Sundays es un cortometraje que de manera sorprendente ha trascendido las barreras que vienen ya delimitadas por su formato, alcanzando una popularidad asombrosa que prometía desde que hace un par de años se mostrase el tráiler que avanzaba la espectacularidad del proyecto que comanda el holandés Mischa Rozema, un experimentado en el medio. La fama de Sundays ha impactado de tal manera desde que hace unos días se colgase en la red, que ya son varias las majors hollywoodienses que se disputan su adaptación al largometraje, con la Warner Bros ahora mismo como la mejor posicionada para ello. Por lo tanto, y antes que su éxito colapse las newsline cinematográficas, cabe preguntarse… ¿Qué tiene Sundays para haber pegado tan fuerte?
Sin duda alguna, llama la atención desde los primeros planos su enorme poderío visual. Rozema es un diseñador gráfico y especialista animador que ya había despertado interés con sus previos cortometrajes, y se propone en Sundays una autoimpuesta tendencia a construir un sci-fi repleto de una imaginería visual apabullante, arraigada toda ella en un uso de los efectos especiales algo exagerado y en algunos casos con cierta estridencia visual, aunque afortunadamente acaba construyendo una postal post-apocalíptica de una decadencia fascinante. La historia se centra en un protagonista claro, que vive sumido en un drama existencial que confunde tanto realidad y ficción, como recuerdos ensimismados en sentimientos y fantasías. Una serie de interrogantes se presentan ante la paulatina presencia del hombre al mismo tiempo que es arrollado por la taciturna emotividad de los ecos de una explosión solar que parece asolar el planeta.
Si hay algo que se le pueda interpelar a Sundays es su condición de reclamo, una proposición clara de atracción donde exhibir el poderío de la producción para una posible adaptación futura, estamento en el que como hemos dicho ha triunfado claramente. Rozema es un hombre que viene directamente de la publicidad y sabe utilizar de manera inteligente estas maniobras expositivas, manejando la narración por aquellos elementos más aptos para sus propósitos, algo que confluye en una estética futurista que aún con cierto olor a pastiche (uno puede pasarse sus 14 minutos de duración identificando referentes) goza de un preciosismo muy notable. En esta diatriba la película puede dejar un regusto a adiestramiento publicitario embelesado en su apabullante poderío visual, aunque el cortometraje alude a su ficción en otros parámetros realmente interesantes. Esta sociedad futura que Rozema plantea, es exhibida con un uso de la arquitectura urbana de Ciudad México muy admirable, y la apesadumbraba narración en off apunta a un drama interior que pretende solidificar un mensaje que rellena la narración con mucha entidad. Filosofía dentro de la catástrofe, una premisa arriesgada que por sorpresa acaba por ser el motor narrativo de esta ficción, y que se adapta al formato con cierta solidez superando a la clara impostura de los efectos visuales. Además, en el metraje el film tiene guardados para sí algunas postales de cierta sordidez, elevando al máximo la melancolía general de un mensaje árido y de una decadencia profunda.
Sundays parece la aspiración definitiva, a la espera de su posible paso al largometraje, de la productora holandesa PostPanic. Un proyecto que si es llevado con un mínimo de coherencia y bajo la analogía modernista con la que se dibujan aquí las evoluciones actuales que ha llevado a lo más alto al post-apocalíptico como subgénero, promete convertirse en una pieza muy a tener en cuenta, sobre todo con esa conjunción con el drama que en Sundays lleva al sci-fi a una lectura altamente respetable.
