Los funerales son considerados como “el último adiós” que se le brinda a un ser querido. Sin embargo, no todas las personas actúan de la misma manera cuando asisten a uno. En el mismo funeral podemos encontrar a gente que no cesa de derramar lágrimas, a individuos mirando constantemente el reloj como si no estuvieran allí más que por pura obligación o a seres bondadosos que se dedican a consolar a los más heridos. Incluso hay quien, y esto es un hecho real, se ha visto sorprendido por un repentino e inevitable ataque de risa en mitad del funeral de su madre. Teniendo en cuenta todo esto, tampoco parece tan extraña la secuencia inicial de la película búlgara The Father (Bashtata), cuando Vassil, en pleno entierro de su mujer, solicita desesperado una cámara para obtener unas últimas instantáneas de su malograda compañera de la vida, lo que provoca la sorpresa de los asistentes al evento.
Esta peculiar actitud que tiene el protagonista de nuestra historia al afrontar una terrible pérdida no cesa con esta primera escena, sino que a lo largo de todo el film demostrará comportamientos todavía más extravagantes. Como compañía tendrá su hijo Pavel, típico hombre de buen corazón, tan ingenuo como torpe, que en vez de ejercer labores de descendiente parece más bien un esclavo. Sea como fuere, las andanzas de padre e hijo nos son narradas por otro dúo a tener en cuenta como es el que conforman tras las cámaras los cineastas Kristina Grozeva y Petar Valchanov. En su anterior film, Un minuto de gloria, ya demostraron que saben trazar un buen relato desde un hecho tragicómico, de la mano de personajes singulares y reflejando lo sola que está la bondad humana entre una atmósfera de malicia, cinismo y corrupción.
The Father desde el comienzo deja entrever que se va a mover en un entorno menos amplio que el de la mencionada Un minuto de gloria. Esta vez la trama no alcanza un cariz nacional, no está involucrado el gobierno del país ni los medios recogen cada paso que dan, son simplemente un padre y un hijo cuyas andanzas pasarán inadvertidas para la práctica totalidad de la población. La tensa relación entre ambos que vemos en pantalla se complementa con una subtrama telefónica que envuelve a Pavel y su mujer, la cual se quedó en el hogar y no asistió al funeral de la suegra. Tenemos pues dos historias relacionadas que tratarán de complementarse lo mejor posible a lo largo de la hora y media de cinta, aunque comprobaremos que no siempre lo consiguen.
En realidad, y pese a buscar un terreno más íntimo que su antecesora, The Father peca paradójicamente de intentar adentrarse en diversos temas en los que a la postre no terminará de profundizar. La historia de Pavel con su mujer tiene su punto de gracia y de correspondencia con la realidad, pero está algo trillada y, aunque en sí aporte muy poco al cuerpo de la película, inexplicablemente por momentos parece como si la protagonizara. Algunas secuencias donde parece reflejarse un punto de crítica social (como las del espiritismo o la comisaría) también pecan de lo mismo. Sí resulta mucho más acertada una de las primeras escenas de la película en casa de Vassili y también la recta final de la obra, sin ser casualidad que estos minutos exploren la relación paternofilial Vassili-Pavel, verdadero espíritu del film.
The Father padece pues de ciertas irregularidades en su argumento principal que le hacen desviarse demasiado del camino que parecía emprender en sus inicios. No obstante, y pese a ello, la narración resulta ágil y se desenvuelve muy bien a la hora de mezclar el trasfondo dramático de la obra con un evidente tono humorístico. Si bien supone una ligera decepción respecto a lo visto en el anterior trabajo del tándem Grozeva-Valchanov, The Father conserva algunos detalles de aquel y por ello su visionado no resulta como un tiempo desaprovechado.