter Falcon —título que le va como anillo al dedo si pensamos en su apartado onírico y de superación personal— o como se la ha conocido en España, La familia que tú eliges —este le pega más cuando pensamos en su vitalidad y enseñanza básica, incluida la superación personal—, ha sido su gran carta de presentación, una película sin complejos ni complicaciones con la que hemos podido recorrer el norte de California balseando sus aguas pantanosas para descubrir pequeños personajes de quimérica importancia.
Pero este no ha sido su primer trabajo juntos. Nilson y Schwartz se unieron un par de veranos a Nick Vitale, todos ellos tras la productora Lucky Treehouse, para realizar el cortometraje The Moped Diaries. Y aquí es de donde surge ese ansia viva por cruzar puentes.
Con una historia escrita por Tyler Nilson (que se reserva de paso el papel principal), conocemos a Levi y sus circunstancias, y conseguimos un catálogo representativo de todo aquello que mueve a estos jóvenes cineastas. Para ello se centran en un lugar conocido, la isla de Outer Banks frente a Carolina del Norte, lugar de nacimiento de Nilson, donde crea la paradoja del puente para hablarnos de ese necesario avance para conocer lo que realmente ofrece el mundo.
The Moped Diaries es sencilla y directa, pero no pierde ocasión de recrear algo de magia en los misterios de las pequeñas desgracias que marcan la vida de Levi. Tarde o temprano, todos los miembros de su familia ven afectada su vida por la existencia de un nuevo puente que une una isla llena de pescadores con el continente. El flotador y la tierra firme, esos dos mundo chocantes que quieren despertar a golpes al joven.
Con gracia y pocos complejos se va reforzando con una voz en off animada y resolutiva la historia de Levi, desde su niñez hasta su yo adulto, marcada por los abandonos (tragicómicos) de cada uno de aquellos que eran el pilar de su existencia. No hay motivo de lástima ni tristeza, es una pequeña aventura sitiada en una pequeña isla que no aspira a determinar futuros, sólo a narrar hechos con cierta originalidad. Sin duda The Moped Diaries es una pequeño ‹dejà vú› una vez conoces The Peanut Butter Falcon, sigue los mismos latidos de corazón, un poco de honestidad y sentido visual que irradia ilusión y cercanía y que pone en el ojo del huracán (o del halcón de mantequilla de cacahuete) a estos dos realizadores (al tercero le hemos perdido la pista), que prometen otra imaginería a base de color y buenrrollismo sin importar la maldad supina de la que disfrutamos diariamente en este mundo.