A todos aquellos que, como Susana Díaz, pidan una Memoria Histórica «que no mire hacia atrás», puede que el cine que aún hoy habla sobre la guerra, sus consecuencias o reflexiona sobre cómo afrontamos los humanos el dolor, la pérdida o cómo se resienten nuestras emociones y capacidades de sentir tras vivir una enorme conmoción existencial que estalla hasta crear una nueva normalidad, el drama Those Who Remained, de Barnabás Tóth, puede que no les interese. Si, aun así, algunas de esas personas se acaban acercando a esta película y la ven completa, puede que el resultado les haga sentir algo más que indiferencia o disgusto. No les hará cambiar de opinión en relación con nada, porque trata un tema visto en cientos de formas, pero es posible que empaticen con su visión sobre el amor y la ternura.
E incluso con su visión del Holocausto (y de lo que vino después de que este terminara), ya que ofrece una mirada relativamente nueva, teniendo como protagonistas a los que quedaron (de ahí el Those Who Remained) y volvieron de los campos de concentración nazis para rehacer sus vidas. Solos, habiendo conocido el horror y perdiendo la esperanza en todo, tienen (tuvieron) que seguir viviendo, al parecer. Así, el punto de vista subjetivo transmite perfectamente el dolor de sus dos protagonistas (Abigél Szõke y Károly Hajduk). En este sentido, la obra de Barnabás Tóth es madura y sofisticada, e incluso aunque no sea perfecta, funciona como reflexión sobre las etapas por las que pasa una persona después de un trauma o durante un período de duelo. La curación de las heridas, el redescubrimiento de nosotros mismos y de los demás, y la importancia de la familia, por ejemplo, tienen mucha fuerza a lo largo de sus 83 minutos de metraje.
Dado su argumento, puede que una de las grandes virtudes de Those Who Remained radique en el hecho de tratar las palabras, las grandes emociones y la información que va desmigando casi siempre con moderación. Con gestos mínimos, sonrisas y miradas que sirven para desarrollar la relación entre un hombre de mediana edad y una chica joven. Aunque su relación no sea tan novedosa, la química entre Abigél Szõke y Károly Hajduk es lo que mantiene al espectador interesado, aunque durante un tiempo este teme acabar viendo Lolita. Después de todo, en la joven observamos madurez, descaro y vulnerabilidad de forma natural y llena de vida, mientras que el personaje masculino ha eliminado toda posible escala de emociones, algo que lleva a pensar mal de vez en cuando.
En cuanto al contexto, Those Who Remained está ambientada en 1948 y sus protagonistas viven en los años del gobierno dictatorial del comunista Mátyás Rákosi, algo que proporciona el medio para crear una historia en la que dos personas que han sufrido pérdidas intentan acercarse y volver a sentir en positivo. No se trata de una lección de historia y punto. Busca un tono humano, ligero incluso, a veces doloroso y a veces edificante, que al final resulta sorprendentemente optimista. Con herramientas y un lenguaje sencillos, Tóth habla de la pérdida evitando en general elementos melodramáticos, pero examinando sutilmente la naturaleza humana, con una relación que muestra cómo dos personas pueden ayudarse mutuamente con mero cuidado y amor.