Esta ha sido la edición del fantástico ruso. Dos de sus últimas propuestas han llegado al Sitges Festival. La más que correcta Sputnik y el film que nos ocupa. Dos cosas tienen en común, ambas ambientadas en la Unión Soviética y ambas desprovistas de personalidad propia al adaptar más o menos bastardamente clásicos americanos del fantástico como Alien o La Cosa.
Pero el problema principal de The Superdeep no es precisamente su factura impersonal o que reivindique el confinamiento con monstruo a lo Carpenter. De hecho, de lo más rescatable del film es la concepción (que no la plasmación) de un monstruo ciertamente inquietante y turbador por su concepción de masa creada a partir de cuerpos humanos aún vivos y aullantes. Más allá de esto The Superdeep no es solo un producto intrascendente, sino que bordea peligrosamente el ridículo,
Y es que su factura plana, impersonal y su puesta en escena creada a partir de remedos de otros films nunca consigue crear terror, ni opresión, ni atmósfera, ni claustrofobia ni nada que consiga turbar lo más mínimo. En su lugar encontramos a un grupo variopinto de personajes que se dedican a pasear y a subir a bajar ascensores sin ningún objetivo claro ni cómo llevarlo a cabo.
Estamos ante un caso de ausencia de guión de manual. Como si el director creyera que con una idea general del asunto y fusilando algunas situaciones conocidas ya bastara para construir algo parecido a una trama, No hay relato ni hay narración, solo conceptos difusos en una iteración constante de vaivenes que hacen del desarrollo del film una sucesión de trompicones situacionales ridículos.
Todo para llegar a un clímax que no es tal, sino que se alarga en dos o tres finales a cada uno peor que el otro. Ya no es solo por las decisiones absurdas de dirección tomadas, que también, sino porque con unos personajes tan absolutamente desdibujados, acartonados y esquemáticos es imposible que importe lo más mínimo cualquier cosa que les pase.
Por ello acaba sucediendo lo inevitable, que no es otra cosa que ante tal despropósito, el film acabe convirtiéndose en algo así como una comedia involuntaria hilarante. Una reacción que, tampoco nos vamos a engañar, es más por agotamiento que por otra cosa, ya que ni tan siquiera podemos hablar de un film loco que se pierde en digresiones o desvaríos. Al contrario, estamos ante una obra que peca de querer ser ciencia ficción seria, con ínfulas de trascendencia y subtexto filosófico y político que debe ser tan subterráneo como el pozo del film ya que, por más que lo intentamos, no alcanzamos a verlo.
En definitiva estamos ante un auténtico drama, un subproducto al que no sabría si calificar de indigno o de indignante. Probablemente ambas sean correctas y probablemente tampoco hacen la suficiente justicia calificativa para el horror cinematográfico que es The Superdeep. Quizás lo mejor que lo define es su monstruo como metáfora, una masa amorfa de fotogramas parlantes que transmiten dolor, sufrimiento y porque no decirlo, un aburrimiento mortal.