Cuando las imágenes nos devuelven la mirada
En el festival de L’Alternativa de Barcelona, entre las muchas temáticas que ha escogido para su parrilla, está la del cine poscolonial y sus múltiples ramificaciones. Desde Urban Solutions hasta To Pick a Flower, en este caso emitida desde Filipinas. Este cortometraje, firmado por Shireen Seno, indaga, a través de archivos fotográficos, en la mercantilización de la naturaleza del país durante la primera mitad del siglo XX, de la mano de Estados Unidos.
Una denuncia de la política imperialista pero también un interesantísimo collage de imágenes mecidas por una voz narrativa son los dos grandes ejes de esta pieza que apenas roza los veinte minutos. Lo que en Lav Diaz son planos de naturaleza fotográfica y usualmente de de larga duración, en esta película vemos literalmente fotografías dispuestas en una superficie diáfana y neutra que las conjunta, en las que aparecen muchos individuos condenados a trabajos forzados. Las imágenes, en blanco y negro, exudan un magnetismo primitivo, ilustrándonos las consecuencias de lo que sucede cuando el capitalismo y sus tentáculos también devoran los lugares que no han decidido o no han tenido los medios para constituirse como civilizaciones dominantes. Gracias a Seno tenemos una pequeña muestra de la cultura filipina, o mejor dicho, de cómo Filipinas puede mirarse a sí misma sin condescendencia, con un marcado toque poético, aportado por las flores. Como si todavía quedaran pequeños vestigios alejados de la mano del hombre.
La fotografía es un instante congelado, embalsamado, pero eso no significa que no comprima movimiento. To Pick a Flower aglutina las fotografías para construir el movimiento desde sus posibilidades técnicas, mientras la narradora las ubica en un contexto y razona por qué escogió una y no otra. Si bien su desarrollo es sencillo, sus connotaciones son mayúsculas, pues es capaz de apelar a diversas tradiciones a la vez. De entrada, el corto adquiere rápidamente una faceta histórica y social fácilmente equiparable a la de muchos largometrajes cuyo motor esencial es la crítica colonial, pero también se inserta en la lista de films, capitaneada por La jetée, de Chris Marker, donde la imagen fija es la principal gobernante del relato. En ese sentido, To Pick a Flower abraza con audacia el factor humano, desde la idea de la conjunción de los personajes con la mano de obra, rodeados por la naturaleza imperturbable. Se nos transporta a un momento en el tiempo en el que la tecnología aún no está lo suficientemente desarrollada, pero sus ansias aceleracionistas y sus múltiples consecuencias derivan en una necesidad del ser humano etnocentrista de explotar a quien carece de los recursos necesarios.