El fan del cine de terror es un mártir nato. Es desdeñado de manera sistemática por el resto de cinéfilos, que lo miran con cariñoso paternalismo como quien mira a una especie de adolescente eterno. Y es ninguneado por la industria, que lo tratan como si fuera imbécil. Finalmente le abandonan y siguen buscando a imbéciles a los que vender sus mediocres productos.
Quizá lo segundo provoca lo primero: las películas de terror actuales están hechas de manera insultante para cualquier espectador inteligente, por tanto, el fan del cine de terror tiene que ser un pobre idiota sin criterio. Parece que de algún modo no es tan noble hacer reír, llorar, emocionar, concienciar como hacer pasar miedo.
Que el cine de terror está de capa caída lo llevamos diciendo una década ya, después de que aquella The Ring (Ringu, Hideo Nakata, 1998) nos diera una breve esperanza en Oriente. Desgraciadamente, todo terminó más mal que bien y tuvimos una avalancha de cine de terror asiático mal traído, en la que las películas se copiaron unas a otras con un índice de fracaso que ridiculizaba al de los éxitos.
La industria debe pensar que hacer una película de terror es fácil. Lo que es fácil es hacer una película de terror mala, con subidas de música y cosas que se reflejan en el espejo y luego no están. Eso es bastante fácil, sí.
Pero hacer una buena película de terror, no. La única novedad de los últimos tiempos ha sido reducir el género a la mínima expresión. ¿Podéis imaginar una comedia que sea una sucesión de ‹sketches›? ¿Un drama que sea una retahíla de situaciones lacrimógenas? Pues algunos pensaron que el cine de terror era encadenar un susto tras otro, hilvanándolos con una trama superflua cuando no inexistente. Ahí están todos los falsos documentales y todos los Paranormal Activity. Lo peor de todo es que han sido las que han dado los mejores resultados.
Basta de lamentos. Hablemos de Sinister.
Ethan Hawke se traslada con su familia a una nueva casa. Una propiedad en la que sucedió un crimen muy macabro: una familia entera fue ahorcada en el jardín trasero… excepto la niña pequeña, que está en paradero desconocido. Su propia familia no sabe de este hecho, pero Ethan pretende revivir con él su antiguo éxito como escritor. Adquirió cierta fama a raíz de un libro que escribió sobre un crimen similar que acabó ayudando a resolver. Cree que este caso puede ser su A sangre fría.
Este arranque no promete nada. Recuerda a argumento clásico de Stephen King o a la cosa esa que hizo Coppola en 3D, Twixt. Lo interesante de la cinta viene cuando el protagonista encuentra en su ático unas bobinas en Super 8 llenas de crímenes horrendos. El objeto de fascinación mórbida hipnotiza a Ethan, dispuesto a resolver por su propia mano el caso y a recuperar la fama por el camino. Lo destacable de la película es que estas cintas también hipnotizan al espectador, en la versión más malsana imaginable de Blow Up. La banda sonora, excelentemente escogida, acompaña con Aghast, Sunn O))) y, dado el momento, Boards of Canada. Me gustaría pensar que a los ausentes del panorama musical por excelencia les hubiera conquistado Sinister y se decidieran a prestar derechos.
La historia. Porque… Sinister cuenta con una historia. Ninguna obra maestra, pero una historia que nos conduce a momentos llenos de terror e imágenes tan potentes como enfermizas. Historia que seguirá hasta sus últimas consecuencias, incluso al precio de lastrar la atmósfera laboriosamente lograda.
Ethan Hawke interpreta correctamente y es acompañado de un guión que nos presenta a un personaje, ante todo, creíble. El fantasma de ser un mero explotador del morbo planea de manera constante sobre su conciencia. Ethan busca en Google, se asusta, duda… es un ser humano. No es el mero esclavo de una historia como viene siendo habitual en el género, no es ese títere que tiene que, Dios sabe por qué motivos, entrar a casas abandonadas y acudir raudo a cualquier ruido siniestro que escuche en la noche. Aunque bueno, esto último lo hace… pero de qué manera.
Sinister es una cinta de terror clásica (que quede muy claro que no inventa nada) con una historia sólida (cosa que es más que suficiente para destacar), una conseguidísima atmósfera… y asusta, que es lo importante. Por el buen camino, por la senda correcta. Asustarnos mientras nos cuentan una historia. No tratar de asustarnos sin ton ni son.
No voy a engañar a nadie, no tengo ninguna esperanza de que esto siente ningún precedente. Pero creo que los que escarbamos y escarbamos entre cintas y cintas, a veces, como el propio Hawke, recibimos nuestra merecida recompensa.