Uno de los estereotipos más consolidados en la historia del cine, ha sido el de los jugadores de los equipos deportivos de la universidad (fútbol, baloncesto, hockey, béisbol, etc. El deporte en si da igual, mientras que sea popular y exija cierta preparación física). Los jugadores de estos equipos parecen ser personas siempre cachas, con poco cerebro, los más populares entre las chicas y los matones del patio. Personajes con los que resulta algo difícil empatizar y que suelen ser caricaturizados y convertidos en el objeto de todos los golpes de humor. Habitualmente las películas que intentan acercarse a esta etapa de la juventud toman como protagonistas a un joven pringadillo o un personaje poco popular en su entorno, mientras que los cachas son vistos como los rivales. Seguramente es el recurso más fácil, para que la mayoría de espectadores se sientan identificados con el personaje.
Richard Linklater rompe con este habito dentro género, para presentarnos en Everybody Wants Some!! los días previos al inicio de la universidad del protagonista, que es miembro del equipo de béisbol, una obra que el director ha considerado la secuela espiritual de Movida del 76, donde retrataba los ultimo día de clase de unos estudiantes del instituto. Dos etapas de la juventud distintas donde Linklater enfoca su objetivo, para retratar una vez más este periodo de vital importancia para todos. Basándose en su propia experiencia Linklater reconstruye esa corta etapa de cambio, donde dejas de ser un niño abandonando el instituto, para convertirte en un adulto con la entrada en la universidad. Consigue reflejar este estado de confusión y conflicto, donde los jóvenes buscan hacerse un hueco en un mundo distinto al que conocían. El conjunto de conversaciones de los jóvenes, entremezcla reflexiones profundas con conversaciones banales, en un momento de autodescubrimiento de los personajes.
Un reflejo de la vida universitaria, que aunque sigue conservando parte de los tópicos propios de obras del mismo estilo, el director consigue darle una visión más personal y cercana. Alejando a los estudiantes del equipo de beisbol, de los estereotipos que suelen acompañarles, integrándolos con el conjunto universitario y haciendo que el espectador pueda fácilmente empatizar con ellos, sin necesidad de que tengan que sentirse identificados. Hasta tal punto consigue romper con estos tópico que muestra la relación que surge entre el equipo de beisbol con los punkis, que un principio podría resultar surrealista imaginar a ambos compartiendo una botella de vodka, pero Linklater consigue hacerlo con total normalidad.
Sin centrarse en la historia del protagonista, sino en el conjunto de personajes que le acompañan. Aunque basado en vivencias autobiografías, no pretende plasmar una historia personal, sino la de un conjunto de jóvenes. En este intento es importante destacar el uso de la banda sonora, que a través de las diferentes canciones configura el retrato de una generación. Una película sencilla que llevara a muchos espectadores a revivir momentos pasados cargados de nostalgia. Con una gran dirección de actores que consigue construir en algo menos de dos horas una relación estrecha entre los personajes y el espectador.
Linklater vuelve a acercar esta etapa de la juventud al mundo de los adultos como ya hizo con Boyhood, Movida del 76 u otras obras de su filmografía. Jugando sobre un terreno pantanoso, por la temática algo desgastada, pero que con facilidad consigue hacer suya. Demostrando una vez más que es capaz de transformar historias sencillas para convertirlas en obras completas y distintas. Con golpes de humor que desde luego harán entretenido su visionado, aunque sin esperar mucho más de lo que puede dar.