Sesión doble: Estigma (1980) / Sole Survivor (1984)

La sesión doble nos lleva en esta ocasión al terror más sobrenatural con uno de los films más desconocidos de José Ramón Larraz, Estigma, con la presencia de Emilio Gutiérrez Caba, así como con el debut del angelino Thom Eberhardt, que con Sole Survivor dejaba una de esas piezas a rescatar.

 

Estigma (José Ramón Larraz)

El onirismo siempre ha entrañado imágenes para el recuerdo en el cine. Con ellas se abre una puerta a la pura experimentación sobre los límites de la mente humana y sus proyecciones visuales para deleite del siempre inocente espectador. Entre las muchas inmersiones en el terror por parte de José Ramón Larraz (Joseph Larraz para el público internacional, objetivo principal para los realizadores/productores de la época que rodaban en inglés para romper barreras de mercado), encontramos el ‹plot twist› definitivo en la pequeña y desconocida Estigma, que surge en una época en la que el director estaba experimentando con el erotismo del destape nacional pero continuaba interesado en el terror más delicado.

Es así como nos enfrentamos al joven Sebastian (interpretado por el fetiche italiano Christian Borromeo, protagonista de Trampa para un violador o Tenebre), quien nos perturba con su irracional comportamiento y aprecio por la muerte de sus enemigos, teniendo en cuenta los volubles odios de un adolescente. Sin perder la oportunidad de llevar la sexualidad a un primer plano con ese interés rozando lo incestuoso por la vida íntima de su viuda madre, da comienzo un juego psíquico que influye en la percepción de la realidad de su protagonista.

Estigma va abriendo todo tipo de caminos que nos llevan a lo sobrenatural, con insinuaciones sobre la edificación en antiguos cementerios, la presencia de videntes o todos esos momentos en los que Sebastian parece dominado por sus pensamientos, pero son solo aperitivos para destapar como una sorpresa lo que realmente ocurre. Para ello, Larraz transforma Barcelona en un lugar de tintes góticos y caserones británicos que entablan una relación abierta con el pasado, traspasando los límites temporales en más de una ocasión para dar forma a sus verdaderos fantasmas. También aprovecha la presencia de actores tan sólidos como Emilio Gutiérrez Caba o la musa del terror Helga Liné en su reparto, que siempre ofrecen una considerable fuerza en pantalla.

Estigma (palabra que aparece en más de una ocasión en las conversaciones que los personajes mantienen sobre el adolescente) toma nota de las pesadillescas escenas del ‹giallo› y confiere a las sombras y los espejos unos atributos únicos para crear tensión, sin necesidad de recurrir a burdas explicaciones, simplemente confiando en sus efectos para dar forma a su historia. Ese estigma es la pista clave para dar un aspecto esotérico a los malignos poderes psíquicos del joven, que permite concebir su narración como un bucle intrigante y con ideas llamativas. No podemos olvidar que José Ramón Larraz siempre supo sacar jugo a las mentes más desestructuradas, con personajes modernos y actuales (en su época) que se iban sumergiendo en un relato de tintes clásicos para llevarnos a los grandes escenarios de un tiempo pretérito, donde el erotismo juega un papel alterado, carnal y sangriento. Suyas son algunas obras inolvidables y a la vez malditas como su debut Whirlpool (She Died with Her Boots On) o la magnífica Symptoms. Estigma bebe en cierto modo de esta época más transgresora, y aunque parezca jugar en un terreno más acomodado, no pierde la oportunidad de retorcer a sus personajes para disfrutar de sus imperfecciones.

Escrito por Cristina Ejarque

 

Sole Survivor (Thom Eberhardt)

A la hora de analizar un producto como Sole Survivor (recomendación por cierto vía twitter de @DamnedMartian) lo fácil es tirar a los referentes con los que fácilmente se vincula: Algo de El carnaval de las almas, un poco de Destino final y fundamentalmente mucho de It Follows. La clave, sin embargo, está en que exceptuando el primer caso, más que referentes podemos hablar de películas que se han visto influenciadas por la presente. Obviamente no hay manera de saber si esto es cierto como no fuera vía entrevista a sus realizadores, aunque viendo Sole Survivor se hace difícil pensar que tanto James Wong como David Robert Mitchell no la hubieran visto.

Estamos ante una cinta pequeñísima, de hecho ni tan siquiera la más popular de su realizador, Thom Eberhardt, conocido fundamentalmente por su obra de culto La noche del cometa. Está claro que hablamos de un realizador artesanal, de género en su acepción más pura, que saca petroleo de su escaso presupuesto a base de explotar por otras vías más imaginativas las ideas que quiere plasmar. En este sentido quizás hablar de autoría sería un tanto exagerado, pero no cabe duda que no estamos ante el caso de un director que se limita a ejecutar sino que piensa y elabora el producto buscando la mejor relación entre lo visual y lo argumental.

En este caso se trata de un film puramente atmosférico, sin grandes alardes de ‹jump scares› ni sangre a borbotones. Una pesadilla densa que necesita su tiempo de cocción para irnos introduciendo en ella. Sin duda que es inevitable pensar en las películas anteriormente referenciadas pero hay bastante más que eso. Hay una apuesta original por salirse de los circuitos de moda del género en ese momento. Sobre todo por la omnipresencia y potencia de su elenco femenino. En lugar de ser una colección de clichés, de objetos con la finalidad del desnudo gratuito o de la ‹final girl› tradicional, desde le principio el rol es el de una mujer que hoy llamaríamos empoderada, una superviviente no solo en el sentido de “escapar” de lo sobrenatural que la acecha sino de confrontar al escepticismo masculino que la rodea.

Cierto es que a ratos Sole Survivor pasa por momentos valle de desconexión y de pérdida de rumbo, así como muestra también en el diseño de producción el lastre de su escasísimo presupuesto. A pesar de ello la realización se advierte firme, tanto en la narrativa como en la dirección de unos interpretes desconocidos pero en todo momento convincentes. Puede que asuste demasiado poco para ser una película de “terror”, pero desde luego que consigue mantener el interés por saber qué es lo que está realmente pasando.

Sí, Sole Survivor puede que no sea, desde el punto de vista actual, algo original, pero no cabe duda que en su momento sí lo era o, al menos, apostaba por el riesgo en un planteamiento fuera de lo común que aúna lo psicológico y lo catastrófico (de forma íntima) con incluso unos zombis muy ‹sui géneris›. No es una obra maestra, pero si un producto altamente reivindicable como para rescatarlo de un olvido más que inmerecido.

Escrito por Àlex P. Lascort

 

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