El cortometrajista español Javier Chillón se alzó con el premio al mejor cortometraje de la Sección Oficial de la pasada edición del Festival de Sitges con este They Will All Die In Space, una obra anclada de lleno en la ciencia ficción. La acción nos traslada al transbordador espacial Talantus, que se encuentra totalmente a la deriva perdido en el espacio, después de que una lluvia de asteroides inutilizase muchas de las funciones principales de la nave. Sus dos actuales tripulantes proceden a interrumpir el estado criogenizado de uno de los pasados miembros de la tripulación, para que les ayude a encontrar la forma de reparar un sistema que permita enviar una señal de comunicación. Esta es la premisa inicial de un cortometraje que destaca principalmente por su cuidada y medida narración visual, con un diseño de producción que escapa de todo amateurismo para ofrecer una ambientación digna de una producción de primer nivel. La obra escupe en estética un meritorio cuidado a la hora de retratar la opresión del espacio cerrado digno de este tipo de productos, que recordará a películas de notoria fama de ambientación similar. Quizá sea, principalmente, este aspecto aquel en el que el corto gane al espectador, ya que tanto el uso de efectos especiales como de interiores ayudan a dramatizar la historia, siendo dos herramientas provistas aquí de impostada relevancia. La atmósfera está retratada en un blanco y negro preciosista, decisión que además de ayudar las posibles limitaciones técnicas deja un sello en la imagen bastante personal.
De la historia, y dada la corta duración del formato, conviene saber lo menos posible; en ella se citan ligeras dosis de tensión y desconfianza en varios instantes de incertidumbre, aunque en este aspecto la obra se vea algo entumecida por su formato de corta duración (no obstante, seremos testigos de un instante de cierta sordidez, bastante memorable). Su desenlace podría asimilarse como algo previsible, aunque llegar a funcionar sin demasiado artificio. Además de ser una pieza de pasión lacónica hacia su subgénero, del que se pueden asimilar ciertos ramalazos pulp, They Will All Die In Space intenta atarse más a ese tipo de cortometrajes que quieren expresar las buenas maneras de su autor hacia una posible predisposición al largometraje, como si un teaser-trailer se tratase, que encasillarse en esa vertiente más autoral que intenta contar una gran historia en un corto espacio de tiempo. En tal vicisitud la obra resultará muy embriagadora mostrando mucha empatía hacia el espectador habitual de este tipo de relatos sci-fi, por lo que no extraña su éxito de crítica y público en Sitges. Sería injusto pasar por alto la mención a su trío de intérpretes, de medida contención y que se presentan totalmente metidos en el embrollo, que engrandecen en buena medida la credibilidad de la historia. Chillón, director de cierto prestigio en el medio, hace destacar su obra más como una buena asimilación de referentes que de una posible revitalización de los mismos, además de acertar en preponderar a su obra más en el calado visual que en el contenido; es en ese aspecto donde el film logrará las mayores simpatías, con un más que sorprendente peso estético de profesionalidad incuestionable.