El cine procedente del Kurdistán nace del interminable conflicto político con el régimen de Erdogan. Es un cine militante, como no podía ser de otra manera en unas circunstancias tan desoladoras. Y en esta ocasión, Evdike, una de las fundadoras de la Comuna Cinematográfica de Rojava, cuyas obras han pasado ya anteriormente por el festival, nos ofrece en su debut The Wedding Parade, una película que bascula armónicamente —si es que tal calificación es posible en un escenario tan desesperanzador— entre el intimismo más conmovedor, en clave femenina absoluta, y el compromiso político y ético, el de un pueblo, el kurdo, el suyo, que vive cotidianamente desagarrado por la barbarie.
Como base argumental de partida, Evdike relata la cancelación de una boda por el estallido del enésimo ataque militar por parte de Turquía. Pero nos cuenta mucho más. Desde su mismo hermoso y pictórico primer plano, que encuadra el devenir de la vida enmarcada en una ventana azul a rebosar de luz, una mujer joven, la novia ilusionada, y su madre están tejiendo, preparándose para el feliz acontecimiento. Pero la visita de la familia del novio el día precedente augura lo que vendrá. Las discusiones sobre la posibilidad de seguir adelante con la celebración, los puntos de vista políticos, aderezados con los noticieros fatídicos, suceden exclusivamente en el ámbito masculino mientras las mujeres callan. Los bombardeos inundan el espectro sonoro, casi siempre rodados fuera de campo. Y la tensión enmudecida de la novia que no será, la expresa Evdike metafóricamente con gran sensibilidad encerrándola entre marcos de ventanas, puertas y escaleras, mostrándonos el reflejo de una cierta esperanza en ese espejo recurrente en el que se mira y nos mira, y ofrece su testimonio.
La resolución está tomada —definitivamente cuando la hermana guerrillera certifica el inicio de la guerra y un proyectil desata la tragedia en esta familia—. El pasacalle nupcial, festivo, se transforma ante nuestros ojos en uno de huida, de abandono del hogar para salvar la vida una vez más. Entonces la segunda novia de esta historia, aquella que ya había comenzado a celebrar, hermosa y en blanco, entra en escena, inundada de tristeza y resignación, especialmente en esa magnífica rotación de cámara de 360 grados que gira a su alrededor, enmarcada en el medio natural desierto y pedregoso. Sin duda es este uno de los instantes visualmente más hermosos y expresivos del film. Aglutina casi todo. También las consecuencias personales del fundamentalismo religioso que rige esta comunidad y abre el camino hacia una segunda película.
Aquí comienza la vertiente del melodrama amoroso en una tercera mujer, más joven, mucho más emancipada, que va a parar con su madre en el mismo colegio-refugio que aquella que no llegó a lucir su traje de bodas —y es lo único que lleva en la maleta—. Entre el desplazamiento forzado, las imposiciones morales de madres y padres, los funerales por todos esos mártires que vivirán para siempre y todos esos cánticos ancestrales de la muerte, se despliega milagrosamente el deseo, el amor, ¿un futuro? Desde luego resulta especialmente conmovedora la generosidad que dará una nueva oportunidad a ese vestido blanco que no pudo brillar, certificando de esta forma Evdike su esfuerzo por trascender la vertiente estrictamente bélica —y por ende terrorífica— de una película de estas características, para buscar y encontrar un retrato humano, personal e íntimo de las feminidades múltiples que conoce, así como un fresco sociológico de su comunidad que nos ayuda a comprender un poco mejor a un pueblo tan maltratado por la Historia.
«El Cine es más hermoso que la vida.»
Que buena reseña de la película.
Entiendo que la has captado con ojos sumamente receptivos y nos la trasladas con mucha finura.
Dan ganas de verla.
Se agradece.
Muchas gracias, Silvia. Creo que tú también la disfrutarás en su amargura, que también tiene algo de esperanza. Sabes que la tienes en la Mostra de València (hay tres pases por película).
Me ha encantado la crítica y me hace plantearme cosas.
Gracias.
Muchas gracias, Isabel. Desde luego la peli nos pone en situación sobre muchas realidades y el privilegio que disfrutamos. No sé qué recorrido tendrá en Holland, ni en el mundo en general.