De Danny Boyle se podrán decir muchas cosas, pero nadie podrá negarle su originalidad. El director británico, pues busca siempre nuevos caminos y maneras diferentes para realizar su trabajo. En este caso, es el cine de robos de guante blanco, una temática siempre fascinante, la que atrae su atención, ofreciéndonos un thriller que trae una nueva vuelta de tuerca al género.
Y es que Boyle nos ofrece una película tramposa, que deja claro desde el primer momento que tiene más historia oculta que otra cosa. Para ello utiliza el viejo truco de la amnesia. James McAvoy es cómplice del robo de un cuadro en la casa de subastas donde trabaja. No obstante, recibe un golpe en la cabeza que le impide recordar el paradero de la obra de arte. El jefe de la banda, Vincent Cassell, desesperado por obtener su lienzo, le obliga a probar una terapia alternativa como es la hipnosis. La terapeuta, Rosario Dawson, pronto se verá implicada en esta trama.
La cinta utiliza multitud de recursos para mantener nuestra atención: Giros argumentales, cambios narrativos en primera y tercera persona, utilización de símbolos como parte central del rompecabezas que es el guión. Estamos ante un largometraje que es puro cine noir, pero realizado para intelectuales. La complejidad del guión, donde reside la fuerza pura de esta película, nos mantendrá atrapados en el asiento una hora y media, como si fuera un juego de trileros, pensando dónde estará el truco (Pues está clara su vocación de peli tramposa desde el principio)
El triángulo amoroso constituido por James McAvoy, Vincent Cassell y Rosario Dawson también da mucho juego a nivel interpretativo. Los tres actores, que realizan una labor soberbia, se embarcan en un mundo de amor, romance y traición muy bien integrado en la secuencia principal.
Justo cuando tenemos este viaje divertido e imparable hacia las profundidades y los oscuros y recónditos senderos del interior del ser humano, y nos lo estamos pasando bien tratando de encajar todas las piezas que propone Boyle, llega un final que no está a la altura, que parece, más que un ejercicio intelectual, el clásico final hollywoodiense puramente visual, lleno de efectos especiales. Boyle opta por cambiar de registro en la última parte del metraje, dándonos mascadito todo aquello que ha planteado anteriormente. Los minutos finales no están a la altura del resto del film. No obstante, esto no supone que no podamos disfrutar de una gran película. Simplemente, le quita ese punto de juego mental que tenía hasta el momento.
La verdad es que el trabajo nos demuestra la madurez de Danny Boyle, pues este film se acompña de una dirección fotográfica y una banda sonora que parecen, simple y llanamente, inmejorables. El trabajo en la sala de montaje es espectacular, sobre todo dada la complejidad de lo que se pretende contar (Puede haber algun giro más forzado, pero es difícil enlazarlo perfectamente todo en una historia tan compleja)
Quizá esta misma complejidad sea la que juegue un poco en su contra, pues por momentos puede generar confusión en cierto tipo de espectadores. Aunque al final, gracias a la intensidad persistente en todo el largo y las (demasiadas) explicaciones dadas al final tampoco resultará tan difícil de seguir.
En conclusión, estamos ante un ejercicio que podría resultar pretencioso, pero que resuelve muy bien aquello que plantea. Una película divertida, intensa, inteligente y tramposa, coronada por la gran actuación del trío protagonista, que no defraudará a aquellos que decidan entrar en el nuevo juego propuesto por Danny Boyle.