El cine más bizarro llega a la sesión doble con un par de títulos que cualquier fan de tales confines cinematográficos disfrutará: por un lado, La disparatada parada de los monstruos (Freaked para quien la conozca por su título original) de Tom Stern y Alex Winter, y por el otro un nombre más conocido, el de Trey Parker, bajo el influjo de la Troma, en esa Musical Caníbal escrita también por Matt Stone.
La disparatada parada de los monstruos (Tom Stern, Alex Winter)
En las series de cortos de animación clásicos anglosajones (Los Loney Toons, El show de Tom y Jerry o El Pájaro Loco) existe el desenvolvimiento de una maldad absurda que denota ingenuidad o hasta inocencia por la aparente intranscendencia e inverosimilitud de las situaciones; aun así, estas animaciones explotan aquellos deseos de violencia, destrucción y bestialidad latentes en el individuo infante y, de la misma manera, lo conectan con un sinsentido vulgar y cruel propio de las ironías de la vida. Freaked se mueve por dicha línea, y hago énfasis en compararla con fantasías animadas para niños porque, al igual que estas, el mundo que retrata y el carácter de sus personajes es perverso a la par que ridículo y grandilocuente en sus formas y expresiones: no hay una gran reflexión sucediendo al interior de la imagen, por más que la misma proponga hacer uno que otro comentario sobre la voracidad del mundo empresarial.
El cuerpo y la imagen son el goce pasional de un individuo que siente atracción por lo bizarro, un científico loco que es a la vez un pastiche de arquetipos de vilanos propios de producciones de Disney (aquellos que encarnan la maldad pura y, por ende, la más difícil de entender) es el padre de una comunidad de engendros torturados por su condición presente y pasada, ya que el ridículo es su estado permanente; aquí no necesariamente habrá risas, pero si por lo menos una conciencia absorta ante la incapacidad de digerir la gran cantidad de salvajadas que se suceden en tan poco tiempo, porque la cinta enlaza un desfile de eventos absurdos sin apenas dar tiempo para digerirlos.
Los personajes son tan secundarios como la trama, porque aquí la presencia está en las jugarretas propias de ‹sketch› y en la propuesta visual, específicamente en los decorados y maquillajes de los distintos personajes, y en la capacidad que tiene la cinta de sorprendernos con las transformaciones en bestias subhumanas, ya que presenciar lo detallado de los diseños y recordar el encanto de los efectos prácticos causa un disfrute similar al del morbo del que va al circo a ver a la mujer barbuda o al niño elefante; una atracción por lo desagradable, por la experiencia de lo incomodo, y por cómo la cinta no tiene pudor a la hora de destruir o deformar la imagen de cualquiera, incluyendo niños o hermosas figuras de rasos finos propias del mundo del modelaje. Así, esta operística caricatura evoluciona en eventos cada vez más chocantes, insanos, y propios de una mente corroída como la del científico loco. Es curioso como este trabajo ha pasado desapercibido alrededor del mundo, si bien la trama como ya expuse es secundaria y no deja plantea mayor reflexión la riqueza de sus formas, y el esmero y esfuerzo evidentes para componer desde un pequeño presupuesto tamaño despliegue de figuras y escenas de transformación o mutación, es una cinta que a pesar de su intrascendencia no permite al espectador salir del asombro frente a su propia existencia y despliegue de acción. En conclusión, un trabajo recomendable en especial para aquellos que aún tienen esa bestia malsana infante clamando por exploraciones vulgares en su interior.
Escrito por Nelson Samuel Galvis Torres
Musical Caníbal (Trey Parker)
Antes de convertirse en dos de los puntales de la animación para adultos en Estados Unidos con su serie South Park, Trey Parker y Matt Stone iniciaron su carrera con la producción independiente. Su primer largometraje fue Musical caníbal, un musical ambientado en el Lejano Oeste inspirado en la vida real de Alfred Packer, un buscador de oro que fue acusado de asesinar y comerse a sus cinco compañeros de expedición. La película, que tuvo inicialmente una distribución muy discreta, fue posteriormente recuperada por la Troma, capitalizando el éxito de la entonces reciente South Park y convirtiéndose en una cinta de culto.
Musical caníbal es una obra ciertamente irreverente y hasta escandalosa, dejando claras sus intenciones ya desde el principio. El falso ‹disclaimer› que abre la película nos avisa de que se trata de un metraje recuperado de 1954 y fuertemente censurado para eliminar las escenas más crudas y violentas. La escena inmediatamente posterior es una carnicería caníbal que deja en evidencia las intenciones de esta: una mirada nada seria, y menos respetuosa sobre el canibalismo y la supervivencia, en la que una historia real se convierte en excusa para explorar un catálogo de ideas y personajes absurdos, aderezado de gore baratillo y lleno de humor muy negro e inmadureces marca de la casa.
Sorprendentemente es una cinta que al final no pretende tomarse en serio y que tiene muy clara su condición de burla constante al espectador y a las convenciones de su género, no estamos precisamente ante un mal musical, ni siquiera mediocre. Las canciones, escritas por Trey Parker, resultan divertidas y llenas de creatividad, dentro de su tono siempre burlesco e irreverente, y le aportan un carisma extra. En el resto de elementos de la trama tal vez le cueste más demostrar dichas cualidades; pero tampoco lo necesita, pues le sobra para mantener un espíritu disparatado y desenfadado durante todo su metraje y de alguna forma contenerlo de manera adecuada para que no desborde.
De hecho, puede llegar a sorprender en esta película, centrada en el tema del canibalismo y que busca explorar un humor ácido y descarado y sin ninguna atadura moral a considerar, que realmente no tiene tanto gore. Es incluso un elemento bastante menor en la obra, que sin renunciar a la violencia exagerada no es tan gráfica como podría haberse vuelto. Tal vez para no espantar o perturbar en exceso a su audiencia, pues más allá de la acidez y la irreverencia esta película quiere verse como un entretenimiento en el que la provocación arranque risas y no el horror de los espectadores. Y es que Musical caníbal no deja de ser ni de pretender ser una burrada ‹camp›, una comedia surrealista que exagera y caricaturiza aspectos de la realidad hasta quitarles todo el poso dramático o turbio que pudieran tener. Los elementos de supervivencia supuestamente más serios y psicológicamente devastadores aparecen constantemente rodeados de incoherencias y momentos ridículos, frases fuera de lugar y conceptos completamente descabellados como el de la tribu de japoneses que se hacen pasar por nativos.
Sin duda, uno puede reconocer en esta cinta la mentalidad gamberra y transgresora de sus creadores, pero también una cierta inmadurez o, mejor dicho, inconsecuencia discursiva. Sus bromas no tienen trasfondo, son diversiones intrascendentes con las que los autores sencillamente se ríen de tabúes. Y eso no es malo, en absoluto, pero es lo que es e intenta desde el primer momento: un divertimento pasajero en el que una de las historias más perturbadoras del Lejano Oeste es despojada de toda su aura de terror descarnado y reconvertida a una sesión de humor bruto y absurdo que no se toma en serio ni por un segundo. En eso Musical caníbal cumple de sobra y da lo que ofrece. Tal vez se le quede grande una categoría de culto más amplia, ya que su guión no deja de ser uno de los primeros pasos de Parker y Stone y su ‹timing› cómico todavía estaba por pulir, pero lo que es seguro es que en su modestia funciona y resulta un entretenimiento muy válido.
Escrito por Javier Abarca