Sesión doble: El secreto (1974) / La decisión de las armas (1981)

El thriller francés hace acto de presencia en nuestra sesión doble con dos propuestas más que atractivas. El secreto, dirigida en 1974 por Robert Enrico, a la que le acompaña La decisión de las armas que dirigió Alain Corneau en 1981 con un reparto más que atractivo. Os dejamos con las intrigas de estas dos películas imprescindibles.

 

El secreto (Robert Enrico)

El secreto

El thriller francés, o polar, o neo-noir, o como quiera etiquetarse, es sin duda uno de los géneros cinematográficos más fascinantes y fructíferos surgidos en el Viejo Continente. No resulta pues para nada complicado localizar obras interesantes y poderosas adscritas a este hipnótico género.

Si bien en los años setenta el polar empezaba a conocer un incipiente letargo, Robert Enrico supo tejer con El secreto una obra extraña aderezada con ciertas gotas experimentales, que se convertiría en una rara avis totalmente disfrutable para los adoradores de ese cine que combinaba con mucha sapiencia los resortes del drama psicológico con el enigma paranoico tan típico de la escena política de los años setenta.

La cinta arranca mostrando la huída de una prisión secreta, tras asesinar a su carcelero, de un personaje que parece adoptar la figura de un peligroso espía interpretado por el estupendo Jean-Louis Trintignant. Éste, con la ayuda de una antigua compañera, aterrizará en una casa de campo donde vive, ajeno al ajetreo social, un vacío matrimonio burgués. El extraño indicará a la pareja que se trata de un huido perseguido por las autoridades dado que es conocedor de un secreto que podría alterar la paz mundial. El carácter esquizofrénico y fascinante de este individuo seducirá al matrimonio, especialmente al marido escritor de novelas de misterio interpretado por Philippe Noiret, quien contemplará al aparecido como un personaje de esa novela que es incapaz de iniciar por su falta de inspiración.

El relato se aderezará con un potente ropaje psicológico al nutrir Enrico al mismo de un disfraz ambiguo. El espectador dudará si el perseguido se trata realmente de un espía que el Estado desea eliminar para que no difunda el secreto que indica es conocedor o si realmente sus divagaciones no son más que el delirio de un loco peligroso.

Enrico adaptó una novela escrita por Francis Ryck, construyendo una película muy sólida y atractiva, gracias a ese talento narrativo inherente a la generación que dio forma al polar francés. La cinta funciona como un cocktail integrado por esa vertiente dramática presente en el cine de género de nuestro país vecino, interesada en profundizar en la psicología de sus personajes más que en la coreografía de escenas de acción sin sentido. Un melodrama que acabará evolucionando hacia una atmósfera de suspense inducido por la propia derivación de los hechos. Un misterio basado en el silencio, en la insinuación, en la irracionalidad de los personajes y en la locura conspiranoica que empapa la trama.

El secreto posee ese estilo escenográfico de las producciones más emblemáticas del cine de género de los setenta; un arranque rotundo y poderoso; un desarrollo inquietante y confuso donde todo es lo que es y nada es lo que parece; y finalmente un desenlance abrupto y escalofriante que establece una brillante reflexión acerca de la opresión y falsa sensación de libertad existente en esas sociedades occidentales donde cualquier gestión está sujeta al control invisible por parte de las fuerzas que administran el poder.

Puesto que El secreto, a pesar de que pueda haber perdido algo de originalidad en su mensaje debido a la ingente cantidad de filmes que han abordado esta temática, supone sobre todo una obra que lanza un terrible grito que denuncia las armas que ostenta el Estado para segar esa libertad presente en democracia. ¿O quizás esta sea solo la opinión de un loco que debe ser aniquilado para nuestra tranquilidad?

Escrito por Rubén Redondo

 

La decisión de las armas (Alain Corneau)

La decision de las armas

La fuga de tres delincuentes y el posterior asesinato de un policía por uno de ellos marca el inicio de La decisión de las armas (Le choix des armes), una película que en sus primeros instantes alterna escenas de tiroteos con la tranquila vida de un hombre (un imponente Yves Montand) en el rancho junto a su joven esposa. Pronto ambas líneas argumentales se entrelazarán para definir a esta cinta de Alain Corneau en la que el pasado juega un papel vital. En efecto, el peculiar carácter de Mickey (interpretado por un jovial Gérard Depardieu) marcará casi todo lo que sucede en la película; su agresividad contrasta con lo misterioso de su mirada, misterio que se irá resolviendo progresivamente a medida que el film avanza.

Corneau evita todo lo que pueda resultar baladí y convierte a La decisión de las armas en un thriller sucio, entendiendo este adjetivo como nada peyorativo sino como una definición de la práctica ausencia de momentos plácidos, la ambientación en sitios poco glamourosos y la frecuente aparición de elementos que entorpecen la vida de los protagonistas. El film resulta en una curiosa mezcla de noir y el cine de Sam Peckinpah, en la línea de los propios trabajos del cineasta y heredero, a su manera, de las producciones de Deray, Melville y compañía.

Con un ritmo más descafeinado de lo que debería al afrontar el núcleo de sus 135 minutos de metraje, La decisión de las armas ofrece, en cualquier caso, la mayoría de los ingredientes que podríamos esperar hallar en una cinta así. Corneau rueda las escenas de mayor intensidad con el punto de frialdad exacto para no caer en la acción frenética pero sin llegar a ser contemplativo. Este es un aspecto más interesante de lo que podría parecer; en uno de los tiroteos iniciales, Corneau desprecia el plano general para introducirnos de lleno en el coche de los protagonistas, desprevenidos ante el ataque. Sus rostros copan la pantalla y el sonido adquiere una especial relevancia, convirtiéndose en el verdadero centro de atención.

No en vano, el recurso de no desvelar las cartas antes de tiempo es uno de los puntos fuertes de La decisión de las armas. Sin destripar demasiado, basta señalar una de las escenas iniciales en la que Mickey observa continuamente a una niña que está sentada en la escalerilla de su casa. Con lo que Corneau nos había descrito sobre este personaje, la respuesta lógica para resolver el porqué de esa atenta mirada parece lógica, al menos desde un enfoque malpensado. Sin embargo, el cineasta no hace sino retratar a aquellos que prejuzgamos a Mickey cuando la opción obvia realmente era la más inocente. Cabe destacar que esto no es jugar al despiste, sino utilizar sabiamente las posibilidades que da el cine para construir una trama en la que lo que vemos en pantalla se retroalimenta con los hechos pasados. Sin ostentar un guión redondo, es innegable que Corneau explota al milímetro sus posibilidades y con La decisión de las armas construye un thriller muy interesante.

Escrito por Álvaro Casanova

 

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