Una película descomunal
Después de realizar Coma, una cinta de ochenta minutos en la que no había más de cinco personajes —algunos de ellos animados—, que transcurría únicamente en dos escenarios, la habitación de una adolescente y un bosque onírico rasgado de peligros, y que condensaba en la densidad de sus imágenes las preocupaciones y peligros que se cernían sobre la humanidad mientras combatía el virus del ‹Covid›, Bertrand Bonello regresa con The Beast (La bestia), una obra descomunal en el sentido más literal de la palabra, en tanto que su duración, su estructura narrativa, su mezcla de géneros, los mecanismos de su puesta en escena, el número de cuestiones que aborda y la complejidad de las preguntas que plantea la convierten en un prisma hermético y fascinante, cuya carencia de puertas de entrada y salida obliga al espectador a picar con fuerza en su superficie para poder abrir un agujero por el que acceder a su interior.
El autor de Casa de tolerancia diseña en su nueva propuesta una paradoja brillante al adaptar de forma sorprendentemente fiel a nivel temático La bestia en la jungla de Henry James; y lo hace prescindiendo de todo el aparataje literario de la obra original y extrayendo su núcleo conceptual para, después, expandirlo sobre la pantalla mezclado con su habitual virtuosismo formal y su profundidad discursiva. La película, situada en un 2044 distópico asolado por una nueva pandemia que ha vuelto a vaciar las calles, cuenta la historia de Gabrielle (Léa Seydoux), una mujer que siente una angustia irrefrenable provocada porque alberga la certeza de que un hecho catastrófico y misterioso pondrá su vida patas arriba en cualquier momento; y que decide, en parte motivada por este miedo, en parte coaccionada por la inteligencia artificial, someterse a un purificado de ADN para extirparse los sentimientos en pos de conseguir un trabajo de mayor responsabilidad. Durante el proceso, verá pasar por delante de sus ojos sus vidas pasadas, terminadas bruscamente en los años 1910 y 2014, sin que su historia de amor platónica con Louis (George Mackay) pudiese cristalizar en una relación sentimental satisfactoria.
Uno de los infinitos aciertos de La bestia, es la forma en que Bonello convierte la raíz de la novela original en el punto de partida de la cinta para, una vez hechas las presentaciones, bifurcar cada una de las imágenes que la componen hasta levantar sobre la pantalla una arquitectura laberínticamente medida que se dobla en cada una de sus esquinas para desdoblarse minutos después en un punto tan nuevo como punzante, abriendo en la pupila del espectador un vacío con forma de pregunta que no hará sino perforar su tranquilidad incitándole a replantearse la realidad de un tiempo presente bastante desolador. Toda la propuesta funciona como una grieta cubierta por espejos en la que se dirimen temas como el intento de deshumanización de las personas por parte del capitalismo en su búsqueda de unas máquinas de carne y hueso, cuya capacidad productiva no se vea afectada por sus emociones; como la imposibilidad de diferenciar entre una imagen real y una artificial; como la misoginia estructural que envenena a la sociedad; como el papel fundamental que desempeña la desesperación a la hora de que falsos gurús —o líderes de sectas— consigan captar nuevos adeptos; como la perpetuación de las desigualdades e injusticias a lo largo de la Historia; como el carácter paralizante del miedo. La bestia, en fin, es un ejercicio cinematográfico de descomunal fuerza visual y honda reflexión, articulado alrededor de una extraordinaria Léa Seydoux que, secundada por un magnífico George Mackay, contribuye a perfeccionar una cinta ya de por sí redonda. Bertrand Bonello se consolida, en fin, como uno de los mejores directores del momento.
LA BESTIA – THE BEAST
Henry James(1843-1916) es conocido como escritor y crítico literario de los USA, nacionalizado británico. En un somero acercamiento para el espectador, recordar que algunas de sus obras fueron llevadas a la pantalla por clásicos como William Wyler, Jack Clayton, James Ivory, etc. Los historiadores de la Literatura coincidieron en que algunas de sus historias o de sus narraciones cortas recogen experimentos psicológicos y por eso se suele dar una interpretación psicológica freudiana a sus narraciones. Eso supone una barrera entre el lector y el autor ya que muchas de las motivaciones de los personajes exceden la comprensión del lector (adaptador, espectador) en su aproximación. El aficionado puede recordar títulos como “La heredera”-49-, “Otra vuelta de tuerca”-99-, “Retrato de una dama”-96-“, “Suspense”-61-,”Las bostonianas”-84-, entre otras,
No es nada fácil de seguir la trama argumental de esta “La bestia” –en la novela, ´La bestia en la jungla”-.Resulta curiosa y atractiva, pero aburrida en su estructura atrabiliaria de tres parejas que son una, o una misma pareja en tres periodos distintos 1910, 2014, 2044. Desasosegante (verdadero, real o soñado) en su estructura. Una muestra de enfrentarse al mundo, de vivir, con los propios prejuicios, temores, miedo al futuro, etc. de cada cual en una fantasía distópica de reencarnaciones.
Se puede tomar por una producción de Ciencia Ficción de los años setenta ( no se olvide que el relato corto original es del cuño de las obras de Henry James). Siempre incómodo para el espectador ante personajes que se creen marcados y esclavizados por las ideas religiosas o, como esta vez, por la Inteligencia artificial que exige limpieza de raza –purificar el ADN-, limpieza de sensibilidad humana.
No es una película de pasar el rato con mayor o menor divertimento como lo demuestra la filmación de cada etapa temporal con una forma diferente y con una música que transporta. Es una muestra de deshumanización y de la existencia de la bestia en la propia enajenación y en la pérdida de la sensibilidad humana. Pasará a ser referente.