Sevilla tiene una luz espectral cuando Jaime se despereza en la cama, tras haber dormido durante todo el día. Es el final de la tarde. Saca el coche, conduce bajo la lluvia que emborrona el cristal parabrisas mientras la radio suena en el vehículo. En el hospital se lava brazos y manos bajo un fuerte chorro de agua, antes de ir al quirófano. Después de la operación, pasa la noche de guardia, visitando a sus pacientes, reconfortando a los familiares. Más tarde, al amanecer, se fuma un cigarrillo él solo, en la azotea. Regresa a su casa donde le espera Marcos para correr unos kilómetros. Desayuna sin nadie que lo acompañe, antes de acostarse hasta que comience una nueva jornada. La noche siguiente tendrá complicaciones por un niño ingresado tras una operación. Jaime y su equipo de enfermeros resuelven la crisis. Casi todo vuelve a la normalidad, hasta que llega un nuevo paciente en coma, tras recibir una paliza. El médico quiere hacer algo pero la doctora de guardia lo echa del quirófano. El herido de gravedad es Marcos, su hijo. Termina la rutina, empieza la pesadilla.
Después de Inside y Extinction —dos largometrajes rodados en idioma inglés con repartos formados por actores norteamericanos junto a otros españoles—, Miguel Ángel Vivas vuelve a Sevilla para dirigir su quinta cinta. El cineasta regresa a una historia coescrita con Alberto Marini, guionista y director con el que ya colaboró en la citada Extinction. Con un argumento también inscrito en una temática de suspense —cercana por momentos al cine de terror— Vivas realiza un trabajo que sorprende por su presentación como un producto comercial de género desde la cartelería, el tráiler y resto de material promocional. Sin embargo trasciende esa condición de mero producto de consumo al manejar un registro dramático que sitúa, tanto al personaje protagonista como al público, en posiciones demasiado incómodas.
La gracia del film es que, sin estar basado en hechos reales, resulta mucho más próximo que la mayor parte de películas que acreditan esa leyenda al inicio, ya sea por un cartel previo o sobreimpresionado. Tampoco se trata de un film que juegue con el neorrealismo como sistema de narración, pero resulta creíble por el carácter dubitativo, taciturno e impulsivo del cirujano. Una de las opciones más valientes que toma el cineasta es la inmersión en la mente del protagonista, pero no a través de monólogos interiores, diálogos explicativos o pensamientos, sino por medio de sus acciones. José Coronado se desnuda con un papel muy difícil, porque transita de la bondad a la cobardía, de la ira a la perplejidad. Sin heroísmo, con la humanidad como segunda piel. Sus decisiones son tan erróneas o viscerales como las que podríamos tomar otras personas en su misma situación. Desde que comienza una de sus persecuciones en coche, la pantalla se ilumina con un fogonazo intenso en rojo, sin razón aparente de una luz que deslumbre o una bombilla con ese color, simplemente como un aviso de la tensión que aumentará, del peligro inminente.
En este camino sin retorno, el protagonista modela un carácter masculino en decadencia, incapaz de mostrar sus emociones, obsesionado por proteger a su hijo y encontrar a los causantes de su estado. No importan los medios, solo el fin, un precepto que la cámara recoge en primeros planos, planos medios y largos planos secuencias que no abandonan a Jaime en su viaje enajenado. A bordo del coche, rodeado por los reflejos de las luces nocturnas, la frialdad metálica del entorno, los rostros desenfocados de los transeúntes. El fondo está emborronado como si fuera una abstracción que lo rodea, que poco importa al animal herido en busca de los cazadores.
El halo de western desaparece del horizonte porque ya no existe el honor. Nadie puede justificar su parcela de barbarie en esta rueda de venganza. Ni el padre consternado. Ni los jóvenes agresores. Tampoco los heridos, ni los olvidados. Entre tanto enfrentamiento viril solo las mujeres demuestran tener la cabeza fría. Los padres pelean por las fechorías de sus hijos. Y la redención no llega para nadie.
El cineasta demuestra un uso del plano secuencia operado sobre arnés que multiplica la potencia de las acciones. También aprovecha la fuerza de los videos grabados por un móvil, en ambos casos con una mirada cruda, pero sin hacer alarde ni pornografía de la violencia, sino reflexión. Otras secuencias que redundan en aciertos son las que quedan fuera de campo, sugeridas por el sonido, como es el caso de la pelea en los aseos. También la llegada de Luis Callejo al coche de José Coronado, con pocos diálogos, gestos certeros y buen uso del encuadre fijo. O las grabaciones por las cámaras de vigilancia de la discoteca, un empleo de planos generales anodinos en dos fechas diferentes, que consiguen emotividad a pesar de su aspecto monocromo y funcional.
Tu hijo podría ser solo un film de venganza con el interés añadido de una investigación casi policiaca, pero es mucho más. Se trata de una película con aire de ‹polar› francés, sin renunciar al carácter hispano. Un film que denuncia demasiados males, entre otros el maltrato de género, la creciente violencia juvenil o la desigualdad social, aunque sin la vocación panfletaria de un film con calado social premeditado. Una película valerosa, sin anestesia ni coartadas felices en su planteamiento, ya sea desde la producción, hasta los resultados conseguidos por todo su equipo técnico y artístico.
Película muy decepcionante.aburrida se hace muy larga y pedante. La trama no la explican y no se puede seguir…Película sin lógica y oscura
Es cierto que si no se entra en el tono de la historia puede resultar más larga o falta de ritmo. De hecho hubo una parte en el desarrollo que me resultó más lenta. Pero es una película que, con defectos, resulta más lograda por todos sus aciertos, desde mi punto de vista, claro. Un saludo.
La película es una clara realidad de que hablemos padres que haríamos cualquier cosa por nuestros hijos sin importar lo que ellos hayan hecho, y muchas veces perdemos el juicio y la razón del problema o las infracciones que hayan tenido, queremos justificar la frase común «Soy su padre» . A mí me parece una película muy buena para la reflexión de quienes somos padres y hablar de todos estos temas en casa y a tiempo, cuando nuestros hijos cruzan la línea de la adolescencia se vuelven vulnerables y presa fácil de un mundo cruel en las calles, sin embargo debemos prepararlos en casa con la comunicación, buenos ejemplos de nosotros como padres, darles buenos valores y lo más importante los principios de respeto hacia los demás y las leyes que hay que respetarlas, dejar los sentimientos a un lado y pensar muy bien nuestras acciones… En síntesis sin ser una película basada en la vida real, pues es como si lo fuera… Mi sugerencia ver esta película en familia y discutir todos los temas respecto a la juventud, las amistades y el entorno donde estamos viviendo. Saludos!
Pues en ese aspecto es bastante buena para la reflexión familiar, totalmente de acuerdo.