The Gatekeepers, cinta de Drod Moreh nominada al Óscar, fue la encargada de arrancar el Documenta Madrid 2013 con buena acogida. Este documental, que sigue todos los paradigmas clásicos del género, trata de encontrar una explicación al conflicto que agita Oriente Próximo aun en nuestros días, contando así una historia que llega hasta nuestros días y atrayéndose nuestro interés desde el primer momento.
No es para menos. Cuidado hasta el último detalle, el director israelí ha creado un documental partiendo de una premisa muy interesante: Una entrevista con seis antiguos directores del Shin Bet, el servicio de Inteligencia de Israel. También toma un marco histórico referencial, como es la Guerra de los Seis Días de 1967.
A partir de aquí, y con un conglomerado de entrevistas, imágenes de archivos e imágenes generadas por ordenador, los diferentes personajes, todos ellos buenos comunicadores, imponentes, sin miedo a la cámara, hablarán de sus métodos, desglosarán actuaciones y, básicamente, entre lo general y lo concreto harán, para quien no sepa de historia, un gran desglose del conflicto palestino – israelí y su evolución durante 45 años.
Por supuesto, el trabajo de estos hombres implicaba una gran responsabilidad y decisiones, difíciles, que han marcado la historia. Moreh plantea, en sus entrevistas, temas interesantes, como son la moral, la historia o, el tema central del film, la responsabilidad política. Todos los líderes israelíes a lo largo de estos años son analizados con lupa, todos de una forma crítica. Lo que hicieron, lo que no hicieron, como actuaron en determinadas situaciones… Los entrevistados, gente muy ligada al poder y a estos jefes estatales nos dan otro punto de vista de personalidades tan famosas como Golda Meir o Yitzak Rabín. Una visión de la historia que puede resultar incómoda.
Y es que la película no está hecha para gustar, sino para contar. Los protocolos de la tortura, las actuaciones contra los palestinos insurrectos, las decisiones tomadas pese a los daños colaterales que pudiesen causar. La idea que se transmite es clara: Para estos hombres, estos actos son trabajo, formalismo, algo que hacen porque saben hacerlo y tienen poder para ello. Pero la responsabilidad no es suya, es de las altas esferas, que les capacita para luchar la guerra con todos los medios a su alcance, sin importar factores como los Derechos Humanos o la estabilidad pacífica. A medida que el film avanza, pierde su tono aséptico para empezar a vendernos la idea de la falta de responsabilidad política. Ahí es donde pierde algo de fuerza.
No obstante, el hecho de que se deje hablar a los entrevistados libremente da pie a curiosas perspectivas. Grandes frases de hombres que han estado, o están, en el centro de la tormenta. Pese a estar visto desde el punto de vista israelí, jamás se trata el conflicto de forma partidista, sino que se tratan de analizar también las motivaciones palestinas. Un buen ejemplo es la manera de contar las intifadas, que se muestran como algo lógico, pese a lo imprevisto.
El tono impersonal de las entrevistas, aunque algunas veces, como cuando hablan de las torturas a prisioneros o las operaciones para acabar con determinados activistas permiten obtener el tono analítico que pretende su creador, que, sin duda, consigue trasladarnos el desarrollo de una guerra que dura demasiado y de las causas que la siguen promoviendo. Al final, todos estos importantes hombres israelíes coinciden en que falta un diálogo promovido por el poder para tratar de encontrar una solución. Y es que ellos tienen las armas, sí, pero durante una hora y media Moreh desarrolla esa frase de «La muerte no viene por la espada, sino por la mano que la empuña» al mostrarnos las armas y el tablero de juego, pero no a quien mueve las piezas. Un film muy recomendable para acercarnos a la realidad política de Oriente Medio.