Ante películas con argumentos similares a los de The Dazzled, siempre me pregunto lo que pensará el espectador cuyo pensamiento sea más cercano a aquello que critican o denuncian durante el metraje. Recalco lo del pensamiento cercano, porque entiendo que el espectador que sea exactamente igual a lo que se nos muestra como negativo, en estos casos, tiene claro qué no ver en sus pantallas, si es que llega a ver algo. Después de todo, hay grados y grados, aunque a mí personalmente todos me parezcan malos en la medida en que su principal objetivo es captar más personas para su organización. Y sí, estoy hablando de la religión (organizada, con medios y la visibilidad que les conviene), de cuyos afines no necesito saber qué opinan, pero imagina que yo soy uno de ellos y te digo que esta cinta es una mierda porque muestra lo peor de mí, con lo mucho que rezo yo para que Dios me perdone y así pueda seguir siendo yo. El “yo” siempre, a pesar de tanto hablar del prójimo.
The Dazzled, la ópera prima de Sarah Suco, narra la historia de una familia cuyos padres, en apariencia normales, parecen bastante decididos a llevar a cabo un cambio radical de vida. Los dos quieren acercarse a la Comunidad de la Paloma, una pequeña comunidad religiosa que parece ofrecer excelentes valores católicos y también estabilidad económica a la familia, que se encuentra en busca de trabajo estable. Sin embargo, serán los hijos, y especialmente la mayor de todos ellos, Camille, quienes se darán cuenta de la realidad que se esconde detrás de los valores ostentosos y la falsa piedad de estos religiosos (algo que se muestra desde bien iniciada la cinta).
A medida que la película avanza, Camille se ve obligada a aceptar esta nueva dimensión vital, abandonando sus deseos, su vida social y los ardores propios de un adolescente. Como hermana mayor, el cuidado de sus hermanos, que en la práctica han quedado huérfanos de unos padres centrados en otro tipo de vida, se convertirá en su principal preocupación y en el motor principal que la llevará a buscar una salida del abismo que corre el riesgo de tragarlos a todos.
Así, The Dazzled trata de abordar con originalidad un tema delicado, ya tocado no solo en el cine, aunque aun así permanentes en muchos apartados de nuestra Sociedad, donde seguimos viendo a familias enteras dar sus propiedades a cambio de un buen trabajo y fines de semana de amistad y convivencias. La película de Sarah Suco muestra la fuerza que tiene la manipulación (psicológica y física) y el abuso en territorio religioso, siempre ocultos bajo una cortina de bondad y amor al prójimo. Algo profundamente amargo y difícil de digerir, especialmente cuando se representa visualmente en la pantalla. El hecho de que desde el principio se sospeche la llegada de hechos aterradores y desagradables, sin saber qué sucederá en concreto, genera una sensación de indignación constante en el espectador. Desde las primeras tomas de esta realidad religiosa (no lo olvidemos), se crea un fuerte sentimiento de desconfianza hacia los miembros de la Comunidad de la Paloma. El espectador ya sabe que un paso en falso será suficiente para arrojar la máscara y revelar la verdadera naturaleza de los personajes. Y para representar este ojo crítico y receloso está Camille, la protagonista a través de la cual se vivirá más la historia.
Con el tiempo, nos adentramos más y más en este mundo religioso y la representación de los personajes y sus formas de hacer las cosas dentro de esta burbuja espiritual se vuelve cada vez más ridícula (a ojos del espectador y de sus hijos). Desde lo más habitual, como algunos discursos del pastor a sus seguidores, o desde el simple (y absurdo) acto de los creyentes que balan mientras esperan a su pastor, la directora y guionista Sarah Suco hace plena esta visión de las comunidades religiosas.
No hay que olvidar que The Dazzled es una película con un gran componente autobiográfico, la segunda es que la directora y guionista, Sarah Suco, es cualquier cosa menos ingenua. Eso significa que en esta película no sólo hay calidad, sino también una historia difícil de contar y bien contada. Como espectador, a pesar de las excelentes intenciones y de una buena atención a los detalles que acabamos de mencionar, uno siente que a veces no es suficientemente incisiva, sobre todo en la parte central, dado el elemento que supone la Comunidad y el proceso de adoctrinamiento familiar.
En conjunto, sin embargo, prima lo positivo. Por una parte, la parte técnica está al servicio del contenido de la obra y en este sentido hay que juzgarla. La dirección es casi invisible, escolástica, poco protagonista, pero muy funcional para la historia. Por otra parte, la película se beneficia de lo bien que está escrito y desarrollado el personaje de Camille, una niña de doce años (y luego catorce), con una fuerza increíble, que sufre una transformación lenta, paulatina y mesurada, pero, finalmente, creíble gracias a la gran actuación de la joven actriz Céleste Brunnquell.
Quizá este tipo de películas, contadas con empatía y sobriedad, no sólo sean importantes para las personas que han experimentado experiencias similares, sino también para todos los demás, porque nunca debemos pensar que estas realidades están lejos de nosotros. Como persona a la que intentaron lavar la cabeza para que entrara en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días entre risas y amistades de instituto, doy fe de que la fe es mentira.
Hola. He visto la película y tengo algún reparo. No se trata de dar fe a la fe (soy ateo), sino de dar fe de la realidad. Cuando joven fui converso al catolicismo, y dese entonces, como profesor de Historia he estudiado profundamente a esa religión, tan presente en el desarrollo de occidente. Y lo de esta película es una caricatura ridícula. Partir de una crítica real, a partir de hechos y creencias demostrablemente reales, está bien (vi la película Unorthodox y cumple con ello). Pero lo de esta película es un intento burdo de caricaturizar en base a calumnias al catolicismo. Es como cuando la imaginería popular medieval, y luego la Alemania nazi, difamaban a los judíos atribuyéndoles prácticas y creencias que jamás tuvieron. En suma, glorificas este filme por legítimos logros técnicos, pero al final demuestras que solo la aplaude porque legitima tus prejuicios. YO DOY FE DE QUE LA FE SINCERA DE LAS PERSONAS EXISTE… aunque Dios no existe.