Uno sabe muy bien la situación de las trincheras antes de ponerse a analizar lo nuevo de Sofia Coppola, conocida con cariño en esta web como Mari Sofi. Si bien es cierto que la autora de Lost in translation tiene una base nada desdeñable de entusiastas seguidores, también es verdad que hay mucha gente que sólo siente animosidad hacía su persona y su trabajo.
Todo pivota sobre la vacuidad que hace gala en sus películas, prácticamente su gran obsesión desde sus primeros trabajos, no ya como directora (Las vírgenes suicidas, 1999), sino como guionista en sus primeros contactos manteniéndose detrás de la cámara (Historias de Nueva York, 1989, el segmento dirigido por su padre). Seamos claros, la guerra se basa, a parte de la venganza de cierta cinéfila por su “interpretación” en la tercera parte de El Padrino, en averiguar si nuestra Mari Sofi hace películas vacías sobres pijos con complejo de culpa o es una magistral retratista de la vacuidad de esos pijos, al que los primeros responden que retratar dicha vacuidad como lo hace la directora no deja de ser…vacío.
¿Y a qué viene toda esta charla insustancial que el que más o el que menos ya sabía? Bueno, The Bling Ring es la película de Mari Sosi más auténticamente Mari Sofi. Es la que más tortas va a recibir, porque su retrato de la vacuidad de sus personajes acaba siendo algo…sí, exacto, lo han adivinado, vacío. ¡Quién lo iba a predecir! ¡y encima es adrede! Si la peli funciona o deja de funcionar no será por eso, avisados quedan. Así que los «haters» de Mari Sofi pueden ahorrarse la peli. Aunque claro, eso los privará de poder rajar aún más de ella…
Planos, sin sustancia y hasta ostiables hasta decir basta, así son nuestros protagonistas de The Bling Ring. De partida, no me parece mal. De hecho, el inicio es espectacular con esos títulos de crédito a golpe de videoclip con la machacona y pegadiza «Crown On the Ground» mientras se funden imágenes de nuestros personajes principales cortando a otras imágenes de los famosos a los que roban y admiran. A ellos la directora les dedica apenas unos planos y unos momentos para conocerlos. Son unos chavales adolescentes que se aburren, con diálogos tan profundos del estilo «it´s so cool!» o «So Sweet, bitch!». No hay mucho más que rascar de ellos y la directora lo sabe. Sin embargo, el instituto es presentado como si se tratara de una pasarela. Por otro lado, es hasta cierto punto sorprendente como descubrimos la homosexualidad de nuestro protagonista. El miedo al rechazo hará que abrace la vida de sus “amigas” como refugio.
Sí, la cosa empieza bien pero pronto empieza a tambalearse. La historia narrativa va sobre como un grupo de adolescente se meten en casas de sus ídolos (Paris Hilton y compañía) para robarles joyas, ropas y complementos. En cambio, su intención quiere apuntar irónicamente al estilo de “vida” carente de significado que tienen el grupo de chavales que seguimos desde el punto de vista de nuestro prota. Se intenta mantener una ironía que no siempre funciona o se nos muestra. Y falta mala hostia. Pero cuando aparece esta la peli sube enteros, como ese final, con una deliciosa perra interpretada por Emma Watson que acaba robando la función al resto, cosa que uno no sabe si está bien medido, habida cuenta que de entrada sólo es una secundaria más.
A nuestra Mari Sofi le falta arriesgarse con la cámara, que pide a gritos moverse al compás de nuestros héroes. No obstante, los momentos musicales a cámara lenta complacen, lástima que luego los insertos fotográficos de las celebridades que son robadas acaba resultando un recurso horroroso. Pero a pesar de que la cámara parece más controlada de lo que uno pudiera de inicio pensar, se juega inteligentemente con ella, no hay otra manera de describir como consigue transmitir más nerviosismo a medida que se suceden los asaltos y nuestro prota empieza a dudar e incluso a arrepentirse de participar en ellos. O uno de los robos, con cámara estática y acercándose lentamente con un zoom a la casa mientras dicho hogar de la celebrity de turno es saqueado.
El problema no es que los personajes sean, y vamos una vez más con la dichosa palabra, vacíos, que quede claro. La directora es muy consciente de ello y lo hace expresamente aún más remarcable. El problema es que falta ironía, falta jugar con el punto de vista que se tiene sobre ellos, de mostrarnos mala leche o incluso de aprovecharlos para azotar a otras posibles víctimas (la sociedad, sus padres…hay algo de ello, sobre todo en lo referente a la madre New Life de la Watson, pero insuficiente, deberían haber tirado más por ese camino). El final consigue algo de eso. Lo suficiente para hacer de The Bling Ring una cinta interesante. Tal vez la peor de la carrera de su directora, pero ni de coña una mala peli. Fallida, con todo lo que eso conlleva, pero curiosa.
De todas formas da igual, yo siempre he sido un seguidor de Mari Sofi y siempre lo seré. Y si luego salen en los créditos finales el nombre de su padre y su hermano como productores, pues mejor, eso hará rabiar aún más a Rubén, el jefe de todo esto, un anti Mari Sofi y una mala persona.