«El corazón quiere lo que quiere y si no, no le importa.»
El amor es un grito que surge de lo profundo de nuestras pasiones olvidadas y reclama un acto de fe. El amor es una promesa del mañana que nos invita a creer en la vida. El amor es fuego, ardiente llama que devora al corazón indeciso. El amor es un loco sin juicio, que sin razones se entiende. El amor se encuentra en una palabra, un gesto, una mirada, o cualquier otro acto, presencia o ser que retumba en nuestra conciencia sin palabras y nos deslumbra presentando un camino de verdad, esperanza y compañía.
A veces el amor es una hermosa mujer que ofrece en este horrible mundo una sonrisa, a veces es un compañero leal de lucha dispuesto a matar y morir por el sueño que nos hermana, a veces es el silencio cómplice de la maldad que comparten dos almas bandidas, y a veces es una canción que une los cuerpos al mismo ritmo y lo dice todo del otro sin mediar palabra. A veces dura una noche y a veces toda la vida.
Por eso el amor es tan difícil de definir, pues responde a corazones distintos que, sin saber lo que quieren, lo entienden cuando lo sienten. Y en el caso de la película (que no me he olvidado de ella) paradójicamente el amor nace de la muerte y la falta de fe. En el colegio en medio de una clase, Artur lee unos dolorosos versos que hablan de su propio malestar e inconformidad con la vida, tan fuertes los siente que no puede contenerse y huye del salón sofocado. Esta es la impresión primera que cautiva a Silvia, quien de ahora en adelante lo amará con un fervor casi religioso. Silvia se vuelve su fiel acompañante. Depositaria de su dolor, como una madre que arrulla a su bebe enfermo, Silvia abraza a Artur con melancolía.
Artur sufre de hemofilia, y pronto morirá. Artur es la juventud sin futuro. Esta por supuesto es una interpretación mía, pero creo que ello es lo que retumba en Silvia, pues ve en Artur el cruel destino que ofrece para las nuevas generaciones la vida. El cambio climático, la economía, los gobiernos, las guerras, todo se junta para acabar con las expectativas de hoy. Vivimos tiempos difíciles, probablemente siempre han sido tiempos difíciles, pero hoy en día es más fácil tomar conciencia de ello siendo bombardeados por grandes cúmulos de información desmotivante.
Artur muere pronto en la película, pero su recuerdo permanece. No solo de lo que fue sino también de lo que pudo ser. Y la cinta es en gran parte como un sueño, como una delicada y triste pesadilla en la que el fantasma de Artur, condenado desde su nacimiento, pulula contagiando los ambientes en una distensión espacial y temporal. La trama se empieza a volver cada vez menos real y más mística.
Es la segunda parte de la historia la que no me gusta tanto. La obsesión de Silvia por Artur la lleva a involucrarse en un ritual con el cual nace la posibilidad de revivirlo. No es un tramo aburrido, pero sí carente de la misma fuerza que el primero. Demasiado interesado en encontrar una justificación mística para lograr el renacer de Artur. Demasiado enfocado en hilar una nueva historia que pueda conectarse con la primera.
A pesar de lo anterior, Sick, Sick, Sick me parece una película harto recomendable. Las emociones y sentimientos que presenta son poderosas y se sienten reales. El ritmo que imprime la directora al relato y los recursos narrativos que emplea lo impregnan de una belleza trágica llena de sosiego difícil de encontrar en las historias románticas típicas del cine. Y es una historia que desde el comienzo transmite una sensación de que el amor está condenado en un mundo contemporáneo dispuesto a matarlo todo. Gran debut de Alice Furtado, espero poder ver más de ella en el futuro.