La comedia negra que llega del norte nos trae dos títulos ante los que hay que rendirse por su originalidad y ganas de sorprender. El primero de ellos, debut de Ola Simonsson y Johannes Stjärne Nilsson en una de las sorpresas de las últimas ediciones de Sitges con Sound of Noise, y el segundo, cuarto largometraje del cineasta noruego Jens Lien con una suerte de utopía, The Bothersome Man, que se transforma en una de esas películas únicas de los últimos años.
Sound of noise (Ola Simonsson, Johannes Stjärne Nilsson)
A lo largo de todos los festivales del mundo, uno suele tener más o menos claro a que entra, pero no siempre. En cada certamen siempre se acaba optando por asistir a algunas obras de las que no se tienen ni idea. A veces, ni del nombre del filme que se va a ver. Da igual que te prepares interminables excels y listas previas, siempre hay una hora muerta que se acaba matando echando la moneda al aire. A veces aciertas y otras sales chamuscado.
Sound of Noise fue una de las propuestas más estimulantes del festival de Sitges del 2010, a la que entré porque otro en mi lugar había tirado la moneda al aire (de hecho fue Rubén, nuestro jefe) para matar el tiempo.
La obra de Ola Simonsson y Johannes Stjärne Nilsson tiene la capacidad de asombrar al espectador y ofrecer un producto que parece cuanto menos original. Y ahí está en parte el triunfo de está comedia negra; bajo su disfraz de algo nuevo y único, se esconde la estructura clásica de una cinta negra y/o atracos, con persecución de por medio entre policías y ladrones.
El inicio no puede ser más estimulante; la cosa va de un grupo de atracadores que no se dedican a vaciar las cajas fuertes, sino a hacer conciertos en sus atracos utilizando cualquier cosa a su alcance. Unos “terroristas” que lo mismo te dan un magistral concierto en un banco como en la sala de operaciones de un hospital, perseguidos por un incasable policía que odia la música con todo su alma, y que de manera surrealista no puede volver a escuchar los objetos (o personas) que los malvados delincuentes usan.
¿Sugerente? Sin duda. No hay nada mejor que contar la historia de siempre de manera que nos parezca genuina.
Con esto quiero decir que es cierto que el principio de la cinta es rompedor, pero el éxito final se debe a unos buenos personajes, un buen desarrollo de la historia y a unos números musicales muy divertidos. Y en cuanto a los personajes, tal vez a excepción de nuestro protagonista que tiene varios conflictos por resolver a lo largo del filme, son bastante simples y no por ello dejan de ser maravillosos. Uno no se cansa nunca de ellos.
Los momentos musicales son simplemente geniales, sobre todo por como están tratados y organizados, al estilo clásico del atraco perfecto donde irremediablemente quedan pistas que sólo un gran sabueso como el poli protagonista puede seguir. Todo confluye con tal armonía y con tan buen ritmo, que ni siquiera desentona ciertos momentos pasados de vuelta en cuanto absurdo así como algunos instantes donde el guión queda corto en cuanto historia de atracadores, pues se suple con toneladas de un bendito humor y lenguaje metalingüístico que se ríe a la vez que homenajea al género y su estructura tan cerrada.
Y lo dicho. Cumple. Todo parece fresco.
Una joyita que nos dejó el festival de cine de hace 3 años que no debe pasar desapercibida.
A veces entrar a ciegas en una sala de cine tiene su recompensa.
Escrito por Pablo García Márquez
The Bothersome Man (Jens Lien)
En los últimos años el cine nórdico no ha parado de crecer y dirigirse a nuevos terrenos dejando a un lado el pasado y preparándose para un futuro que parece alejarse de todos aquellos nombres (Bergman, Dreyer) que surcaron antaño el cine de constantes más glaciales. Para ello, una buena ración de géneros que no habían surcado esos parajes y han encontrado en un thriller casi descendiente directo de la novela negra el parapeto idoneo.
No obstante, hay vida más allá del thriller y de los parajes dramáticos que han dado vida al cine nórdico en los últimos tiempos, y un perfecto ejemplo de ello es el cuarto largometraje de Jens Lien, también cortometrajista y realizador televisivo que en The Bothersome Man presenta una atípica comedia negra que entremezcla sus genes con el cine fantástico para componer una extraña parábola acerca de la sociedad.
Un autobús llegando a un desértico e inhóspito lugar, y un personaje con traje y gorra bajando de él para afrontar una nueva aventura conforman la atípica presentación de una cinta cuyas intenciones ni siquiera se atisban en esa puesta en escena tan insólita, pero que paulatinamente irá dejando detalles acerca del destino que le depara a nuestro protagonista ese adentramiento en una nueva ciudad, con trabajo nuevo y compañeros nuevos.
De ese contexto emerge una especie de utopía que terminará deviniendo distopía cuando Andreas, ese personaje que más bien parece un pulpo en un garaje, empiece a advertir que empatía y emoción son conceptos que no se atisban en ese nuevo universo donde ha ido a parar. Así, cada nueva relación o incluso el abandono de una anterior le llevan a un estado en el cual el amor parece una noción ciertamente alejada de la realidad.
Con un estilo minimalista que hace acto de presencia prácticamente durante todo el film, The Bothersome Man bien podría emparentarse fácilmente con nombres como los de Terry Gilliam (en la consecución de esas ideas entorno a esa sociedad) o incluso Charlie Kaufman en la puesta en escena de ese planteamiento tan particular. Incluso se podría decir que en su praxis formal cuando música e imagen se encuentran en un mismo espacio, el trabajo de Lien tiene algo de Jeunet (todo ello teniendo en cuenta que el trabajo del Noruego se aleja del habitual y arrebatador estilo visual del galo, optando por un cromatismo mucho más pálido en la imagen).
El pesadillesco periplo de nuestro protagonista llegará a su punto álgido cuando, tras un intento de suicidio (algo bastante infructífero en una ciudad como esa, hecho que el espectador constata cuando durante los primeros compases algo similar a unos empleados gubernamentales retiran un cadáver de las vías sin inmutarse lo más mínimo), encuentre el que parece ser último resquicio de emoción en un lugar desposeído de todo lo parecido a aquello que esa palabra conlleva y, con él, deba decidir si morar en un mundo donde amar no parece posible, o ser desterrado al más inclemente de los parajes.
Escrito por Rubén Collazos