Estamos en 2014, la humanidad asustada por los efectos cada vez más visibles del calentamiento global se lanza en un experimento para descender la temperatura con funestos resultados: El descenso es tan drástico que acaba desencadenando una nueva era glacial. La humanidad se va exterminando poco a poco, incapaz de resistir esas temperaturas excepto por los pasajeros de un microcosmos que cabalgan interminablemente por las vías heladas del mundo, en una locomotora eterna en donde la vida aún es posible.
Con este planteamiento post-apocalíptico sacado de un comic de culto francés de los años ochenta (Le Transperceneige, Jacques Lob en el guion y Jean-Marc Rochette al dibujo), el director coreano Bong Joon-ho vuelve a la palestra cinematográfica tras su incisiva Mother de 2009. El autor se encontró de casualidad con este comic en una pequeña librería especializada en comics extranjeros y desde entonces se sintió fascinado por la idea de llevarla a cabo. Con pintas de ser el proyecto más ambicioso de su carrera, película que lleva rumiando más de 8 años y que visto el resultado de Snowpiercer, no parece posible ver esta adaptación por ningún otro director que no sea el coreano. El autor reconoció en una entrevista que le encanta grabar en lugares largos, estrechos y oscuros como el puente de Memories of Murder o el alcantarillado en The Host; por eso mientras que para otros esta adaptación hubiera sido un auténtico quebradero de cabeza, la película de Bong Joon-ho es capaz de sacar todo la riqueza visual a este tren.
Comenzamos en el vagón de cola oscuro, sucio, sobrepoblado y carente de esperanza; cuyo único objetivo es satisfacer las necesidades lúdicas y laborales de los vagones acomodados y lujosos que se encuentran en la cabeza del tren, la élite. Están liderados por un convincente Chris Evans (Curtis) y por su mentor Gilliam (John Hurt) que cansados de esta división de clases tan despótica y cruel quieren lanzar una revuelta para cambiar el orden establecido. O al menos mejorar su calidad de vida. Bong Joon-Ho nos muestra la humanidad condensada en este pequeño tren, cada vagón como reflejo de una sociedad que es la nuestra, cada vagón como espejo social al que mirarse, a la vez que nuestros héroes avanzan, a la vez que sus ojos (y los nuestros) descubren este tren nos sorprendemos al descubrir qué será lo siguiente. Nos encontramos con una perfecta pirámide social desde el proletariado de cola hasta el dictador megalómano del frente, pasamos por los cuerpos del orden, la prisión, los vagones encargados de la comida y el agua, las escuelas, los artesanos, los intelectuales y las clases acomodadas invadidas por el lujo y el hedonismo. Quizá en ocasiones se nos representa de manera bastante estereotipada, pero aun así Joon-Ho logra disimular todo esto sin resultar un panfleto ideológico o con ansias de ser un icono revolucionario antisistema a lo V de Vendetta. Todo sirve como un perfecto vehículo para una historia tradicional de héroe que lucha por conseguir su objetivo.
La película cuenta con un casting plagado de estrellas (de aquí y de allá) destacando personalmente a Tilda Swinton, con una actuación portentosa, su personaje malvado, rastrero y símbolo de todo lo que el vagón de cola quiere cambiar, resulta un personaje bastante simpático. Supongo que esos son los típicos matices que añade una actriz con este talento. Durante todo el metraje la película desecha el uso de Flashback y Elipsis (algo que es de agradecer y más como cuando el guion es tan sólido que no da opción a dudas, como es el caso) por lo que se desarrolla enteramente en el tren. El diseño de producción se muestra impecable, creando en un solo tren miles de mundos posibles, aunque para ello se haya necesitado 120 toneladas de decorados y el presupuesto más grande de la historia del cine de Corea del Sur.
Aun así la película tiene ciertos “peros” que depende de cada espectador si quiere obviarlos o no, especialmente algunas concesiones fortuitas y cogidas con pinzas para beneficiar el avance de nuestro grupo de héroes y una última media hora con ramalazos de sentimentalismo totalmente innecesario, ya que el personaje de Curtis está bastante bien construido que no necesitar sincerarse de esa forma.
Sin duda estamos ante uno de esos raros ‹blockbuster› de autor, película que busca contentar al espectador medio que al fin y al cabo llena las salas de cine, pero ofreciendo un producto de tremenda calidad, un producto tal y como su autor lo concibió con su violencia, su humor a destiempo, su crítica política y ecológica, a la par que tremendamente entretenida.
Leí el cómic original que venía por entregas bajo el título de «el transglacial» en la revista Totem. Además he seguido la filmografía de Joon Ho, del que admiro su capacidad para huir del héroe arquetípico. Sus personajes suelen ser estúpidos que a veces alcanzan la sublimidad a través de sus acciones. Así que hace tiempo que espero ver esta película, sé que se ha estrenado ya en Corea y Francia, ¿Sabes si ya la han estrenado en España?
Pues, por desgracia, no tiene ni distribuidora todavía. Una lástima :/