No es ninguna novedad posicionarse a nivel moral ante una película, que nuestra valoración dependa en cierta manera de si nos sentimos agredidos a nivel de valores por lo que esta transmite. Una posición que muchas veces trasciende lo puramente cinematográfico, siendo capaces de distinguir la acertada factura del producto, pero siendo incapaces de superar el disgusto ético que esta nos produce. Algo que se torna en algo más terrible cuando detectamos que esta supuesta peligrosidad del mensaje no es ya una cuestión personal sino una correa de transmisión tóxica para el colectivo o, mejor dicho, en el caso que nos ocupa, un colectivo determinado.
Hablamos de The Killing of Two Lovers de Robert Machoian, una película tan absolutamente impecable en su aparto formal como peligrosa en su maniqueísmo argumental y las conclusiones que de él se desprenden. Y es que esta historia de una crisis matrimonial pivota en una atmósfera tan gris como exasperante. La desolación se plasma en su formato cuadrado, en sus cielos grises amenazantes (como una tormenta que se avecina pero que no acaba de estallar), su oscuridad y un sonido que refleja claramente el estado emocional de su protagonista. Hasta aquí nada que objetar excepto por el hecho de todo esto parece estar construido para que admiremos tal despliegue mientras que, sibilinamente, cuaje el mensaje de fondo.
En este derrumbe emocional, el colapso del amor, por así decirlo, no hay bidireccionalidad ni responsabilidades compartidas. Aquí solo hay un personaje femenino frío y manipulador que somete a todo tipo de humillaciones y presiones al que (todavía) es su marido. Personaje este llevado al límite por la situación y al que se le pone un foco de pagafantismo gigante, haciéndole fracasar en cada aspecto de su vida (exasperante y torturadora es la escena del parque con sus hijos). ¿Y qué sucede con ello? Que cualquier cosa que pueda acontecer a la mujer en cuestión (y a su amante) acaba siendo entendible y justificable. Poco importa, en realidad, que ninguna violencia le ocurra ya que todo queda supeditado a la buena voluntad del protagonista.
No estamos diciendo, por supuesto, que estas situaciones sean imposibles, ni que no existan mujeres que puedan actuar así, pero en estos tiempos de reivindicación feminista, de toma de consciencia del abuso masculino en tantas y tantas situaciones cotidianas, presentar una idea como la expuesta en el film es como poco un torpedo a la línea de flotación de las reivindicaciones de la mujer.
The Killing of Two Lovers deja de ser pues una historia sobre el derrumbe de un matrimonio y pasa a ser un un producto convenientemente disfrazado de tensión y drama que clama aquello del ‹Not All Men›, que también hay masculinidades frágiles en manos de una feminidad perversa. Por si fuera poco, lo peor ya no es tanto la peligrosidad del mensaje sino su falta de honestidad, de no ser capaz de articular un discurso franco y directo al respecto y que se ampare en desvíos argumentales impactantes (la agresión del amante), en su potencia formal y en la idea del amor como sumisión de una de las partes, de la imposibilidad que incluso su desaparición sea tratada de forma equilibrada y adulta.
Creo que no entendiste absolutamente nada de la película , y creo que está más forzada tu critica que los “desvíos narrativos “ que equívocamente señalas cómo pobres .
Se nota que no sabes de dos cosas fundamentales para escribir una crítica de este tipo :
1 ) De cine
2) De amor
Saludos
No hay que dejar que los progresistas vean cine. Después pasan estas cosas.
Cállate follagordas