Piezas como Gummo o Spring Breakers han catapultado al californiano Harmony Korine a ser uno de los nombres más populares del indie internacional de los últimos años, gracias a un sentido hacia la nihilismo y lo excesivo recubierto de espíritu naif y de cierto componente subversivo. En Gijón ha presentado su último proyecto, The Beach Bum, que reúne algunos de los tropos característicos de su obra a modo de comedia enloquecida para mayor gloria de un Matthew McConaughey que interpreta a un escritor conocido como Moondog, un estereotipo de personaje viviendo al límite y al que sigue en un día a día que, a pesar de parecer desmoronarse, sirve de cobijo idiosincrásico para mostrar una vida hecha bajo un propio código moral y un sentido irreflexivo de existencia. Bajo este preámbulo Korine articula un ejercicio al hedonismo disfrazado de una proto-comedia lisérgica tan propia de la industria americana, con una anarquía argumental que lejos de proponer una evolución en su contexto, aboga por una concatenación de escenas para mayor gloria del personaje principal y su políticamente incorrecto ideario.
En esta trama repleta de hedonismo Moondog es mostrado como una especie de antihéroe superviviente, escritor a tiempo parcial con especial predilección por el consumo de drogas, el eje principal de esta comedia en la que Korine escapa sin medida de las convencionalidades prototípicas del género. Desde un complot visual repleto de luces de neón y un estudio cromático de cada escena para deleite del director de fotografía francés Benoît Debie (habitual de Gaspar Noé), donde se cierne una Florida luminosa sobre el protagonista, este que a modo de sketch ampliado será conocido por el público en sus diferentes facetas y escalas personales. Un hombre en su día talentoso, venido a menos por el nihilismo pero con ciertas aspiraciones emocionales, ahogado en el alcohol y lo excéntrico de los personajes y situaciones que lo rodean; todo acaba por componer un universo personal extrañamente divertido, a pesar de que su estilo de vida sea incluso cuestionado por su alguno de los personajes secundarios.
En su caótico sentido por la limitación de género, revolviéndose en la comedia pero al mismo tiempo dejando un hálito dramático sobre un personaje en decadencia, The Beach Bum es una película procreada como un viaje narrativo particularmente extraño, que busca la complicidad del espectador en escenarios comunes pero aludiendo a un caos moral impropio de este tipo de propuestas. Yendo la inexorable personalidad de Korine en estos aspectos a una velocidad más rápida que las convencionalidades formales de algunos de los momentos estrella de la película, se nota la predilección por confeccionar un énfasis escénico a las andanzas de su personaje; el bote en el que vive, los bares que frecuenta o el reverso más acomodado de la sociedad californiana envuelven a un personaje que escenifica las ganas de vivir deprisa sin miedo al rechazo, algo que es aplaudido por sus anexos, incluida su ex esposa. Un personaje más grande que su propio entorno, nexo de unión que se puede trazar con la anterior Spring Breakers.
Asimilada como una versión arty de las típicas “comedias de fumados”, variante genérica así conocida coloquialmente, The Beach Bum es una oda al caos que nos enseña el como Korine se compromete con un inesperado arranque hacia el ímpetu visual, algo levemente vislumbrado en sus previos trabajos. Fortificando una indulgencia natural de la que se aprovecha tanto su protagonista como su cosmos arquitectónicamente delimitado, la película está respaldada por un grupo de secundarios en el que se pueden encontrar intérpretes como Zac Efron, Snoop Dogg, Martin Lawrence o Jonah Hill, bien delimitados en sus acciones de apoyo para la historia. Pero es Matthew McConaughey el que sale especialmente bien parado en la sumisión al desenfreno, logrando una sublime interpretación que capta perfectamente el espíritu de la película. Además, la sensación de jovialidad sin límites que parece vivirse tanto delante como detrás de las cámara ayuda a exteriorizar The Beach Bum como una curiosa aventura por el libertinaje existencial que tan solo permitirá quien acepte a Korine en un libertinaje artístico visto en sus obras previas de una manera mucho más recatada.