Las películas de visitas con sorpresa final o mal rollerismo progresivo se están constituyendo en casi un subgénero por sí mismas. Como si fueran la cara B de otro tipo de films, los de Home invasión, se configuran como la entrada por invitación de extraños en casa ajena. Lo diferente es que normalmente el horror procede de los huéspedes, no de los invitados.
The Overnight no es una película de horror, no nos engañemos, aunque sí es cierto que el devenir de la película da para aspectos que podrían derivar en algo más malrollero, aquí se opta por un enfoque más juguetón, lo que no es privativo en absoluto de ciertos momentos que generan si no inquietud sí una sensación de extrañamiento, de qué narices está pasando aquí.
El film de Patrick Brice se enfoca hacia las dificultades por socializar, por aceptar la identidad propia incluyendo temas como las inseguridades, los traumas físicos y también, como elemento principal, los complejos sexuales. Por eso la noche infinita del título no solo se refiere a la duración de ese evento de dobles parejas, sino precisamente en el estiramiento temporal del mismo.
Efectivamente todo pasa en una noche, pero dados los acontecimientos que se suceden parece mucho más tiempo, una temporalidad casi eterna que da para reflexiones, juegos y despertar sexual en muchos sentidos de sus protagonistas. Un enfoque serio, cierto que no adopta una óptica frívola pero si ciertamente desdramatizadora. Hay espacio para el humor, la comedia y el desparpajo, pero también y por desgracia hay momentos en que todo ello se confunde con una cierta tendencia a caer en el ridículo más absoluto.
Esto quizás sería pecata minuta al lado de los otros dos problemas con los que se enfrenta el film. Por un lado se pretende dotar de cierta sensación de longevidad temporal para explicar muchas cosas pero finalmente todo queda reducido a anécdotas, sin demasiada carga de profundidad psicológica lo que implica una sensación de concatenación de eventos porque sí, sin propósito claro.
Por otro está la poco cuidada factura del producto. Entendemos que no estamos ante una superproducción, de acuerdo, pero de ahí a presentar una imagen tan televisiva y poco cuidada en los detalles va un trecho importante, como si intencionadamente se quisiera anteponer la idea, la premisa, por encima de la forma en que se narra cómo si ambas fueran incompatibles.
A pesar de estos aspectos negativos hay que valorar la capacidad que tiene The Overnight para crear atmósfera, confusión e incluso (aunque de forma muy light) cierta excitación en lo insinuante de su sexualidad soterrada. Si además convenimos que su desarrollo arroja algunos gags ciertamente divertidos podemos decir que, aunque el resultado final es irregular y que probablemente esta era una buena idea para ser mejor explotada, estamos ante un una pequeña pieza disfrutable, divertida, con interpretaciones convincentes y un mensaje que se desprende de ello que celebra la libertad y el buen rollo de forma nada impostada. En definitiva que se aleja de los moralismos y trata al espectador como debe ser, es decir, como sujeto inteligente.