Nikolaj Arcel es conocido internacionalmente por ser el director de Un asunto real, película protagonizada por el gran Mads Mikkelsen, ganadora de 2 premios en la Berlinale y nominada a mejor película extranjera en los Oscar. El director danés realizó 2 años antes el filme que nos ocupa, poseedor como punto de partida de una idea muy original con pequeños detalles autobiográficos, ya que Arcel en sus inicios fue guionista de cine y de televisión.
La película arranca con una secuencia donde un joven mira un video de educación sexual con la aprobación de mamá, para a continuación presentarnos a Mads, un treintañero a quien no le satisface ni su trabajo como guionista construyendo líneas y puntos de la trama de una exitosa serie de televisión llamada Cops, ni su pareja sentimental con la que lleva 10 años. Se considera a sí mismo atrapado en la mediocridad hasta que un día encuentra una carta que se escribió a sí mismo a los 17 años, donde le pregunta a su yo actual si ha hallado el verdadero amor y realiza varias proclamas de jovenzuelo que esperaba mantener intactas, y sirven para que su vocecilla interior se revolucione aún más de lo que estaba, para tomar conciencia de que la vida que lleva no es la que esperaba, y decide cortar de raíz su relación con Marie y su trabajo en la serie para ponerse a escribir la película que siempre había tenido en mente, con la que pretende transmitir la verdad. Sin embargo, la desilusión se apoderará pronto de Mads al comprobar que todo es mucho más complicado de lo que pensaba inicialmente, y decide involucrarse en relaciones amorosas turbulentas y esporádicas, en busca de alcanzar una plenitud que nunca alcanzará.
The Truth About Men es una comedia con pequeños tintes de drama que supone una divertida variación del manido tema de las crisis de la madurez, y combina algunas de las grandes preocupaciones existenciales del hombre treintañero, como el miedo al compromiso, el síndrome de Peter Pan, y el fracaso del amor, pero que también da importancia a la relación entre el arte y la vida, y la crisis creativa provocada por el bloqueo mental del autor. Toda esta amalgama de sensaciones es presentada sin caer en el sentimentalismo facilón a través del humor de lo cotidiano, con aspecto de cine independiente de corte realista a pesar de las elucubraciones flipadas de su protagonista. La cinta puede seducir a quienes sientan atracción por las historias que tratan el cine dentro del cine por sus interesantes y divertidas cavilaciones sobre la creación de la ficción, que tiene algunos puntos en común con la posterior y más brillante En la casa de François Ozon, además de recordar ligeramente al sentido del humor de la primera etapa de Woody Allen. Arcel da bastante importancia a la voz en off de Mads, que sirve para exhibir sus inquietudes y determinar la contradicción entre las acciones con los recuerdos y pensamientos abstractos que el guionista tiene en su mente, como la aparición constante durante la primera parte del primer amor juvenil de Mads como si fuese un fantasma que le persigue. Uno de los momentos más destacados es el uso de fragmentos de varios proyectos anteriores con guión suyo, como una divertida película de animación y un romance de época de dudosa calidad, que son utilizados en el filme para enseñar el batiburrillo mental de su protagonista.
Los personajes están bien desarrollados pese a ser algo estereotipados y obvios, resultando muy cercanos por atesorar unas inquietudes y dilemas morales muy universales. Mads es un ser inmaduro, egoísta, algo banal y molesto, y sin embargo cae bien por la proximidad y naturalidad conseguida por la actuación de Thure Lindhardt, uno de los gais neonazis de Brotherhood, que vuelve a mostrarse como un actor a tener en cuenta, capaz de defenderse con solvencia en géneros tan dispares como el del drama violento y la comedia alucinada; mientras que la buena cantidad de secundarios que aparecen en la narración también se mantienen a un buen nivel.
La cinta danesa pretende situarse en la línea rupturista con la típica comedia romántica que llevaron a cabo Olvídate de mí (hay algún hallazgo visual e incluso algún pasaje de la banda sonora que recuerdan bastante al fantástico filme de Gondry) y Punch-Drunk Love, aunque Arcel lo desarrolle finalmente con menos originalidad, sustancia y talento. Su insólita idea podría haber sugerido algo más profundo de lo que plantea, pero el director danés decide centrarse básicamente en mostrar escenas que ridiculizan los clichés más comunes de las citadas comedias románticas. El ritmo y el sentido del humor durante su primera mitad son muy sugerentes, pero los gags pierden algo de inspiración conforme avanza el metraje, aunque siga resultando divertido ver a su peculiar protagonista viajar en una loca aventura por darle sentido a su vida, que teniendo en cuenta su procedencia nórdica es muy meritorio. El mayor problema viene durante la segunda mitad, donde se ve claramente que la narración se dirige hacia una obvia y discutible moraleja conservadora, anteponiendo la estabilidad sobre la autorrealización personal, señalándonos lo fácil que es perder los papeles si nos dejamos poseer demasiado por nuestros instintos.