Spiros Stathoulopoulos es un director que no está cortado por los patrones clásicos. Lo hemos podido comprobar con su última película, Meteora, que se estrena esta semana, en la que el griego es capaz de aunar lo metafísico con lo estrictamente carnal. Stathoulopoulos ya apuntaba maneras en su opera prima, PVC- 1, un film tan atrevido como interesante.
Y es que solo con el cártel de presentación de esta película se despierta nuestro interés, al saber que se rodó en el tiempo récord de cuatro días, con actores de teatro reconvertidos y con una cámara digital desplazada por diferentes escenarios, pues toda la obra se desarrolla en un único plano secuencia de más de ochenta minutos.
Lo cierto es que el experimento le salió bien a nuestro director de la semana. PVC-1 sumaba a sus recursos técnicos una historia vibrante, que mantiene en vilo al espectador durante toda la duración de la misma. A grandes rasgos, se puede decir que una banda de delincuentes entra en un domicilio dónde secuestran a los miembros de la familia que hay dentro antes de pedirles 15 millones de pesos. Al no conseguirlos, como medida de presión, colocan alrededor del cuello de la señora un collar bomba hecho con tubos de PVC.
Lo interesante comienza después. Cuando los asaltantes se marchan, la infortunada protagonista comienza su via crucis particular, apoyada por sus principios. El espacio reducido y los pocos personajes de la historia, junto a la tensión psicológica, lo convierten en una película de diálogos inteligentes y muy psicológica. No llega al nivel de los grandes thrillers de este estilo, como El silencio de los corderos o El maquinista, pero cumple de sobra.
De hecho, la película, a nivel de guión, parece destinada para los amantes de la psicología. A medida que transcurren los minutos vemos como Doña Elvia, la protagonista, es capaz de ir soportando el hecho de tener un elemento potencialmente mortífero en su cuerpo, y como poco a poco, a medida que asume que va a morir, va atravesando, usando al resto de miembros de su familia como punto de apoyo, los cinco estadios del duelo en un tiempo récord.
La cinta, por cierto, está basada en hechos reales y busca una manera experimental de contarlo, convirtiéndose en un homenaje de A sangre fría en el séptimo arte. Incluso el argumento tiene matices que nos recuerdan la desgracia de los Clutter.
Porque, desde luego, la historia muchas veces queda en segundo plano en relación a la parte técnica. El bajo presupuesto hace que la creatividad salga a flote. No hay absolutamente ningún trabajo de edición, por lo que cosas como las transiciones entre escenas, los cambios de escenarios y personajes e incluso la acción desarrollada sean tan naturales como frenéticos. En ocasiones podemos asimilar elementos teatrales en el film.
Para mi gusto, a una obra tan innovadora y tan experimental, que parece usar una historia real como excusa y no como base, le sobra el regusto político que se ve detrás de algunos de los diálogos y en las representaciones de algunos de los personajes. Stathoulopoulos no solo cuenta la historia real, que es la que le interesa, sino que entra a juzgarla y a valorarla, lo cual hace que reste algo de credibilidad a una narración que nos tiene atrapados sin entrar en ese juego del culpable o no.
En cualquier caso, vale la pena revisitar la obra de este director, que ya ha demostrado su versatilidad y lo que es capaz de hacer tanto con pocos como con algunos recursos más. ¿Cuántos ases en la manga se guarda de cara al futuro?