Titli (Mariposa) es la última película del director indio Kanu Behl, gestada en Bollywood y producida por Aditya Chopra, esta cinta ha logrado estar en la sección Un Certain Regard de la pasada edición del festival de Cannes. Behl nos sumerge con ella en los bajos fondos de Delhi, un mundo salvaje en el que impera la ley del más fuerte y del cual sólo se puede escapar sacrificando hasta el último de los principios éticos.
Se ha comparado este film con Malas Calles de Scorsese, ya que los protagonistas son un clan de delincuentes cuya vida se desenvuelve en función de la violencia estructural en lugar de hacerlo según su voluntad. Titli es el nombre de la película y también del personaje principal, el hermano menor, que recibe dicho nombre porque su madre esperaba una hija, este adolescente está atrapado en la espiral destructiva que su hermano mayor, Vikram, con el consentimiento de su padre, impone a toda la familia. Desde el principio Vikram se nos muestra como un personaje desagradable que no para de regurgitar sus flemas sonoramente mientras los demás comen, un día tras otro y que es capaz de dar palizas y asesinar con una frialdad que le dota de un carácter psicopático. Titli, por su parte, es el particular antihéroe de esta historia que pese a no tener claro que es lo que quiere, al menos sabe que no es ni quiere ser como su hermano, por lo que siempre anda detrás del dinero que le permita estudiar algo o fugarse de casa.
La oportunidad de Titli de escapar será encarnada por la figura de Neelu una bella joven con la que casará mediante un matrimonio concertado. Neelu tiene un amante con el que anhela reunirse y Titli le propone un trato, Neelu podrá irse con su amante si a cambio le da el dinero que su padre le entregó como regalo de bodas, suficiente para comprar un parking e independizarse de su familia. Pero las cosas no serán tan sencillas, el amante de Neelu está comprometido y tiene un hijo, por lo que realmente no está dispuesto a abandonarlo todo por Neelu, mientras que Vikram debe pagar una indemnización a su mujer por malos tratos que el patriarca propone saldar precisamente con el dinero de Neelu. Esta situación pondrá a Titli ante varios dilemas morales y sus decisiones, siempre tomadas con vistas a huir para alcanzar una vida mejor, le irán acercando cada vez más a la violencia y la ruindad de sus hermanos y su padre. Sin embargo, se da cuenta a tiempo de la transformación que se está operando en él y es capaz de distinguir que su meta pierde el sentido si las acciones que debe emprender para lograrla le alejan precisamente de ella. Finalmente Titli logra recomponer su vida y volver a empezar junto a Neelu, por lo que pese a la dureza de esta historia tiene un final abierto a la esperanza.
La película está rodada con realismo, sin elementos estéticos que nos distraigan del telón de fondo de miseria y brutalidad. Claramente una de las intenciones de Behl con el film es mostrar la sordidez de los submundos de Delhi en clave de denuncia, así como abrir una posible salida en el personaje de Titli, pese a la violencia que determina el destino de los personajes, éste decide sustraerse y no participar, hacer uso de su capacidad de elección. Por ello Titli no resulta una tragedia, sino más bien un canto a la posibilidad de mantenerse fiel a los principios incluso en el entorno más hostil.