Tal vez una de las mejores cosas que tiene un festival de cine (o un festival, a secas, de cualquier modalidad) es los amigos que se van haciendo y los reencuentros fijos unos pocos días al año. En serio, se crea una pequeña comunidad, con sus reglas y chistes internos, que hace que la experiencia sea lo que es; irrepetible. Y por eso cada año volvemos a repetirla.
Lo curioso es que eso mismo ocurre con los cineastas y sus películas. Quiero decir, uno ve una película búlgara a las tantas de la noche en el Festival de Cine Europeo de Sevilla allá por 2005, pongamos que la cinta se llama Stolen Eyes (Otkradnati ochi, Radoslav Spassov) . No sabes que te vas a encontrar, vas a ciegas y en este caso, sales más que contento. Y de todas las cosas positivas que sacas del visionado, te quedas con la actriz. Tiene carisma, te gusta la actuación y te resulta irresistible en pantalla.
Años más tarde, en el mismo festival, esa actriz va a presentar otra película búlgara (Mila ot Mars, Zornitsa Sophia) , a la que tú vuelves a ir a ciegas. Y ahí está ella, y la reconoces y te sientes como si fuera una vieja amiga, lástima que ella no lo sabe.
Por eso cuando estaba cuadrando el horario del festival de cine de Sarajevo marqué en rojo una película documental: The Beast is Still Alive. Resulta que esa actriz búlgara que descubrí hace más de una década y la vi en personas años más tarde se había hecho directora y estrenaba docu. Y encima lo presentaba. Así que fui al reencuentro.
Vesela Kazakova era esa actriz. Ahora se ha juntado con Mina Mileva, otra cineasta búlgara con un largo recorrido en la animación. Juntas llevan unos años haciendo lo que más le gusta a los artistas de ese tipo, tocarle las partes bajas al poder establecido de su país. Según dijeron las directoras, con la ayuda cinematográfica que recibieron para su primer trabajo Uncle Tony, Three Fools and The Secret Service (2014) han hecho también The Beast is Still Alive.
Pero basta de hablar de uno mismo y vayamos con la película.
A priori, The Beast is Still Alive resulta de lo más estimulante; se lanza una crítica despiadada al poder establecido durante el comunismo, que de la noche a la mañana se convirtió en democrático, apropiándose de la palabra socialista. Y ahora parece que en la sociedad búlgara, y según sus autoras también en todo el mundo, las viejas ideas del comunismo vuelven a tomar forma en unas generaciones que no saben realmente que fue exactamente vivir bajo el yugo de la hoz y el martillo. Todo ello enlazado con unas conversaciones imaginarias entre la propia Kazakova y su abuelo, un represaliado de la dictadura comunista búlgara, que formó un ejército guerrillero conocido como The Beast (sí, de ahí el título de la película).
Hay tres bloques bien diferenciados pero conectados en el propio documental. En primer lugar descubrimos un cambio de cara por parte de un régimen comunista que en una transición de juguete pasaron a ser los demócratas de toda la vida. Es más, a pesar de la opresión, del servicio secreto que estaba en todas partes, de las muertes y la tortura, Bulgaria es un país donde su pasado más inmediato no se ha juzgado. Todavía hay miles de cadáveres esperando no a ser vengados, sino al menos reconocidos. Ademas, en el país balcánico las instituciones de poder siguen siendo manejados por los hijos del comunismo (si alguien ve algún paralelismo con algún país de la Península Ibérica es cosa suya…).
El segundo bloque es la recuperación histórica de la figura del abuelo de Kazakova, que estuvo veinte años preso en un lugar que no ha sido homenajeado. Los motivos son cosas tan extrañas como la idea de no abrir viejas heridas que sólo causan división. Es el bloque más emotivo, y donde mejor funciona el documental, ayudado por las conversaciones políticas y filosóficas entre nieta y abuelo. Dichos diálogos (imaginarios) son el motor de la historia, y sirve para descubrir quien fue el abuelo. ¿Un estudiante de teología que abandonó la iglesia? ¿Un comunista? ¿un luchador por la democracia? ¿Un confidente de los servicios secretos? ¿Un traidor? ¿Héroe? El cariño no está ligado con mostrar algunas zonas grises, y estos momentos sirve tanto para observar el pasado como reflexionar sobre el presente.
El tercer bloque es el más ambicioso, el que no funciona a la perfección, el más polémico y sin embargo el que más he disfrutado. Todo aquel que me haya leído un poco por Cine Maldito sabrá de que pie cojeo. A mí personalmente me gusta pensar que escribo siempre pensando en el humanismo, pero mi ideología está ahí. No engaño a nadie. Pues bien, el tercer bloque está enfocado en la vuelta del comunismo. Como esa palabra ya no es tan maravillosa como antaño, ahora se usa socialismo. Y están de vuelta.
Hay que hacer una pequeña parada ahora para matizar. Juzgad vosotros si es una parada necesaria o una defensa velada desde el punto de vista ideológico de quien escribe estas palabras. La palabra socialismo muta dependiendo de donde se encuentre uno. En general, en Europa del Este, la palabra socialismo es mentar a brujas y diablos. Vete a Polonia y compruébalo. Sin embargo, en los países de la antigua Yugoslavia, una federación socialista pero no comunista, sigue sin estar mal vista (exceptuando tal vez en Serbia). Hay un fuerte componente de nostalgia por ese socialismo representado por Tito (por lo demás y a pesar de los pesares, un dictador. Claro, que con lo que vino después es hasta fácil mirarlo con buenos ojos). En otros lugares como Bulgaria, el régimen comunista mutó a socialista democrático de toda la vida. Ahora vete a España, Francia o Italia y descubrirás que el socialismo es entendido de manera diferente.
Los países de Europa Occidental que sufrimos dictaduras tenemos una historia común con buena parte de los países que formaron el bloque del Este. Y sin embargo es contraria ideológicamente. Muchas de las situaciones que cuentan las cineastas The Beast is Still Alive pueden ser adaptadas a nuestro país, teniendo en cuenta siempre el contexto de cada lugar. ¿Qué hacer? Me parece de los más obvio ponerse siempre en el lado de los represaliados y los humillados. Que intentar sacar a Lorca y a tantos otros de una fosa común no está reñido con recuperar de la historia los campos de trabajo forzado (por ponerle un nombre) donde el abuelo de una de las directoras estuvo preso (Curiosamente, el estreno de la película The Beast is Still Alive aconteció en el 80 aniversario del asesinato del poeta granadino).
Dicho todo esto y que cada cual lo entienda como quiera, el tercer bloque es un tour internacional por ese comunismo que se niega a morir junto a una nueva generación de comunistas. Tal vez el mayor problema de esta parte es que se queda corto o al menos sus realizadoras no ponen el foco en movimientos surgidos en los últimos años que son mirados de manera antagónica por la sociedad. Así, no hay una mirada sobre el 15-M, Occupy Wall Street o las primaveras árabes. Tampoco de fenómenos políticos como Podemos en España, aunque si analizan levemente Syriza en Grecia. Esta omisión… ¿las directoras consideran a estos movimientos como nuevas formas democráticas que esconden el viejo comunismo? ¿Piensan que surgen y respiran la sociedad de forma diferente? Puede ser que todos estos casos estuvieran germinando justo en el momento en que estaban rodando el documental, pero hubiera sido de vital importancia que arrojaran una opinión al respecto.
De todas formas The Beast is Still Alive arroja una mirada que en el peor de los casos resulta interesante. Un documental que por otro lado ha tenido problemas de exhibición (la palabra censura es muy fea) en su país de origen. Es maravilloso en su exposición de los hechos en Bulgaria, antes y después de la llegada de la democracia liberal y del sistema parlamentario. Toca el cielo con esas conversaciones entre nieta y abuelo, sobre todo por como muestra a hombre encerrado durante 20 años y lleno de lucidez. En cuanto a su último bloque hay poco que objetar, su mirada de Cuba dolerá a sus defensores, aunque estos últimos siempre pueden usar el comodín del embargo. Esta última parte queda algo cojo y sobre todo no responde a situaciones más actuales, pero sigue siendo en conjunto un documental hecho desde las entrañas, cosa de agradecer, a la vez que sus realizadoras evitan la venganza ideológica que suele adornar estos relatos. Y todo esto se debe a que estas dos mujeres tienen las ideas claras, y aunque cojean como todos de una ideología concreta, tienen ante todo y sobre todo una mirada humanista.
Con lo mal que ha sentado a ciertos sectores de poder este trabajo y el anterior Uncle Tony, creo que para el próximo trabajo de Vesela Kazakova y Mina Mileva tendré que seguir yendo a festivales para reencontrarme con ellas.
We’re really pleased to read your thorough review of our film – thank you so much! It is very important to receive feedback from Spain with strikingly different history and views. Take care and good luck with your work! We’ll stay in touch! Best, Mina