A nuestra sesión doble llegan esos cuentos oscuros que buscan otorgar un contrapunto a los ya conocidos, aquellos que conocemos desde nuestra tierna infancia, y que desde el prisma de dos cineastas como Lucile Hadzihalilovic y Catherine Breillat toman tintes muy distintos: en el caso de la primera, con una Innocence, su debut, que dirigía en 2004, y en el caso de la segunda con su particular revisión del cuento de Charles Perrault en La belle endormie.
Innocence (Lucile Hadzihalilovic)
Hay un serio problema con Innocence: la idea de la abstracción conceptual llevada hasta el paroxismo de la incomprensión al respecto de lo que se quiere contar. No es que nos estemos postulando a favor de la necesidad de que siempre haya un objetivo en la narración, pero en casos como el del film de Lucile Hadzihalilovic se respira una intencionalidad que, a base cripticismo, acaba diluyéndose en una especie de esteticismo tan vacuo como irritante.
Y no es que Innocence no contenga elementos apreciables, no. Precisamente cuando es la imaginería visual la que se pone abstracta, como en su seco e impactante inicio, es cuando el film gana enteros por la generación de expectativa e incertidumbre. A partir de aquí entramos en una espiral de forma que quiere tener ecos del Weir de Picnic en Hanging Rock desprovisto del aparato formal onírico o, lo que es lo mismo, entrar en terrenos de ensoñación cognitiva disfrazada de cotidianidad extrañada.
El resultado de todo ello es asistir a una narración que, a través de esta sociedad infantil femenina extraviada, pretende sugerir en lo que parece un desarrollo sugerente pero que, paso a paso, acaba encallada en un ensimismamiento cercano a la morosidad que precede al aburrimiento y al adormecimiento. Estamos así ante un caso de film que parece entusiasmar, o como mínimo interesar, más a su propia directora en su estudio de los cuerpos, las emociones y su traslación formal que no en crear una obra que genere algo mínimamente epatante hacia el espectador.
Cierto es que aquí deberíamos entrar en el debate sobre la autoría y la dirección que debe tomar (hacia el propio autor o hacia el espectador) pero por zanjar el asunto podríamos decir que en este caso, Hadzihalilovic peca de falta de honestidad al plantear enigmas que ni tan siquiera a ella le interesa resolver de forma satisfactoria.
De todos modos, es innegable que detrás de estos obstáculos planteados al espectador se intuye un manejo preciso de los elementos en la puesta en escena asentados en la creación de una burbuja naturalista tan creíble como, al mismo tiempo, bordeando el fantástico. Junto a ello encontramos también un impecable trabajo en lo que concierne a la dirección de unas actrices que son capaces de entrar en el juego haciendo caso omiso de la incomprensibilidad del mismo.
Todo ello, pues, crea la sensación de que hay una película más interesante de lo visto detrás del muro de contención autoral construido por la directora. Una película a la que se le intuye la impronta de un mensaje feminista por un lado y, por otro, la denuncia, a través del ‹coming of age›, de que no es oro todo lo que reluce detrás de la aparente pureza si está sometida a un régimen de aleatoriedad autoritaria.
Un mundo que, a través de una simbología final algo tosca, parece que quiere hablarnos de una naturaleza salvaje y por tanto ingobernable en lo femenino y una tosquedad gris y rígida (y por ello más estable) en lo masculino. ¿La conexión? Irónicamente es a través de una corriente de agua que fluye entre mundos pero que se filma siempre desde un interior burbujeante, turbulento y finalmente anodino. Al fin y al cabo no hay mejor metáfora visual que defina la película.
Escrito por Àlex P. Lascort
La belle endormie (Catherine Breillat)
Catherine Breillat es una de esas realizadoras que hay que reivindicar ya que a pesar de no hacer un uso demasiado rimbombante del lenguaje cinematográfico ha logrado crear algunas historias bastante interesantes y complejas gracias a la riqueza de sus temas y su conocimiento sobre estos; este es el caso de la película que nos atañe, en la que se cuenta la historia de la princesa Anastasia, quien ha sido maldecida por una bruja que la condenará a morir a los 16 años, pero otras magas modificarán el hechizo para que solo se quede dormida a los 6 y despierte a los 16. Así comienza esta fábula sobre la madurez en la que la princesa se sumergirá en un sueño lleno personajes variopintos y anacronismos temporales. Una historia llena de referencias a los clásicos de la literatura infantil, en especial a La bella durmiente y a La reina de las nieves.
Esta es una película claramente influida por las teorías del psicoanálisis de los cuentos de hadas de Bruno Battelheim y por los estudios de los símbolos de Carl Young. Breillat utiliza los relatos clásicos como base para hacer asociaciones más obvias entre los sucesos de la historia y sus significados ocultos. La princesa es en esencia una representación de la mujer, es aquella que a los 16 años perderá la inocencia y que debe traspasar el mundo de la fantasía para llegar a la edad adulta. Al entrar en el sueño, Anastasia conoce a Peter de quien se enamora y con quien disfruta de la dulce niñez, pero tiempo después Peter también es hechizado por la hermosa reina de las nieves que hace que su mirada cambie y se torne egoísta y ambiciosa. Peter es también una representación del hombre, aquel que al madurar ya no se conforma con una relación inocente, si no que va detrás de aquella mujer que incita su ego y alimenta su sexo. La princesa comienza un viaje para encontrar a su amado, en el que conocerá a todo tipo de personajes, desde otros enternecedores niños monarcas hasta malvados trolls y bandidos.
La película tiene un estilo cuanto más curioso, se nota que la producción era consciente de sus propias limitaciones económicas y no hace mayor esfuerzo por disfrazarlas, al contrario, es siempre evidente lo artificial del relato y esto paradójicamente juega en su favor. Los edificios a lo lejos y los decorados toscos generan un efecto de distanciamiento constante que hace que el espectador pueda ver con mayor claridad los conceptos tras la historia; esto funciona en especial para el tramo final del filme, donde se abandona casi por completo la noción de fantasía para revelar la cruda y desalentadora realidad detrás de las aspiraciones de la princesa y el verdadero significado de la maldición inicial.
La belle endormie es una obra bastante interesante que nos permite visualizar una realidad frecuente, y es que muchos niños forjan su pensamiento a través de una fantasía idealista que no corresponde a la verdad y es necesario deconstruir dicha fantasía y dar un paso hacia la madurez reconociendo la crudeza de nuestras pasiones y deseos más oscuros.
Escrito por Nelson Samuel Galvis Torres