Abrimos el Festival de Cine Europeo de Sevilla con una película patria.
Tras Promoción fantasma y Spanish Movie, Javier Ruiz vuelve a ofrecernos otra comedia con clara vocación hollywoodense.
Lo que más podemos resaltar de una cinta como la presente, es la constatación de la evolución de su director por un cine que sólo se entiende con las reglas y los tics de esa nueva comedia que triunfa en Estados Unidos (y por tanto, si triunfa allí, también aquí, claro).
Así que, y espero que se note que huyo del clásico prejuicio, el modelo es USA, desde la nueva comedia de Judd Apatow a los hermanos Farrelly, e incluso aquella comedia Screwball de los años 30 del siglo pasado. Y por supuesto, La boda de mi mejor amiga (Bridesmaids, 2011), o aquellas cintas románticas de los 90. Hay que bucear mucho para encontrar alguna referencia a netamente española. La hay en la segunda boda, al mundo rural, que se nos muestra huyendo de los tópicos establecidos. Poco más.
La historia es simple y cualquiera puede ver el camino que va a recorrer. Sorprende que un producto que se vende como algo fresco y divertido tenga todos los clichés establecidos en cuanto personajes. No hemos evolucionado desde El diario de Bridget Jones. Sin embargo, el guión sabe ofrecernos momentos divertidos, sobre todo en la primera parte. Es digno de recuerdo ese inicio, que de igual manera, nos remite a la escena inicial de Happiness (ídem, 1998). Inma Cuesta, eso sí, está genial como Ruth, la protagonista que debe asistir a tres diferentes bodas invitada por sus tres ex-novios mientras busca el amor para demostrar que no es una fracasada, tanto laboral como sentimentalmente.
Por bodas, la cosa va de más a menos. Así sale ganando Paco León en su enésimo papel del Luisma (en este caso, un Luisma surfero). El problema es que la parte final salen a la luz todos esos clichés que al menos en la nueva comedia americana intenta evitar o revertir. Aquí no se huye de ello, se considera que el público está lo suficiente metido en la peli y pasándoselo en grande como para tener que cambiar el rumbo establecido. Y la cosa, visto lo visto en la sala, funciona a la perfección. Lo suficiente para que servidor fuera uno de los pocos que no saliera entusiasmado de la proyección. Y no sabéis como odio ser el Boyero de turno.
Tampoco estoy diciendo que sea una mala película, ojo. La evolución de su cineasta está ahí, desde su primer fallido trabajo con Spanish Movie, pasando por Promoción Fantasma a esta divertida y alocada cinta. Pero algunos aún esperamos que nos deleite con algo tan sencillito como fue se trabajo final de carrera en la ESCAC, Treitum.
Tres bodas de más gustará a quien busque una comedia made in USA divertida y no especialmente elaborada, con personajes arquetipos y lleno momentos musicales. No hay más, que desde luego no es poco.