La música electrónica desafía la tradición en la composición, la creación y utilización de sonidos, su interpretación, el diseño y la idea misma de instrumento, así como la percepción por parte del oyente de lo que es o no es musical. Para ilustrar esto, lo primero que la directora checa Johana Ožvold muestra en su largometraje documental The Sound is Innocent (2019) es una cinta transportadora que lleva una serie interminable de objetos a una caída inevitable provocada por la gravedad. Entre ellos se incluyen grabadoras, televisores o reproductores de DVD con una atención especial al efecto sonoro del golpe. Los objetos se amontonan mientras caen en el piso inferior de un amplio edificio que servirá a modo de espacio contenedor de su exploración de la historia, las ideas y la evolución de un fenómeno artístico que resiste su encorsetamiento tanto como su definición precisa. La misma Ožvold guía al espectador delante de la cámara en un viaje de descubrimiento que combina entrevistas a autores, teóricos, músicos y productores de la escena vanguardista y experimental —como François Bonnet (Kassel Jaeger), Steve Goodman (Kode9), Julian Rohrhuber, John Richards, Hannes Hoelzl y Alberto De Campo— con ‹performance› de los protagonistas y una puesta en escena que busca jugar con la subversión de las expectativas del espectador, señalando los mecanismos de mediatización de la tecnología y sus efectos dentro del film.
La mayor parte del tiempo no sólo es la cámara la que expone dicha mediatización, sino que los testimonios aparecen en pantallas de televisión o proyectados. La música invade el plano mientras se repasa el origen en el siglo XIX y la experimentación con sonidos de los futuristas. ¿Qué es la música? ¿qué es un sonido musical? Nuestra mente está moldeada por la cultura tradicional para atender o incluso únicamente percibir determinados sonidos en contextos concretos. ¿Pero qué pasa cuando tomas un sonido que consideramos ruido o que está generado por un objeto que no entra en la categoría de instrumento? La música concreta y la revolución que supuso la cinta magnética en los años cuarenta abrieron paso a todo un campo de pruebas con la grabación, repetición y cambios de velocidades. El cine —y más específicamente la ciencia ficción cinematográfica— tiene sitio con la integración de la banda sonora de Ikarie XB-1, el clásico de Jindřich Polák de 1963 que incorporaba música del compositor Zdenek Liska, prolífico autor que contribuyó enormemente al desarrollo de la música electrónica a través de su propio sonido y utilizando diferentes técnicas pioneras.
Pero quizá lo más llamativo de la propuesta de la cineasta sea esa implicación como narradora físicamente presente —y de neutralidad irónica en su discurso distante— que la lleva a representar la especial relación existente entre el autor de este tipo de música y su reproducción. Un vínculo en el que muchas veces es la misma persona quien ejerce ambos roles o los fusiona, creando en directo a través de improvisaciones o dinámicas de grupo una actuación única para un instante determinado y fugaz. El uso de ordenadores y la programación basada en puras matemáticas desde la aproximación individual, la fabricación de instrumentos nuevos, la pura improvisación, la apreciación del sonido en sí mismo y no su mimetización virtuosa con un modelo previo asignado. La experiencia del pasado y el futuro, lo electroacústico y lo digital. Todo esto lo intenta capturar The Sound is Innocent mientras trata de cuestionar la idea de instrumento, de intérprete, de autor, de academia… desde un planteamiento formal en entornos de atmósfera misteriosa que llena de vida a través de su descripción visual y sonora, además de la progresión episódica entre sus distintos conceptos y directrices temáticas que dan consistencia a la obra examinando algo fragmentado, diverso y único en constante cambio y resignificación. El mismo cambio y resignificación que aplica con su mirada Johana Ožvold a lo escénico y humano dentro de las composiciones de sus planos, que nunca paran de mutar y reorganizarse.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.