Sesión doble: El hotel del horror (1960) / Los largos cabellos de la muerte (1965)

Las brujas vuelven a la sesión doble, y es que en los sesenta encontramos dos joyas marcadas por la caza de brujas en siglos pasados como son El hotel del horror, película de serie B dirigida por John Llewellyn Moxey en 1960 con Christopher Lee y Los largos cabellos de la muerte que el italiano Antonio Margheriti compartió en 1965 con Barbara Steele.

 

El hotel del horror (John Llewellyn Moxey)

Una desconocida película de muy bajo presupuesto, producida en 1960 en Reino Unido, tuvo la virtud de haber diseñado una estupenda e ingeniosa historia sobre brujería. Se trata de The City of the Dead, de John Llewellyn Moxey.

Los pocos recursos con los que contó Llewellyn para producir este filme fueron usados con mucha eficiencia y el resultado fue admirable. A través de un sencillo trabajo de edición, se otorga a las secuencias un óptimo orden y duración para dotarles de intensidad. Los escenarios, todos hechos en estudio, ayudan sobremanera en la conceptualización terrorífica de la trama.

La creatividad de su director se aprecia desde los créditos iniciales, llenos de misterio y tensión. Enseguida, ubica la narración en el siglo XVII de Nueva Inglaterra, en la sublevación de un poblado que busca quemar a una bruja. Será el momento en que se configure un instante de alto impacto escénico, cuando ella y uno de sus aliados sellen su pacto diabólico lanzando impactantes frases de invocación al demonio para pedir su ayuda y venganza hacia el pueblo. La maldición permanecerá por siglos en ese sitio.

Los primeros planos de todos los protagonistas de este momento se tornan icónicos porque serán esos aspectos los que predominen 300 años después, cuando la historia se centre en la abandonada ciudad de Whitewood, en donde solo habitan seres espectrales.

El mayor logro del filme es la atmósfera inquietante que logra crear en el sitio embrujado. Todo es extraño. Hasta la niebla, presente desde la ruta que se dirige a ese lugar, adquiere un significado especial y tenebroso.

En esta ciudad, las cosas han permanecido iguales a lo largo de las centurias. Sus habitantes deambulan en un misterioso ciclo reiterativo, en donde nada evoluciona. Cualquier alteración de ese ritmo se dará solo por la presencia de algún visitante externo que llamará la atención de todas las miradas.

El hotel del lugar se ha convertido el sitio del aquelarre por varios años. La ambientación terrorífica de este sitio es muy lograda, fundamentalmente, por la iluminación. El marcado contraste entre luz y oscuridad, sustentado en una magnífica fotografía en blanco y negro, configura un estatus fúnebre. La presencia de la bruja que fue quemada hace 300 años y “reencarnada” como administradora de la posada mueve los hilos terroríficos de la película.

Llewellyn sabe trazar un momento turbador en una simple escena de baile nocturno en el hotel, en donde participan aparentes huéspedes. La música, sus movimientos que parecen de marionetas y su repentina desaparición crea un instante muy sugestivo.

Esta cinta también es parte de la abundante filmografía de Christopher Lee, ese gran actor inglés de culto del género de terror, aunque su papel no es el protagónico. No obstante, su presencia enigmática se siente en la manera como cuenta relatos sobre brujería a estudiantes y cuando se descubre que es un reclutador de víctimas humanas para enviarlas a la ciudad de los muertos a que sean sacrificadas.

The City of the Dead es una demostración de que en la categoría de Serie B del cine el género del terror es el que mejor se ha desempeñado. No se necesita de superproducciones para causar miedo, sino simplemente saber identificar cuáles son los elementos que inquietan al ser humano y saber ambientarlos en una película.

Escrito por Víctor Carvajal

 

Los largos cabellos de la muerte (Antonio Margheriti)

El enorme éxito que supuso a nivel mundial una cinta de culto como La máscara del demonio, propició que el cine italiano se especializara en los siguientes años del estreno de la obra maestra de Mario Bava en una serie de cintas de terror gótico que alcanzaron altas cotas de calidad. Antonio Margheriti (también conocido como Anthony Dawson) fue sin duda uno de los realizadores que mejor supo aprovechar esta corriente en su propio beneficio, dirigiendo dos de las mejores propuestas surgidas de este imaginario: Danza macabra y la cinta que integra esta sesión doble titulada Los largos cabellos de la muerte.

La misma se alza como una especie de ‹spin-off› de La máscara del demonio, no solo por el hecho de contar con Barbara Steele como protagonista absoluta, sino por partir de una historia de brujería y superstición para hilvanar un cuento de horror basado en una historia de venganzas paranormales que asimismo lanza ciertos guiños en favor de la revolución proletaria en contra de la opresión que los poderosos señores feudales, con el apoyo de la iglesia, llevaban a cabo para ejecutar todo tipo de tropelías en contra de sus súbditos.

La cinta arranca situando el relato en el castillo del Conde Humboldt donde va a tener lugar la ejecución de Adele, una campesina acusada por el inquisidor Von Klage de brujería y de haber asesinado al hermano del Conde llamado Franz empleando sus malas artes. Así, en presencia de su pequeña hija Elizabeth y de Kurt (hijo del conde y heredero de las posesiones de la familia tras el deceso de su tío), Adele será sentenciada a ser quemada en la hoguera. Paralelamente, la hija bastarda de la presunta bruja llamada Helen (Barbara Steele), acudirá a los aposentos del Conde para rogar que le sea concedido el perdón a su madre, ofreciendo a cambio sus servicios sexuales. Sin embargo, esta petición de clemencia llegará tarde pues Adele será quemada en presencia de su hija. Mientras la bruja arde en la hoguera, ésta lanzará una maldición en contra de la familia Humboldt y del pueblo, auspiciando una serie de plagas y martirios futuros para quienes cometieron este acto de injusticia.

Tras este suceso, Helen tratará de desvelar quién fue el verdadero asesino de Franz, pero el Conde asesinará a la joven antes de lograr su empeño. Años más tarde Kurt se casará con Elizabeth y una serie de desgracias acecharán a los lugareños con la llegada de la peste y de una mujer que se parece como una gemela a la desaparecida Helen respondiendo al nombre de Mary, quien empleará su belleza para seducir a Kurt. Pero un secreto fantasmagórico se esconderá detrás de la sombra angelical de la aparecida Mary, secreto que al ser revelado nos dará a conocer cuáles son sus verdaderas y sangrientas intenciones.

Antonio Margheriti aprovecha un guion que mezcla el melodrama con una trama de terror atmosférico, moldeando una ejemplar cinta de venganzas del más allá, sirviéndose del rostro de una Barbara Steele a la que le va como anillo al dedo ese papel de espíritu atormentado con sed de venganza. Desde el punto de vista técnico la cinta es portentosa, siendo especialmente acertado el diseño de producción que recrea el castillo de los Humboldt como una especie de casa encantada donde la opresión se palma en el ambiente, así como esos decorados que reproducen el ocaso de la Europa Feudal esclavizada por déspotas señores feudales y por los mandatos de la inquisición. Y sobre todo esos movimientos de cámara que realzan una profundidad de campo de escalofrío, siendo utilizados a su vez para inyectar ciertos trucos visuales plenos de espanto. Otro punto fascinante del film es su concepción visual, tejida con mimo por Margheriti, insuflando ese suspense encantador gracias a un histrionismo explotado mediante unos primerísimos planos que hacen hervir la sangre. Así, con escasos recursos presupuestarios y enorme talento, Margheriti volvió a estremecernos a través de un film en el que volvió a encarnar esos hábitats malsanos que tanto gustan a los fans del género.

Escrito por Rubén Redondo

 

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