Es algo curioso y casi anecdótico, pero si volvemos la vista atrás y repasamos las películas cuya duración sobrepasa las tres horas, resulta complicado encontrar algún filme cuya recepción haya sido negativa por parte de aquel público al que iba dirigido. Desde un punto de vista comercial, ahí tenemos por ejemplo Titanic o la trilogía de El Señor de los Anillos. Echando un vistazo más atrás en el tiempo, películas como Lo que el viento se llevó, El Padrino o Lawrence de Arabia suelen tener una amplia presencia en los top fílmicos. Y si repasamos las filmografías de los cineastas europeos y asiáticos más reputados, ahí encontraremos los Novecento, Sátántangó, La condición humana, Los siete samuráis, Fanny y Alexander… Un puñado de grandes películas y eso que nos hemos dejado muchísimas en el tintero.
Por ese motivo, y al contrario que mucha gente que siempre le da pereza enfrentarse a una película de tal metraje, máxima si le resulta imposible hacer pausas sin perderse nada de la obra, un servidor siempre tiene la expectación al máximo cuando se dispone a ver un filme que sobrepasa la barrera de los 180 minutos. Este es el caso de Winter Sleep (título internacional, ya que el original es Kis uykusu y en España lleva el subtítulo de Sueño de invierno), película turca que dura 195 minutos y que tiene la indiscutible vitola de haberse llevado la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes. Bajo los mandos de tal nave se halla Nuri Bilge Ceylan, un hombre al que por desgracia uno no había tenido la oportunidad de ver nada de su obra hasta este último trabajo, pese a que con su anterior filme Érase una vez en Anatolia ya encandiló a muchos espectadores.
Muy difícil dar una idea de lo que es esta película en pocas palabras. Las sinopsis cuentan que Winter Sleep narra la vida de Aydin, un exactor que dirige un hotel en una zona apartada de la vida urbana mientras redacta artículos, escribe libros, se pelea (no literalmente) con su esposa e intenta dar algo de conversación a su hermana recién divorciada, todo ello en un entorno al que el invierno le da un aspecto tan bello como terriblemente solitario. Pero parece obvio que estas cuatro líneas no son, ni de lejos, un digno resumen de lo que acontece en la película. Una síntesis más idónea sería la descripción de los primeros minutos de la película, cuando vemos a Aydin vagar por las estepas turcas antes de subirse con su chófer en un coche cuya ventanilla será apedreada por un niño, un acto vandálico que es casi una venganza por el mal momento que está pasando su padre ante las deudas contraídas con varias personas entre las que principalmente se encuentra el propio Aydin.
La película se desarrolla a través de largas conversaciones que mantienen los diversos personajes de la obra. No hay apenas rastro, por tanto, de esos grandes silencios que suelen adornar escenas contemplativas, ya que si bien la fotografía está muy cuidada, la gran baza de la obra de Ceylan se encuentra en su guión, escrito por él mismo a dúo con su esposa Ebru Ceylan. Un guión mimado hasta el límite, con alguna frase que sorprende y que culminará en un final muy hábil, tanto por cerrar la historia de una manera más que convincente como por otra escena que hace acto de presencia en los minutos finales y que descubre un sentimiento que hasta ese momento no había provocado la película: risa.
Obviamente, Winter Sleep tiene escenas mejores y peores, momentos más hipnóticos y otros que quizá pecan de tediosos, personajes conmovedores y… Bueno, en ese sentido sí es una película casi redonda: no hay un solo individuo que apareciendo en pantalla con un mínimo de protagonismo pueda llegar a defraudar, tanto por la notable composición que se hace de su figura como por el trabajo actoral que desarrolla el reparto. Y es que, más allá de que se pueda generar aburrimiento en determinados momentos dado el voluminoso metraje, la ausencia de artificios o los eternos diálogos, es imposible achacarle a la película que en uno o varios momentos carezca de sentido, ya que éste sustantivo es precisamente el que mejor casa con su concepción y desarrollo. Sentido hacia lo que es la vida de verdad, y que en la obra de Ceylan queda magníficamente representada en su esfera dramática.
no se en que parte la pelicula «hace reir». o me la perdí, por irme a hacer algo dentro de su extensión. Casi como la vida misma.