Las temperaturas aumentan a un estado febril que nos ha inspirado a recurrir a un género maldito, oculto y prohibitivo, el ‹pinku eiga›, al que os queremos transportar con The Bite, película de Kan Mukai rodada en 1966 y Secret Chronicle: She Beast Market, puro Nikkatsu que dirigió Noboru Tanaka en 1974.
The Bite (Kan Mukai)
Kan Mukai, uno de los autores más prolíficos y reconocidos dentro del género de los ‹pink films› o ‹pinku›, dirigió con The Bite una de sus primeras obras, un nexo brillante entre la contracultura y la explotación que podría definirse como una suerte de eslabón perdido, entre la estética y la filosofía autoral rompedoras heredadas directamente de la ‹Nouvelle Vague› y el atrevimiento temático y exploración fetichista de la sexualidad propios del ‹pinku›.
En esta última vertiente no cabe duda de que nos encontramos ante una película que observa la sexualidad con tonos muy turbios, estableciendo relaciones y dinámicas de poder muy claras en ellos (el protagonista se prostituye por necesidad y su ‹madame› controla cada aspecto de su vida), recurriendo directamente al abuso físico y emocional para concebir el sexo no como una expresión individual sino como un arma que afianza dichas dinámicas de poder. No es desde luego ajena a la controversia en torno a la explotación de la toxicidad y el no consentimiento en las relaciones, aunque lo tiñe todo de una visión eminentemente desencantada y misántropa.
Esa visión de las relaciones sexuales como intercambios desiguales y vacíos de afecto puede contrastar en cierto modo con una cámara que parece querer emplazarse en el nivel más físico y sensorial de los cuerpos. Pero lo que la película arranca de ello no es placer, al fin y al cabo, sino una visceralidad repulsiva y violenta. La misma que se deriva de esos primeros planos agresivos y desafiantes, o de esas puñaladas rodadas con exactamente el mismo énfasis que cualquier escena de sexo. En este punto también hay que hablar de esa filosofía de ‹Nouvelle Vague› que Mukai imprime a toda la cinta, y que sin duda condiciona la postura y la interpretación sobre lo que se narra.
Rodada en un blanco y negro muy elegante e inmersivo, lleno de claroscuros expresionistas, en cualquier otro aspecto de su puesta en escena refleja sin embargo un espíritu anárquico, comenzando por la música jazzística y continuando por la escasa congruencia interna del montaje, que tan pronto está realizando paneos lentos y recreándose, como concatenando planos a ritmo frenético para hacer perder el sentido de la orientación al espectador. La edición de sonido destaca también en este aspecto, distorsionando los abundantes monólogos interiores y los gemidos, dando una sensación constante de que existen en otro plano de la realidad.
Todos estos elementos, interesantes por sí solos, pero en apariencia poco coherentes entre sí, convergen sin embargo en la visión de la puesta en escena como una experiencia altamente subjetiva y emocional, en la que poco importa la conexión con la realidad y mucho la vorágine de sensaciones. Y es que The Bite tiene mucho que decir al respecto de sus temas narrativos y su visión desafectada e iconoclasta, pero al fin y al cabo no siento que sea el propósito esto tanto como una estimulación sensorial y una visceralidad que busca romper los esquemas al espectador, noquearlo y explotar su vulnerabilidad.
Creo que esta es una cinta excelente, que busca la polémica y la incomodidad, pero lo hace a través del grito, entendiendo que aún por encima de lo controvertido de su temática está la capacidad de violentar con todos sus recursos de énfasis expresivo. No lo definiría por completo, aunque ciertamente tiene las ideas claras, como un cine de mensaje ni de compromiso ideológico; es sobre todo una provocación. Pero como tal, es un cine elocuente y contundente, y éstas son cualidades valiosísimas.
Escrito por Javier Abarca
Secret Chronicle: She Beast Market (Noboru Tanaka)
En apariencia, Secret Chronicle: She Beast Market es otra más de las muchas producciones eróticas de la Nikkatsu que abordan el mundo de la prostitución con más ánimo sensacionalista que de denuncia. Sin embargo, la cinta del prolífico Noboru Tanaka, una de las figuras más recurrentes dentro de la productora, no tarda en desmarcarse del resto, tanto por su estética ligeramente ‹arty›, en la que sobresale una preciosa fotografía en blanco y negro de Shôhei Andô que sólo rompe al color en un momento de autodescubrimiento de la protagonista, como por una narrativa dispersa y volcada a todas luces en los aspectos más psicológicos del relato, priorizando lo sensorial e introspectivo por encima de lo demás. Esto da como resultado una película tan extraña como atractiva, irregular a todas luces en su exploración de la escena prostibularia del Osaka de los años 70, pero llena de elementos interesantes y transgresores, un híbrido a medio camino entre la intelectualidad del cine europeo de autor de aquellos años y la pura explotación que está en el debe del género ‹pinku›.
La principal baza de Secret Chronicle está en la presencia magnética de su protagonista, Meika Seri, actriz de físico bello, esquivo y fascinante, que deambula por la pantalla con una indolencia lánguida y provocadora que resulta desafiante, sólo para desnudar, llegado el clímax de la historia, la dolorosa vulnerabilidad que dormía bajo aquella coraza de mujer independiente y segura de sí misma. A través de ella, la prostituta que decide romper lazos con su proxeneta para hacer la calle por cuenta propia, asistimos al turbio mundo del sexo callejero, un retrato hiriente, si bien no siempre realista en términos estrictamente narrativos (el morbo, por una parte, y la ambivalencia psicológica de ciertos personajes, por otra, hacen que la historia patine en ocasiones o caiga en momentos un tanto excéntricos y exagerados), de la sociedad patriarcal de la época, repleta de sujetos violentos para los que la mujer es mero objeto disponible para su placer.
En su voluntad de reflejar el duro y venenoso ambiente en el que ha crecido y vive la protagonista, Tanaka y su guionista Akio Ido no dudan en apostar por una sordidez que quizás no sea tan gratuita como parece a simple vista: la relación incestuosa que la susodicha establece con su hermano menor disminuido en el fondo no hace otra cosa que evidenciar lo que ha implicado la figura masculina en su vida, es decir, un elemento más de opresión y violencia sobre su cuerpo. Esta denuncia de la cosificación de la mujer (explicitada cuando Seri afirma no ser ya nunca más un ser humano) toca uno de los rasgos más problemáticos e interesantes no sólo del filme de Tanaka, sino de todo el subgénero pinku: el modo contradictorio en el que la mayor parte del cine nacido bajo esta etiqueta denuncia la sexualización de la mujer al tiempo que la propicia en ficciones a menudo plagadas de elementos escandalosos que uno adivina sólo están ahí para satisfacer las pulsiones escópicas y onanistas de su público potencial.
Secret Chronicle: She Beast Market no escapa a todo esto: si bien logra incomodar cuando muestra la dura vida de la protagonista, criada al amparo de una madura prostituta contra la cual ahora compite, e intentando subsistir como buenamente puede lidiando con clientes violentos y demás fauna de los bajos fondos japoneses, tampoco duda en regodearse en escenas de sexo que pueden tornarse algo repetitivas, priorizando el morbo por el sexo sobre todo lo demás. En todo caso, estamos ante una película tan errática y atractiva como su joven protagonista, a ratos bonita de ver, a ratos algo agotadora, pero en general menos obvia y más complicada de descifrar que otras cintas del mismo director y de la misma productora, y con esa pátina de ‹auteur› ya mencionada al principio que la hace destacar sobre las demás, y en la que brilla un refinado acabado visual por encima de la media, indicador del momento de inspiración en el que se encontraba Tanaka en el momento de su realización.
Escrito por Nacho Villalba