Si hay algo innegable en Synchronic es que el dúo Justin Benson y Aaron Moorhead nos ofrecen lo que se espera exactamente de ellos, es decir, un film de fraternidad masculina, donde las angustias existenciales (la crisis de los 40 de toda la vida) se enmarcan no solo en las tensiones propias sino que se proyectan hacia disrupciones del espacio-tiempo, bucles y espirales.
Todo ello, como decíamos, no es nada nuevo en el universo cinemático de los directores (de hecho hay leves, aunque palpables conexiones con The Endless) y eso es quizás lo que juega en contra de Synchronic, el hecho de asistir a una repetición esquemática de propuestas y conceptos donde las únicas variaciones radican en un mayor presupuesto y la autosustitución de los directores en su rol actoral protagonista por caras más conocidas cinematográficamente.
Aún así hay que valorar la capacidad de los directores de no perder un ápice de personalidad en su propuesta y de seguir ofreciendo una obra que, siendo entretenimiento, obliga tanto a la atención como a la reflexión a posteriori. Y es que, a pesar de que esta representación de ‹bro’ movie› puede llevar a cierta risa paródica, o al sarcasmo hacia al arquetipo sobredibujado, la verdad es que la aproximación hacia estos personajes no solo está hecha desde el cariño, sino que el dibujo, dentro de lo que puede ser una ficción, se acerca bastante a una naturalidad creíble.
Benson y Moorhead no dudan nunca en bordear los límites de la parodia al mostrar sin tapujos las fragilidades y contradicciones de una masculinidad siempre al borde de la quiebra en su búsqueda completista de la emoción. En este sentido, los viajes en el tiempo no son más que proyecciones, metáforas referenciales a ese hueco emocional sufrido ya sea por ausencia de estabilidad o, por el contrario, buscar una libertad mal entendida.
Pero quizás, y de forma no tan evidente, lo que se pone de manifiesto es que detrás de esta búsqueda de asidero interna hay una cuestión superior, un único elemento a encontrar que parece reforzar y asentar la personalidad propia: la figura femenina.
Ya sea en forma de matrimonio que se desmorona, de paternidad no afectuosa o precisamente de la ausencia de todo ello, los personajes de Synchronic pelean a la desesperada por hacer de su vida algo más que trabajo, fiesta y colegueo. Necesitan de esa figura femenina que dé sentido a sus acciones. Algo que se explicita de forma más evidente al hacer de los viajes en el tiempo la búsqueda de una hija perdida.
No es tanto buscarla a ella como buscar recuperar tiempo perdido, amor nunca dado, un matrimonio perdido, una figura icónica, en definitiva, que le otorga al relato una dimensión más cercana a los libros de caballería que a la ‹sci-fi›. Es quizás por eso que, la masculinidad en Synchronic nunca es percibida con ese halo de conmiseración patética sino más bien con la empatía del reconocimiento, la comprensión y finalmente el cariño que, de alguna manera consigue trasladarse a todo el producto.